He decidido que necesito un amigo nuevo. No uno más. Uno distinto a los que ya tengo. Diferente a lo ya conocido hasta ahora. Una especie de lolailo. Un trepa del todo incluido. Un profesional de la adaptación a cualquier circunstancia. Estoy en ello. Me cuesta decidirme porque resulta que hay muchos de estos. He encontrado uno que creo que reúne este perfil. A lo mejor después resulta que no. Tengo que ir conociéndolo. De momento ha llegado cojeando con disimulo. Tuvo un accidente de moto de cuando gastaba juventud. Mirada melancólica de ojos hundidos. Boca inofensiva como si se tratara de un mosquito sin aguijón. Se llama Bartolomé aunque por aquí todos le llaman Tolo. Parece solitario pero vete a saber. No se aprecian pensamientos profundos en las primeras palabras que dice. Tiene un certificado de la vida que pone "apto". Justito, pero apto. Tiene afición por todo lo que sea o aparente superficialidad. No es de hablar mucho y tampoco grita cuando habla. Creo que estoy en el buen camino. No es de repetirse. Dice, queda dicho, y punto.
Espero no haberme equivocado porque necesitaba un amigo así. Accidente con moto robada en sus años mozos. Ingresos. Hospitales. Días perdidos. Rehabilitación. Médicos. Más quirófanos y más rehabilitación. Ahora cuando camina cojea y se apoya en una muleta. Con tanta convalecencia se aficionó a la cría de pájaros. Periquitos y esas cosas. Acaba de inaugurar su edad adulta y tiene montado un centro canino. Me explica. Cuida perros de otros. Aseo y peluquería. Clínica veterinaria. Guardería canina para esos dueños que salen de viaje. Adiestra y asesora. Compra y vende cachorros. Vacunas. Pone chips. Tienda de complementos y útiles varios. Etcétera. Etcétera. Yo en estado de alucinación, evidentemente. Llegados a este punto ya no me parece un trepa del todo incluido. O un lolailo. Que es lo que buscaba para romper algunas de mis rutinas. Tolo es así. No profundiza en casi nada. Le importa un bledo casi todo. Menos la familia, los amigos y la máquina de hacer pesetas en que ha convertido su negocio.
No se complica en las conversaciones en las que haya que pensar. Cuando llega el momento tiene su frase de "es tarde y tengo cosas que hacer". Y se va. Da trabajo a una decena de personas etiquetadas como inadaptados sociales o marginados. Pero él no le da importancia a la cosa y les ocupa el tiempo. Se postula como creyente y practicante de la libertad. Tiene su vivienda en un chalecito anexo a las perreras. En el jardín de su casa sigue teniendo periquitos que cantan como locos. Tiene un algo que le capacita para tratar con los perros. Les habla todo el rato y no consiente que le ladren. Accidente. Pájaros. Rehabilitación. Perros. Ahora somos amigos. Pero no hablamos de cultura. Ni de literatura. Ni de otras cosas parecidas. Es el contrapunto que necesitaba. Le he dicho que un día le llevaré a navegar con el "Jalluga". Es el nombre de mi barca. Un Llaüt de madera que se mueve por el mar así de bien. Le impone eso de alejarse de la orilla. Pero acepta.
Sin currículo. Criador de perros. Amante de los periquitos. Superviviente del día a día. No lee, ni escribe, ni toma café con contertulios. El otro día -que casi se me olvida contarlo- conoció a Cicerón. El perro de Sebas. Se miraron. Le pasó la mano por el lomo. Cicerón le lamió la mano varias veces y se tumbó a sus pies. Luego le dice a Sebas que se lo deje algún día porque quiere aprender cosas de él. Quedamos de piedra. Para él la literatura es papel mojado de tinta y manchado de letras. Cree que primero tendríamos que aprender a acariciar a un perro. Luego entenderíamos mejor la poesía que leemos. Risa espontanea en el grupo. Si él lo dice. Su biografía es un desafío para cualquier escritor. Es el eslabón invisible del sistema. Pero no lo sabe.
Me dice Tolo que no lo meta en relatos de blog. Ya es tarde para esto. Acabo de darle al botón de publicar. La gente que entra en el territorio de las letras ya podrá degustar la historia de un luchador. Un apasionado de los perros. Un aficionado de los pájaros. Un amigo distinto al resto. Un verso en cursiva. Bartolomé. Si lo encontráis llamadle Tolo. Salud.