Ahora resulta que Mallorca se está quedando sin monjas y sin sacerdotes. Es significativo y bien merece una reflexión -no de tipo religioso- sino dentro del contexto sociológico que esto significa. La cuestión es que la religión ya no vende porque no mola. El homo tecnológico y globalizado no está por la metafísica porque ello no conduce a nada productivo. A día de hoy la gente apuesta por lo seguro para sobrevivir y como los caminos de Dios son inescrutables, pues lo dejamos y así no perdemos tiempo. Hay que decir, además, que la mediocridad moral de algunos de los representantes religiosos roza la delincuencia. La religión que hasta no hace mucho gozaba de buena salud se ha debilitado en los últimos tiempos de tal forma que ahora mismo nos encontramos sin recambios -no hay banquillo- y los conventos se están quedando vacíos. Se trata pues de darles otro uso sin más aclaraciones demagógicas. Ni siquiera la crisis ha supuesto un balón de oxígeno para la iglesia como sí lo ha supuesto para el ejército. Ante la falta de trabajo nos metemos antes a militares que a monjas o sacerdotes.
Un superviviente a todo esto es el jefe Rouco que vive en Babilandia. Pensó que con las JMJ volvería a llenar conventos e incluso habría que construir mas y, por lo que parece, nadie ha presentado la solicitud de momento. No se entera, se codea con amistades peligrosas y antes de morir ya se ha instalado en el limbo para vivir la soledad del perdedor. Evidentemente el asunto de las vocaciones se le ha ido de las manos. Hemos visto a las monjas haciendo la ola y riéndole las gracias al sucesor de Pedro pero ni con esas. La gente no llama a las puertas de los conventos o seminarios para tomar los hábitos y apuntarse a unas promesas de pobreza, obediencia y castidad porque esto es algo contranatura. Será que no. Mallorca ha sido vanguardista en estas cosas y en cada pueblo había uno o varios conventos repletos de monjas dedicadas a menesteres variopintos como ayuda y acompañamiento a ancianos y moribundos con patrimonio y abultada cartilla, dispensario para inyectables, guardería de pago y escuela infantil de alto estanding. Recuerdo, también, una o más parroquias con varios sacerdotes. Las cosas, a día de hoy, son bien distintas. Un sacerdote o dos por demasiadas parroquias.
A todo esto muchos conventos han echado el cierre. No hay vocaciones, dicen. ¿Vocación de qué? Es evidente que si en pleno siglo veintiuno te ofrecen vivir el estilo de vida propio de la edad media digas que nones. Las que lo han intentado han sido apartadas y de ello se ha dado debida cuenta en este blog. El lado positivo de todo esto -aunque no sea el más indicado para hablar de ello- es que los conventos han sido reconvertidos en centros multiusos y polivelentes para la población. En mi pueblo, "Ca ses monjes" es un centro multicultural con unidad básica de salud, centro de día para mayores con problemas sociosanitarios, biblioteca, centro de reuniones para jóvenes, centro de reuniones para gente de la tercera edad, guardería pública, sala de exposiciones y reuniones, centro de la asociación de vecinos, escuela de ball de bot y xeremies, y muchas más cosas que no había antes de que las monjas ahuecaran. Es noticia porque en Mallorca estamos aprendiendo a vivir sin monjas y no pasa nada y porque quedan reductos de lamentable sentimentalismo que no conduce a nada. Transformar un convento en un edificio polivalente es un acierto para el uso que se le da y porque se mantiene el edificio que también tiene su interés. No creo que haya vuelta atrás, ni siquiera sin Murgui, sin Rouco y sin Bene. Salud