sábado, 1 de octubre de 2016

Generosidad

Hoy, ha sido verte y, me he fijado en tu manera de sonreír. Sin duda de las que destacan. De las que yo no sé. De las que no se olvidan. Una forma de sonreír de primavera pero estando en otoño. De mente privilegiada y de vientre fértil. Una sonrisa feliz. Y eso, hoy en día, tiene mérito.
Y luego, inmediatamente, y casi por instinto, me he fijado en tus ojos y en tu mirada. De generosidad. De arte y poderío. Una mirada de las que tampoco se olvidan. Que traspasa fronteras y te hace soñar.
Has llegado hasta mi batiendo tus alas silenciosas. El aire abría paso. La vida se ha detenido y me ha hecho tambalear. El viento ha bajado del bosque para verte. Unos andares relajados y elegantes. Como cuando el agua de los torrentes se desliza sobre las piedras hasta llegar al mar.
Así las cosas la tertulia se ha torcido. Hablábamos de servicios sociales y te hemos incluido en la lista. Hemos enmudecido y hemos sonreído. Incluso el sol ha amanecido y nosotros mirando hacia otro lado. Hacia ti. Ha sido, por tanto, un amanecer huérfano. Sin público y sin aplausos.
Desde el horizonte han empezado a llegar olas. Brisas marinas. Una marea despistada. Las gaviotas han abandonado su nido de los acantilados. No había nubes para contemplarte. Aroma a romero y encinar. Y el tomillo que Pepe tiene sembrado para espantar a los mosquitos. Ciertamente no todos los días son iguales. Hoy hemos tenido sorpresas.
Contigo se olvida uno de las horas muertas. Del llanto en soledad que relaja. Activa la conciencia y la esperanza. Acompleja los sentimientos de poeta. La mente se abre y empiezas a rimar la prosa. Contigo no hace falta reloj ni horas. Me preocupa tanto que algún día mi mente pueda olvidar esta sonrisa y esta mirada.
Pero ha pasado. Ahora hay distancia de por medio. Las sombras pendientes de las nubes. Las tormentas han perdido las referencias. Todavía no han llegado las lluvias de temporada y siento las manos frías. Y las mejillas calientes. Los sembrados pendientes del tiempo para teñirse de verde. Cuando la lluvia me moje me acordaré de ti.
La ternura es transparente. Como las aguas mansas de una cala virgen. Las gotas de rocío brillarán de buena mañana. Y también me acordaré de ti. El otoño se cruzará con nuestras vidas y será malo de llevar. Las tertulias del café de la mañana serán despistadas porque miraremos alrededor.
Los pájaros pasarán de largo hacia sus nidos. Las aguas profundas del mar subirán a la superficie. El viento moverá la niebla y la desplazará. Y todo porque esta mañana me fijé en tu sonrisa y tu mirada. Cautivo de tus ojos. La vida se diluye en mil cosas. El eco cruza el paisaje pero no lo rompe. Un mundo asombroso cercano al desorden.
Dice el poeta que una bocanada de aire fresco nunca es una amenaza. Y que un buen recuerdo nunca hace daño. La tierra mojada por la lluvia huele de otra manera. Las tempestades se ven distintas. Y cuando el frio sea intenso encenderé la chimenea. Me haré un café. Cerraré los ojos y volveré a ver tu sonrisa y tu mirada. Y en las tertulias diré que te he visto. Sólo Eugeni me creerá. Salud.