Como todos los años por estas fechas un grupo de vecinos a los que llamamos "festeros" organiza actividades culturales para entretener las noches del verano y disimular el calor asfixiante que se acumula. Fiestas para todos. Las de los niños se realizan mayoritariamente en el mar. Están todo el día en remojo en una continua diversión. Y luego en tierra se quitan los zapatos y se meten en un castillo hinchable donde no paran de saltar. El castillo realiza unos movimientos convulsivos y unos vaivenes que provocan vértigo.
Para los menos niños nos han organizado un amanecer diario y una puesta de sol mientras uno de ellos recita en voz alta algunos poemas seleccionados de gente del pueblo y otros poemas de autores conocidos y desconocidos. En verano todo se ve distinto. De otro color. Esa textura del atardecer. Saborear el amanecer con la vista. Oler intensamente la puesta de sol. Escuchar los poemas recitados con los cinco sentidos. Estamos en el mismo sitio pero miramos en direcciones opuestas según amanezca o el sol se ponga. Resulta uno de los acontecimientos más concurridos. Esa magia del momento nos une más. Lo hemos catalogado en el libro de las costumbres del pueblo costero con encanto.
Pero las noches se pasan en la terraza del bar de Pepe. Algunos días viene un mago que hace las delicias de todos. Creo que no lleva truco. Que realmente es así. Que tiene poderes de verdad. Sin ir más lejos el otro día transformó un ramo de flores en un par de tórtolas. A ver quién hace esto. Pura magia. Y como todos los años nos quedamos en babia hasta que termina. Otra noche tenemos entretenimiento musical al aire libre y brisa fresca incluida. El músico mejora con los años. Se ha presentado con un teclado. Ha pulsado unos botones y de los altavoces ha salido una orquesta entera. Música sin modernidades extravagantes. Pero con un ritmo de tiempos pretéritos. La noche que hay teatro está a rebosar. Todos quieren las primeras filas para ver y escuchar mejor y para ello llegan pronto con su silla. Es una comedia de enredo. Si es que lo ves venir y te anticipas. Es un no parar de reír. La vida misma, vaya.
Este año los festeros han incorporado algo novedoso. Un fulano que recita historias sin hablar y que previamente ha escrito. Alterna gestos de estos de enamorar y gestos de silencio que lo dicen todo y más. Lo llaman Clown. Mi hermano Miquel hace cosas de esas y a veces colaboran los hijos de Bernardo. Una pasada. Ha interpretado el mar. Se ha vestido como el mar. Se ha movido como el mar. Se desplaza delicadamente por el escenario como si de una ola se tratara. Imita la voz del mar. Es inconfundible. Como si llevaras una caracola en la oreja. Las palabras salen de su boca igual que caen las hojas secas de los árboles en otoño. De forma natural, sin ruido y sin efectos especiales. Las palabras y los gestos son azules. Y dejan una sombra alargada en la mente del público asistente. Palabras vestidas de domingo. De día de fiesta de guardar. De día del patrón. Transmite ideas con sonido agradable. Fino y casi transparente. No ha venido a provocar la risa fácil con abusos y groserías. Utiliza el ingenio y la inteligencia. El público mantiene un silencio antiguo pero adaptado a los tiempos que corren. Tiene que ser así.
A veces dice palabras delicadas que acaricia con la lengua y los labios mientras las pronuncia. Salen engalanadas. Distintas a otras conversaciones. Es un artista artesano de las letras y de los gestos. Un domador de palabras y frases. Escribe bien y recita mejor. Esta noche nos ha pedido que nos quitáramos los zapatos y hemos perdido la noción del tiempo. Ha coincidido con la luna llena. Ha sido mágico. El recitador tiene una copa de vino. Sorbe de vez en cuando. Nunca tiene la boca seca y las palabras salen humedecidas de gran reserva con olor a roble. Conoce perfectamente las cualidades de las palabras. Somos el destino final de sus historias. Como una bocanada de aire fresco en el calor de la noche. Todo un éxito.
Me he sentado junto a mi vecino Andreu. El que sabe pintar el tiempo y el color de una mirada. Es un mago de los pinceles. Lo he dicho en otras ocasiones. Es de hablar mucho pero se cansa porque fuma demasiado. Hace un par de años que se jubiló de maestro de artes plásticas de un instituto. Le ha gustado lo que ha visto. Como a todos. Me dice que desde que está jubilado tiene la sensación de envejecer más rápido. Es un jubilado al que le falta tiempo. No es el primero que me hace ese comentario. Tomaré nota. Le hemos dejado hablar lo que ha querido. Que ha sido mucho.
Pero ya terminamos agosto y parece que era ayer que hablaba del otoño y del invierno. Cualquier día volveré a escribir de lo mismo. El tiempo pasa rápido. Pero todavía estamos en verano y toca aguantar calor. Por eso nos juntamos por la noche. Buscamos el fresco. La luna llena. Las estrellas. El ocio compartido sin prisas. Las noches de verano de un pueblecito costero de la Isla son así. Salud.