lunes, 13 de mayo de 2013

Algún libro

Aprendí, cuando estudiaba primaria, que los ríos nacen en lo alto de las montañas y descienden sin remedio hasta el mar que los engulle. Cruzando pueblos, bosques, paseos, campos y ciudades. Pues, pensaba yo, igual que hace el río hace el libro. Nace con un minucioso proceso creativo del escritor y termina en las manos del lector que lo lee. A su paso encuentra un borrador, documentación precisa, pasar de la escritura manual al ordenador, la editorial, imprenta, corrección y la librería donde quedará expuesto. Un símil que puede funcionar para un buen entendimiento de esto que decimos. He leído y me lo creo que cada día alguien empieza a escribir un libro, alguien lo sigue escribiendo o alguien lo termina. Cada día entran manuscritos en las editoriales y en las imprentas. Cada día, en definitiva, alguien entra en una librería para comprar un libro y leerlo. La mente humana no para de crear -con mayor o menor acierto-. Pero la literatura, con o sin crisis, se crea, se imprime, se distribuye, se vende y se lee. No sabéis el alivio que supone para mi poder decir esto.
Como cualquier obra de arte el libro puede gustar mucho, poco o nada. Esta es una de las grandezas de la literatura y hace que se considere un arte. La importancia no radica en que las obras literarias gusten más o menos. La importancia está en que quien las escribe y quien las lee lo hagan desde la libertad de pensamiento. Se trata de huir del pensamiento único al que están ancladas muchas personas para su desgracia. La fama es un capricho que sólo puede tener un escritor. El lector no se puede permitir este lujo. Un lector nunca se hará famoso por leer libros. De todas formas no resulta fácil juntar letras para construir palabras. Y juntar palabras de tal manera que gusten de ser leídas en párrafos, páginas y libros completos. Dependerá de la creatividad del autor, de la pluma que utilice, del pulso que tenga y de la libertad que disponga mientras realiza todo esto. La intencionalidad y la pasión del primero en contraste con el interés y el estado de ánimo del segundo.  Del uno y del otro. Dice un escritor que su éxito radica en describir un mundo paralelo a la realidad del lector. De eso se trata pues. Es un punto de vista de lo que vemos y de lo que pensamos. A partir de aquí se trata de contrastar.
Y estamos en primavera y tenemos día del libro. Fiesta del libro. Semana del libro. Libro de temporada, libro clásico, ofertas. Libros caros por su papel y sus tapas que pasan a libros de bolsillo con tapa blanda o de bolsillo y a un precio razonable. Buen momento para hacer acopio para el verano y el otoño. El tiempo de las novedades es ahora em primavera. Porque el libro no pasa de moda. Me refiero a los libros  de verdad. De ninguna manera compraría las memorias de nadie que alguien ha escrito para su lucimiento y con la historia más inventada. Estos famosillos venidos a menos que publican su historia inventada en forma de memorias y que sólo algún despistado podría comprar en un momento de debilidad mental. Me refiero a los políticos.
Toca el libro de primavera que habla de días más largos y noches más cortas. De la luna, el firmamento y las estrellas. Del mar que se va calmando a medida que avanzan los días. De gente que callejea en manga corta y toma café en las terrazas. Que pasean cogidos de un paraguas o de la mano por si acaso se pone a llover o te pierdes. Que se ponen sombrero para protegerse del sol en vez del frío. Días casi planos de temperatura y llenos de color. Agradables y apetecibles. Este es el libro de primavera. El que se lleva ahora. La historia de amor bien contada y con final feliz. Que los que terminan mal son los de otoño o de invierno. Amores adolescentes, de juventud, de madurez y de edad adulta inteligente. De casi vacaciones. Libros desenfadados y de media sonrisa. Páginas justas y letra grande que pueda leerse en cualquier sitio incluso al anochecer acompañado de una copa de vino. Que funciona porque hay predisposición. Es la fase del río que cruza manso por en medio del pueblo y lo divide en dos. Sombreado por grandes árboles y con algunas aves cruzándolo a nado. Estos jubilados sentados en los bancos con la mirada fija y las manos temblorosas apoyadas en el bastón. Es el libro de primavera. El que toca leer ahora y el escritor lo sabe. Trama sencilla que puede leerse sentado en las escalinatas que suben y bajan. En el descanso del mediodía con bocata y refresco. El libro que se lee desde la comodidad porque se ha escrito desde la inteligencia. Este que el estudiante ya ha comprado para cambiarlo por el libro de texto en cuanto terminen las clases. El libro de regalar a cambio de una rosa.
En primavera la gente se inventa momentos de soledad y horas de libertad como excusa para tomarse su tiempo en el libro. De pasear con el libro en las manos y mirando a ninguna parte porque la mente está dentro del libro. Dejarse atrapar por un relato o por unas palabras. Esta frase para subrayar y este comentario al margen para recordar. El invierno ya es historia y el frío y las tormentas también. Días anodinos con frescor mañanero, calor al mediodía y un refrescar nocturno. Que placer cuando tienes ocasión de pasear con un libro en las manos. Sentarte en cualquier sitio que te apetezca, abrir el libro por el punto que nos hemos fabricado aposta para hojear (con hache) y ojear (sin hache). Escritos con lucidez que no pasan desapercibidos porque están pensados para la primavera. La prosa y la poesía de primavera está escrita para enamorar, que para otras cosas están las otras estaciones. Alejarse de los libros más vendidos para centrarse en los de autor con pasajes escritos para recordar nosotros. Este es el libro que leo porque estamos en primavera. Algún libro habrá que te complazca. Salud.

sábado, 4 de mayo de 2013

Cuatrocientas

Con la publicación de esta entrada hemos llegado a la número cuatrocientas. Es mucha letra escrita a lo largo de tres años que se cumplirán el día siete de Mayo. Esta entrada lleva velita incorporada para soplarla entre todos los que habitualmente se asoman a este blog a leer, a escribir y a esparcir cultura. Mil gracias a todos. Quedo agradecido.
 
 
Letras salidas de un alma desnuda y una mente despejada.
De una pluma firme y un pulso fuerte.
Letras salidas desde el pensamiento en libertad.
 
Tres años de camino andado sin miedo.
Sentimientos encontrados junto a las piedras del camino.
Sorteando tormentas, saltando charcos y empujado por el viento.
Entradas sosegadas escritas junto al río.
Otras escritas sentado sobre la arena de la playa.
Con los pies en remojo escuchando las olas.
Días despejados con la luz del sol.
 Noches de densa niebla o en la penumbra de la luna.
Siempre acompañado de las estrellas.

Cuatrocientas entradas publicadas.
Han ido saliendo como un abrazo que se da y no se reclama.
Como lágrimas cautivas en el ojo
 y como agua encerrada en el estanque.
Han salido penas y alegrías encerradas en el alma.

Camino complicado, empinado y difícil de andar.
Acompañado por relámpagos y por la música de los truenos.
Días de frío y calor. Y la mirada puesta en el día siguiente.
Con la brisa en la cara y el destino en el horizonte.
Escribiendo la historia desde lo alto del acantilado.
En mi refugio del bosque entre los árboles.
Contertuliando bien de mañana al lado de un café.
Mirando la puesta de sol junto a un olivo.
Embobado en un amanecer junto a una mata de romero.
 
La poesía no es de hoy, ni de ayer, ni de mañana.
La cultura y la literatura son atemporales.
Y cuando sólo queden las cenizas el viento soplará con fuerza.
Para avivar el fuego de las letras y las palabras.
 
Mar de oro, cielo azul, aire húmedo, pies descalzos.
Mente clara, pulso firme, papel blanco y ganas de escribir.
Tú al otro lado degustando letras sin parar.
Letras vivas de pasión salidas de la pluma.
Que susurran al oído nuestras historias de siempre.
Alimentadas desde el abismo de la vivencia y la reflexión.
 
Gritos desde la Isla que cruzan el mar.
Letras que llegan al otro lado del horizonte
 pasando por debajo del arcoíris.
A veces en barca y otras con el plumaje de alguna ave.
Letras que llaman a la puerta y alivian la soledad.
Que llenan vacíos y que muerden la indiferencia.
Que se acomodan en cualquier rincón donde llegue el aire.

A ti amigo que gustas de la lectura
va dedicada esta entrada cuatrocientas.
Salud.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Como siempre

"Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros. Del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro y vino a perder el juicio por todo aquello que leía en los libros". 
Esto escribía el poeta y escritor, el sociólogo y humanista, el artesano de las letras, el conocedor del ser humano, de sus ilusiones y sus desdichas.
Esto lo escribiría entre las paredes de su habitación. En su mesa de madera sin pulir. Sentado en su silla sin comodidad. Con la tenue luz de unas velas o la poca luz natural que entraría por unas ventanas dirigidas al oeste. Con hambre acumulada en su estómago y sueño acumulado en sus pestañas. Cansancio en todo su cuerpo y la cama sin hacer. Algo de lumbre en la chimenea. Un poco de vino a medio fermentar en una jarra y su vaso ennegrecido.
Una gran imaginación mientras va deslizando su pluma sobre un papel rústico. Con elegancia en sus trazados y en lo que la tinta deja escrito que de otra forma no se escribía en aquellos tiempos. Escritos divertidos, poéticos, intensos, breves, densos en humanidades y esas cosas tan variadas que tienen los escritos de Don Miguel. La estética siempre por delante. Escritura sosegada y tranquila de rumiar mucho para entenderla y digerirla mejor.
Y escribía otro poeta en otra ocasión que no cae la hoja del árbol en otoño porque se rinda. Lo hace porque ha terminado su ciclo vital. Cae para posarse junto a la taza de café mientras escribo en la terraza o en el porche. Tanto tiempo oliendo su aroma que termina por enamorarse y al final busca su contacto. Bien podría ser. La naturaleza anda por unos derroteros difíciles de entender. 
Le pidieron al escritor que escribiera algo. No se lo pensó dos veces. Abrió el cajón de su mesa y empezó a buscar letras con las que formar palabras. Luego las ordenó en el papel para que fueran leídas. El libro, al final, está hecho de letras, de sílabas, de palabras, de frases, de párrafos. Sin letras no hay libro y sin ideas, tampoco. Lo peor, como siempre, la indiferencia del lector. Hay que generar inquietud, reflexión, pensamiento crítico, duda. Esto que ya hizo el escritor antes de coger la pluma y escribir.
Han invitado al escritor a una presentación. A un acto de promoción. Sala acogedora y tan grande como uno quiera pensarla porque siempre se queda pequeña. Gente inquieta con el libro en la mano. Silencio deseoso de escuchar al escritor. Hojeando al azar y ojeando algún párrafo que impulse su lectura o provoque una pregunta. El escritor dijo pocas palabras. Era más del escuchar y conversar. Tenemos que empezar a entender el lenguaje de los silencios de un escritor. Si no entendemos nuestros silencios nunca entenderemos nuestras palabras, añadió. Qué no pagaría por estar en una cola esperando que Don Miguel me dedicara y firmara su Quijote. Con una foto de móvil incluida. 
Pero era otra presentación y mientras esperaba se me fue la imaginación. Todo en unas horas de un día cualquiera. Luego de todo el barullo se sentó en una butaca de comodidad y se puso a conversar con los rezagados de siempre.
Un vaso de agua para aclarar la voz. Que la palabra de uno tiene tanta importancia como la letra escrita. Cuantas veces habría contestado que él había nacido escritor y poeta. Que escribía por necesidad. Que ya no es como antes. Tiene sus años y lo próximo llegará cuando toque. No sabe de qué tratará. Algo saldrá si pienso bien y reflexiono lo adecuado. Se hizo tarde y apareció el desasosiego en el autor y en el lector. Los años acumulan saber, ganas y pereza, necesidad y cansancio. Haremos noche aquí y mañana, con la tranquilidad de la luz llegaremos a casa. Un pueblecito con encanto que le inspira. Todas las mañanas le despierta el silencio que se produce entre una ola y la otra, entre una brisa y un viento y el contacto de su perro cuando lame su mano. La costumbre es una rutina que no se puede perder. A su edad es vulnerable y se emociona cuando escribe. Incluso cuando piensa. Y piensa mientras camina y camina para mantenerse a salvo y se mantiene a salvo porque piensa, duda y escribe.
Luego vienen las tertulias de la mañana. Aprovecha para conversar y expresar opinión. Siempre con otros jubilados dispuestos a escuchar y opinar. El mismo camino que ellos recorren el perro lo hace tres o cuatro veces. Es inquieto porque es joven. Le habla al perro y éste le escucha y le sigue la corriente. La cultura nos pertenece a todos. El que no quiera compartirla que no escriba. Que no pinte. Que no haga cine. Que no escriba partituras. Y todas esas cosas que forman parte de la intelectualidad. 
Mayo. Primavera acomodada. Desmadre de la naturaleza. Todo acompaña y nada sobra. Literatura poderosa y elegante. Flores y algún día de lluvia para dar de beber al campo y al bosque y limpiar el aire. La imaginación del que escribe se mezcla con la imaginación del que lee. Algunos días se camina junto al mar. La brisa te da en los ojos y hace que lloren. Ese día las lágrimas saben a sal. Sé que en estos momentos no puedes verme. Tengo la pluma entre los dedos de la mano derecha y juego con ella. Estoy pensando. Ten paciencia. Me mueve la conciencia de saber que lo hago lo mejor posible. Aunque el resultado, a veces, no es el esperado.
Terminaré como empecé. "La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo". Cosas de Don Miguel y cosas mías. Salud.   

domingo, 28 de abril de 2013

Tal vez

Debo advertir a quien en este preciso momento tenga a bien empezar a leer esto que no se trata de literatura. Ni mucho menos algo poético. Es un escrito que quedaría englobado en el subgrupo de cosas que me rondan la cabeza y que debo de escribir antes de que me estalle. Escritos barriobajeros o de cloaca. Una especie de experimento. Una forma de explayarme cuando mi órgano de pensar acumula tonteces varias y se satura.  Tal vez me equivoque. Sólo tal vez. Pero tampoco me importa demasiado. Diríamos que casi nada. Tengo que confesar en mi contra, y no lo digáis muy alto no vayamos a liarla, que desde hace algún tiempo estoy afianzando la idea de que la ñ es de izquierdas. Ssssss. Ya se que lo que acabo de afirmar roza la locura y el esperpento. Pero tal vez lleve razón. Podría ser que la ñ hubiera renegado de la derecha. Yo ya soy mayor y no creo en las utopías y ni siquiera en los Reyes Magos. Pero observo que la ñ, semana tras semana, se está escorando hacia la izquierda moderada, debilitada, ineficaz y pueril. A lo mejor es una simulación y yo me dejo engañar. Podría ser. Los golpistas que van de intelectuales no son de fiar. Estoy advertido y te advierto. Pues, ojo.
Es que últimamente no hace otra cosa que dar bofetadas a la mejilla cultural del presidente que, como todo el mundo sabe, la tiene dispuesta entre los dos glúteos. Le reprocha que mantenga a un intelectual de la tontería y los despropósitos al frente del chiringuito de la cultura, de las artes y de las revistas porno. O lo que quede de todo ello. De llevar un collar tan largo que llega hasta Bruselas. De los abusivos impuestos para entontecer más al pueblo soberano y esas cosas. De presentarse al mundo escondido en una pantalla plana de plasma para no tener que dar explicaciones aunque tenga la delicadeza de hacerlo en color. Insisto en que lo de la ñ no se explica pero tiene mi apoyo. Que siga.
Esta pasión que pone en desprestigiar al Presidente y al del chiringuito es sólo comparable a la pasión de un amor de juventud. De adolescencia e incluso casi de niñez. Esta pasión que te quita el sueño y te hace hacer tonterías mientras te comportas como un lolailo. Escandalosamente pasional y bello. Como la misma ñ dice, "es sincero incluso cuando miente". Un experimentar nuevas sensaciones. El debutar de emociones fuertes y de raíces profundas capaces de aguantar las peores tormentas. Esta pasión en ideas obsesivas de una imagen, un perfume, una mirada, una voz, un cogerse de la mano. ¡Qué recuerdos! Quedar para estar y hablar de cosas. Pero sobretodo para estar. Esa cosa química que ataca los sentimientos más puros y en el caso de la ñ los pervierte debido a la senectud. Voy a reconocer en privado que quizá sea uno de los mejores descubrimientos. Tal vez sea así y yo lleve razón.
Hay bases científicas para explicar todo esto. Se llama resentimiento. Afán desmesurado de cartera. Deseo descontrolado del poder de la cultura. Y del poder controlar la cultura y el arte. Ahora lo empiezo a ver claro. La ñ tiene sillón y quiere cartera. Vale pues. Leer la ñ no provoca pesadillas pero provoca náuseas y vómitos y el consiguiente malestar. Recojo escritos míos en forma de ideas, pensamientos y reflexiones. Los ordeno medianamente bien y empiezo a pasarlos a limpio de forma ordenada para que tengan sentido.
Pues nada. No alargo más porque esto, como he dicho al principio, no es literatura ni cultura. Es crítica de explayarse en domingo a mediodía cuando el sol te derrite el órgano de pensar. Habrá que abreviar y seguir la ñ de cerca para ver en qué termina todo este vendaval capaz de levantar las faldas a las mujeres. Aunque sé por experiencia que después vendrá la calma. Quedarán hojas esparcidas por el suelo y algunos charcos donde jugar. Salud

jueves, 25 de abril de 2013

El traductor

Es mayor. Está jubilado de su profesión. Toda su vida traduciendo libros que le ha permitido leer mucho y de gratis. De todos los géneros. De tanto leer ha acumulado conocimientos y otro tipo de experiencias. Ahora que es mayor y que se ha jubilado de su profesión por imperativo legal, ha decidido escribir. Demasiadas experiencias retenidas y muchas ganas de darles salida. En esto está y por mucho tiempo del que disponga, el día se queda corto. Las ideas se escriben a buen ritmo. Pero con la sensación de que no basta.
Resulta lógico que su primer libro se titule "Diario de un traductor". Tampoco ha tenido ningún problema para editar. Se ha movido en ese mundo y lo conoce. Ahora una llamada al contacto de referencia. Ha tocado muchos manuscritos con sus manos y los ha ojeado suficientemente. Ahora es el momento de dejar constancia por escrito de pensamientos e ideas que ha conservado con tantos años de profesión.
La primera historia se refiere a un prisionero de Auschwitz. Éste se entretuvo a escribir en la clandestinidad todo cuando acontecía en el campo de exterminio. Lo que veía, lo que pasaba, lo que le contaban. Todo quedo registrado como documentos valiosísimos. Estuvo meses haciendo este tipo de cosas y luego escondía los folios en un lugar seguro. Tendría unos treinta años y había publicado cosas.
La profesión anterior a su detención había sido criador de perros y adiestrador. Era buen conocedor del mejor amigo del hombre. En el campo de exterminio de Auschwitz se hizo amigo de ellos. Había muchos y llegó a conocerlos a todos. Un atardecer de niebla espesa se acercó a la alambrada y cortó un trozo de ella. Los perros no ladraron. Se fue tranquilamente. Incluso se llevo un perro para que le guiara y le hiciera compañía en su huida.
Tardó varias semanas en llegar a su casa. Una pequeña aldea en Austria donde permaneció escondido hasta el final de la guerra. Se reencontró con lo que quedaba de su familia. Contó todo lo sucedido y cómo lo había vivido. Las cosas se fueron normalizando y esperó la ocasión de volver al campo reconvertido en museo del horror. Su obsesión era recuperar  los papeles escritos años atrás. Eran importantes. Lista de nombres, fechas, cosas acontecidas, dibujos de planos, etc.
Fue acompañado por sus nietos y protegido con mucho valor. Volver a pisar Auschwits no sería fácil. Los recuerdos en los papeles no le dejaron pensar en otras cosas. Este traductor vio estos papeles y los tradujo por encargo de una editorial que quería darles máxima difusión para evitar que la historia se repitiera.
Ahora es mayor, está jubilado y tiene tiempo. Hace memoria y escribe todo con lujo de detalles de cuanto recuerda. Estaciones repletas de gente hacinada esperando un tren blindado que les conduciría al campo de exterminio. Algunos no bajarían con vida del tren. Los vagones repletos según sexo y edad. Niños, adolescentes, mujeres, adultos y ancianos. A veces meses esperando que llegara el tren. Al final todos hacia el mismo sitio y con el mismo final. La muerte de frente pero con distinta cara. Hambre, gas, experimentos, fusilados, causas naturales. Enterrados en fosas comunes o quemados. La consigna era acabar con ellos y que no se reproduzcan. Pero no se puede luchar contra la naturaleza.
Recuerda el traductor que quien escribió aquello llevaba tinta en las venas. Escritura impecable. La sensibilidad que usaba para hablar de los perros. Especialmente el que se llevó para que le guiara. La curiosidad pudo con el traductor que antes de publicar su primer libro de jubilado anduvo los mismos caminos. Quería comprender mejor la historia y darle la sensibilidad adecuada a la situación. Estuvo en las estaciones. Viajó en tren. Visitó el campo de exterminio de Auschwitz. Entró en sus barracones. Se sentó en las literas. Paseó por el campo y se acercó a las alambradas.
Escuchó ladrar los perros menos a uno. La tierra todavía con olor a humedad, a orina, a sudor de fiebre, a lágrimas, a adrenalina, a miedo y terror, a ilusiones, a derrota y a ganas de luchar, a incertidumbre y a certeza, a gas y a muerte. A odio, a horror. A carne quemada.
Detuvo el tiempo. La madera de las literas crujía. Cogió un puñado de tierra y se impregnó las manos. Grabó esta sensación para escribirla estremecido en su despacho. Este señor mayor jubilado y que ahora escribe lo hace sentado en un sillón de despacho. Delante de un ventanal amplio que da al jardín repleto de árboles que él mismo ha plantado. Defiende Erri y así lo deja escrito que alguien que se dedica a la escritura debe de restituir a la naturaleza la madera abatida que se ha utilizado para imprimir sus libros. Escribe a mano con su pluma de siempre y con la dignidad de la impotencia de lo que sucedió.
Tengo este libro en las manos, "Diario de un traductor". Voy a leerlo cómodamente. Como todos los días voy a procurarme una lectura nocturna facilona pero con contenido. Luego hay que dormir bien y sin pesadillas -a ser posible-. He abierto las cristaleras del salón de par en par. Hoy huele a tierra mojada porque ha llovido y a brisa marina porque tengo el mar enfrente. La luz de la luna llega hasta dónde empieza la luz de la lámpara. Acomodado en un sillón de estos con orejas y que por lo viejo que es sólo te permite una postura. La más cómoda de las posibles. Abro el libro y empiezo la lectura. Luego vendrán las reflexiones. Salud.

 

domingo, 21 de abril de 2013

Cariño

Veo cariño verdadero
 
En tu mirada.
Que derrite el hielo.
En tu caricia.
Que me eriza el vello.
En tu compañía.
Que relaja mis sentidos.
En el tacto.
Que calienta mi mejilla.
En el beso.
Que me deja sin aliento.
En tu silencio.
Que me provoca desvelo.
En tus labios.
Que descubren mi cuerpo.
En tu voz.
Que me habla bonito.
En tus ojos.
Que me enamoran.
En la lluvia.
Que moja nuestros cuerpos.
En la tempestad.
Que atrona mis oídos.
En el mar.
Que llega a oleadas.
En el bosque.
Que cobija los sueños.
En la memoria.
Que guarda mis recuerdos.
En el sol.
Que amanece del agua.
En la luna.
Que guarda mis insomnios.
En el viento.
Que aleja mis pesares.
En tus dedos.
Que escriben en la piel.
En la brisa.
Que me recuerda el mar.
En el silencio.
Que me cuenta cosas.
En la primavera.
Que florece el jardín.
En los pájaros.
Que acompañan mi lectura.
En el fuego.
Que consume pesadillas.
En el calor.
Que enciende mis deseos.
En el arcoíris.
Que me indica el camino.
En el relámpago.
Que ilumina la noche.
 
 
En todos ellos
y en muchas cosas más.
Veo cariño verdadero.

jueves, 18 de abril de 2013

Controvertida vejez

En algún momento de nuestra vida descubrimos que somos mortales. Que algún día nos tendremos que morir. Vale. Parece ser que no queda otro remedio. Pues vale. Entre una cosa y otra habrá que vivir la vida a tope, al máximo y lo mejor que podamos. Sin excesos. Lo malo del asunto es no saber cuando ni de qué manera. A partir de eso uno tiene la esperanza de poder morir de viejo, cuando uno sea realmente viejo y cuando se sienta viejo. Pero sin perder ni un punto de vitalidad, dinamismo y cordura hasta el día anterior. Sin molestar pero sin que nos molesten. Una muerte digna, para entendernos. Pensad que seremos viejecitos y desearemos cierta tranquilidad y cierta intimidad. Nuestro espacio vital, vaya.
Los jóvenes, por propia naturaleza, viven en constante controversia sobre su existencia. Planes de futuro. Cómo sobrevivir el presente. Las hormonas que les someten a cierta dictadura natural. El amor, la amistad, los estudios, el trabajo, las relaciones, el ocio, la convivencia, el desempleo, la propia existencia, la hipoteca, la movilidad exterior y todas esas cosas que les quita el sueño a los adolescentes. Es normal. Todos lo hemos vivido y no pasa nada. Tener este tipo de problemas existenciales a partir de los ochenta y pico llama la atención. No tendría que pasar pero no siempre es así.
Ahora resulta que un anciano de ochenta y tantos ha matado a su mujer y a su perro y luego se ha quitado la vida. Este es el gran interrogante de la mente humana. No se cómo se llega a esta situación. Me preocupa no saberlo y me preocupa que se pueda llegar. Como decía al principio uno entiende que cuando llegue a viejo tendrá que morir, pero que te maten o que te pegues un tiro no entra, supuestamente, en los planes de nadie. Ni siquiera en la controversia de la adolescencia, de la madurez o de la vejez. Es una ironía que a cierta edad uno se vea desprovisto de las habilidades sociales que te impiden afrontar la vida sin tirar la toalla de esta manera. Problemas existenciales cuando sólo te quedan dos páginas de tu vida para escribir o para vivir. Es que no lo entiendo y me pone los pelos de punta el pensarlo. No hablo del perro porque como se corra la voz dejará de ser el mejor amigo del hombre. A ver.
El objetivo y la meta es vivir lo más dignamente posible y morir de la misma manera. Sin sobresaltos. La vida te genera muchas cosas. Entre ellas hay problemas que intentas superar o resolver lo mejor posible y de la manera menos traumática. Lo que no te esperas es que tu pareja te mate por ser viejo. O porque la quería, como dicen otros. Habrá que elegir bien a la pareja. La Eutanasia bien entendida para por una ligera sedación en el momento puntual. Si no va a ser así, por lo menos que la pareja de uno tenga buena puntería. Salud.

martes, 16 de abril de 2013

A media voz

Estos desayunos de estas mañanas de estos días de primavera. Hoy con contertulio de lujo, Tomeu. De profesión sus lecturas, sus escritos y sus tertulias con café incluido. De estos de conversar mucho. Como yo. Por la boca y por los codos. La boca que no para y los codos que no se están quietos. Ninguno cede y nos pisamos las palabras y las frases. Es un conversar a dos bocas y a cuatro codos. Pero no nos interrumpimos porque es de mala educación. Tantas cosas que decirnos en el tiempo que dura un desayuno. El café con leche y la ensaimada que se enfrían porque alargamos el periodo o momento desayuno y tener más tiempo de hablar. Nosotros a lo nuestro y la tele muda a lo suyo que a estas alturas ya ni acompaña. Siempre hablan de lo mismo y mienten. Mueven los labios con desespero pero no se comunican con nadie. Mi contertulio Tomeu y yo compartimos mesa y tema de conversación. Me dice que lo único que funciona en este país es la crisis. Creo que tiene razón.
La conversación se desarrolla pausada como un suave murmullo de riachuelo que no molesta. Una especie de chismorreo a media voz entre dos vecinos que se llevan bien porque nunca han tenido una reunión de vecinos de escalera. Unos dimes y no me digas entre personas anónimas que esperan pacientemente haciendo cola en la caja del supermercado. De estos de cajera afectada de verborrea sin tratar. Los dos somos conocedores de la vida y hablamos de ella. Ponemos encima de la mesa nuestro punto de vista. O lo tiramos al aire y quien quiera que lo coja. De forma amistosa, inofensiva y profesional. La sangre no llega al río pero la tinta llega a la hoja en blanco que es su destino natural. La conversación es tan completa que hasta los gestos dicen tanto o más que la voz. La verdad es que no tenemos prisa y echamos mano de la parsimonia. La pluma se desliza rápido sobre el papel. A veces lo rasga un poco por culpa de la rapidez. Hay mucho que escribir y el tiempo es limitado. Lo que nos dura el desayuno. Hablamos inteligentemente por lo que no hay necesidad de palabrotas mal sonantes ni de insultos a terceros que no están presentes. Bueno, algún político o ensotanado. Pero de buen rollo. Me doy cuenta de que mis puntos de vista pueden cambiar con el estómago vacío o cuando ya lo llevo a rebosar. Las cosas se ven diferentes. Diríamos que tengo un punto de vista cambiante.
Tomeu también es funcionario. Me pregunta si los del Constitucional también lo son y también han sufrido recortes escandalosos de sueldos y subidas escandalosas de impuestos. La verdad es que no lo se. Pues sería bueno que fuera así y les copiaran la sentencia a sus colegas de Portugal. Los de Bruselas se darían cuenta de que las economías pueden funcionar de forma distinta a como ellos se la imaginan. Mi contertulio Tomeu me comenta que ayer se fue a la cama leyendo un poco a Santa Teresa. Tenía necesidad de letras clásicas. Letras con alas y alma que siempre están volando. Libres y sin ataduras. Como si las palabras de Teresa se alimentaran de la contemplación. Es lo que tiene leer a ciertos clásicos. Pero no tuvo una vida de primavera. Su vida siempre fue otoñal y tormentosa con algunos días claros de sol. Ella con su silencio y su vida interior a través de la contemplación. Esa fe patológica. Esas alucinaciones en la intimidad. Ese ver al Creador a todas horas, en todas partes y en todas las personas y cosas.
Yo suelo cambiar de contertulio para enriquecimiento personal, me decía Tomeu. Ella siempre con el mismo. Un hablar e imaginar respuestas. Un decidir que la vida es un penar continuo. Con miedos, temores y esperanzas. Y sin embargo ser feliz con sólo esto. Un susurrar continuo a media voz con quien fuera que ocupaba su imaginación. Me dice Tomeu que si en aquellos tiempos la lectura y la escritura hubieran estado al alcance de todos -como ahora- los escritos de Santa Teresa habrían sido Best-Sellers. Y con una cuenta de twitter con cientos de miles de seguidores. No se lo pienso discutir. Cada uno puede pensar lo que quiera de lo que pudo ser y no fue ni será. Para mi que le pilló la lectura en este momento limbo de la noche. Cuando estás en trance. Cuando Morfeo empieza a socavar la lucidez. Este trozo de camino que te lleva del estupor a la inconsciencia del sueño. Pero hoy ha venido inspirado y con ganas. Voy a aprovecharme tanto como pueda. Por cierto que el limonero de mi jardín está repleto de flores. No me cabe la menor duda de que estamos en primavera. No tengo noticias del verano, pero seguro que viene. Salud.

viernes, 12 de abril de 2013

A veces

Es de todos sabido que la vida -a veces- se comporta así. Como la vida misma. Como si -a veces- la vida fuera un mar en calma un ratito antes del amanecer o unos minutos después de la puesta de sol. Y como si este mar en calma llegara incansable a la orilla con pequeñas olas mansas sin hacer ruido ni espuma. Esas olas de ese mar recorren la arena de la playa y regresan como si tal cosa. Esta vida -a veces- se comporta como un mar embravecido que llega con fuerza a las rocas del acantilado. Esa ola que se eleva cuanto puede y se tira con fuerza contra las rocas para romperse en mil espumas y con todo el ruido posible. Sea de una forma o de otra -a veces- la vida se comporta así de extraña. Es cuestión de que te pille preparado para cualquiera de estas modalidades. Mirándole a la cara como hacen los valientes. Las consecuencias ya se verán. Será por cicatrices que te procura la vida.
Cada ola es una historia, un día de nuestra vida, un suceso o acontecido. Con su decorado, sus personajes y sus diálogos. Tiene un comienzo y un desenlace. Me dice un amigo que es carpintero y que hace imposibles con la madera que con la vida tendríamos que hacer lo mismo. Adaptarla a nosotros en lugar de que sea ella la que pueda moldearnos. Lo suyo con la madera lo veo claro. Lo de la vida, es otra cosa.
A veces me censuro actitudes cobardes para afrontar aspectos de la vida. Cobardía social o grupal y cobardía individual o privada. Esta falta de coraje. Esta situación de impotencia con uno mismo. He decidido que las personas tenemos un punto de fragilidad emocional en momentos puntuales. Un miedo que llevamos escondido por vergüenza. Miedo furtivo pero que al final acaba por florecer. Pues pienso que esto es bueno antes que malo y que no tiene porqué ser una fatalidad. La fatalidad es el conformismo ante injusticias de gran calado que la vida -a veces- nos presenta disfrazadas de personas o de cosas. Y somos incapaces de hacer algo. Llámalo miedo, cobardía o falta de coraje. Palabras malditas que tengo que erradicar de mi vocabulario y de mi persona. Vacilamos -a veces- de una valentía paradójica o anémica. Nos hacen falta momentos de esos de levantarse y dar un manotazo sobre la mesa. Decir basta. Gente sin trabajo. Gente sin casa. Jóvenes sin estudios. Justicia injusta. Gente sin patria. Dineros en lugares equivocados. Mentiras y demás cosas de esas. La vida -a veces- es así. Incomprensible. Y nosotros nos mostramos inválidos de ideas y de actos. El conformismo es una droga peligrosa que paraliza voluntades.
Quisiera desempeñar otro papel. Poder decir lo que pienso sin llegar a la crispación. Pero formo parte del reino animal. Y dentro de éste, en el grupo del animal racional. La razón es la que -a veces- nos detiene. Porque el instinto nos conduciría por otros caminos bien distintos. Hemos domesticado los instintos y nosotros con ellos. Pensar y razonar se ha convertido en un acto hipnótico cuando tendría que ser todo lo contrario. Esta vida no puede alimentarse, exclusivamente, de música clásica. A veces necesita Pop e incluso Rock Duro. Pero es muy ruidoso y puede alterarnos los nervios. Por tanto volvemos a poner el concierto de año nuevo y disfrutamos dando palmas cuando llega la Marcha Radetzky. Pido otro café descafeinado para que no me despierte del todo. Soy mejor persona si estoy un poco sedado y a no molestar.
Me entran ganas de acariciar mi rebeldía. Pero está obsoleta. No reacciona y le falta una puesta a punto. Soy consciente de que andamos bastante con la cabeza agachada y la mirada perdida. Con los ojos vendados -a veces-. He leído de un librepensador que hay que crispar al contrario pero sin molestar. Ahora mismo no sabría cómo se hace esto. Dice el librepensador que hay que darles con la almohada. No es una cuestión de hacer daño físico sino de pinchar la moral de forma continuada. Así se comporta la vida -a veces-. Creo que me ha faltado brillantez pero el tema no está para poesías. Pero la pluma -a veces- escribe sola. Hoy ha sido un día de estos. Salud.

lunes, 8 de abril de 2013

Esa primavera

Floreciendo primavera
allí dónde estés.
Lo veo en tu mirada
y en el color de tus ojos.
En tu retina de arena
dónde llegan las olas
de ese mar en calma.
Tengo pruebas de primavera
dondequiera que estés.
 
Se abrió paso entre los últimos días
 del invierno.
Casi no la oigo.
Pero veo su luz.
Arroyo de agua fresca.
Días tranquilos de niñez.
Ropa blanca.
Aroma a romero,
a menta y a brisa de mar.
Al aire tranquilo
que viene de la montaña.
Huele a ti
y lleva tus andares.
 
Aparece de día.
Se esconde de noche.
Lleva tu rostro.
Lo se por la luna.
La escucho cuando me hablas.
La veo en tu mirada.
La noto cuando te ríes.
Decora mis días.
Como alas de mariposa
y patas de saltamontes.
Revolotear de abejas
en la flor silvestre.
 
Los pájaros lo saben
y vuelan de otra manera.
El día lo sabe
y se hace más largo.
La palabra lo sabe
y calla para escucharla.
 
La tierra que huele a primavera.
Luz, agua, verde.
El árbol que florece
y saca hoja nueva.
Viento renovado
ahora nace en el mar
y se adentra en el bosque.
 
Esa primavera
que llevas en los labios.
Amanecer temprano.
Anochecer tardío.
Atrás quedó el invierno,
la nieve y el frío.
Abro puertas y ventanas
y que entre la primavera.