A propósito de un caso. Como se dice en el argot de mi profesión cada vez que alguien quiere exponer un tema concreto basándose en hechos reales ya vividos.
Pues resulta que Sor Margalida es una monja de la orden de las monjas de la caridad. Nacida en Binissalem (Mallorca). Se hizo monja y luego estudió enfermería en el Hospital de Son Dureta de Palma. Ahora el hospital se encuentra en fase de degradación rápida por expreso deseo de un tal Bauzá honorable. Terminada la carrera de enfermería se preparó para acudir al servicio de los demás por una de esas llamadas internas de la vocación y de Dios. Según cuenta. Esta llamada la llevó, con veinticinco años, a algún rincón inédito del Perú. Allí ha compaginado la pastoral y la sanidad bajo el nombre de "misionera".
Hace unos meses que Sor Margalida Colmillo, a la cual me une parentesco familiar por parte de madre, ha regresado a su pueblo natal de Binissalem con motivo de su sesenta y cinco cumpleaños y su jubilación legal. Recibió el cariño de familiares y amigos. También recibió el reconocimiento del Consistorio a toda una vida entregada al servicio de los más necesitados. Una fiesta. Una misa. Una placa conmemorativa y otras cosas típicas de este tipo de eventos. Pasó con nosotros unos quince días en los que se le intentó persuadir para que se quedara lo que le quede de vida. Que vistas las cosas y cómo se conserva puede ser mucho.
Se ha entretenido con todos los que han querido saludarla y ha contado cosas bonitas que hace como misionera en Perú. Nadie ha podido convencerla de que se quede. Ha explicado que lo suyo es vocacional pero que también es un oficio. Que se empieza y se termina cuando uno se muere. Nunca se jubila uno de eso. Ella tiene su vida y otra familia al otro lado del atlántico que requieren su atención. Que vivirá haciendo lo que sabe hacer con los suyos. Y que no volverá nunca más. Que allí la cuidarán si enferma y le darán cristiana sepultura cuando se muera. Punto.
Han sido unos días largos, entrañables y sensibles. Paseó por las calles de su pueblo y recordó su infancia. Visitó la tumba de sus padres y otros. Se puso a punto consigo misma para regresar donde una vez fue llamada.
La coincidencia hizo que pasara lo que pasara con unos misioneros en África que fueron repatriados a petición propia para morir en una cama de hospital de la capital. Ella nunca entendió esa forma de ser "misionero". La suya es bien distinta. Va a regresar al lugar donde ha invertido sus conocimientos y su vida. Ahora mismo ya se encuentra en Perú. En algún lugar inédito que ella considera su casa.
Escribo esto ahora para no hacerlo coincidir con estos otros sucesos ya conocidos y mencionados. No todos los misioneros entienden su vida pastoral de la misma manera. Resulta evidente. Y para que no hubiera malos entendidos. Yo pienso igual que ella y me resulta repugnante lo de otros. Que quede constancia a propósito de un caso. Del caso de la monja de la caridad Sor Margalida Colmillo. Salud.