Algunas familias ya se han ido. Han guardado las tumbonas de verano y han cerrado los porches y las casas. Lo sé porque lo he visto. De otros me he enterado por los chismes que la gente habla en el bar de Pepe. Hemos consumido un verano mas. De los de hacer calor y pasarlo bien. De aprovechar el fresco de la noche para hacer de todo. Vida social y contemplativa.
Los primeros que se van son los que tienen hijos en edad escolar. Hay que preparar la vuelta al cole. Lo ha dicho por la radio una cadena de supermercados. Esto lleva tiempo y dinero. Aunque los fines de semana vuelven. Se trata de apurar unos días mas. Otros se van a trabajar de buena mañana y vuelven a media tarde. Queda tiempo para un baño. Un poco de lectura y una buena tertulia con la rebeca puesta. Siestean tirados en el sofá o en la toalla. Sin sombrilla que el sol está manso. Las olas del mar acompañan, todavía. Lo contrario que las moscas.
Yo he vuelto a desayunar al "café Comerç". Donde siempre. También están los jubilados. Sebas y el cuponero. Eugeni me prometió que vendría algunos días a la semana. Pues bien. Parece que el verano no haya pasado. Las cosas son iguales como siempre. O eso parece. La tertulia a vuelto a las mañanas. De momento nos contamos las vivencias veraniegas. A Sebas le sigue circulando la creatividad por las arterias y el talento por las venas. Ha llovido fuerte estos últimos días y el aire está limpio. Los almendros, los olivos, los algarrobos y las higueras se han limpiado de insectos. Sus frutos se recogerán con más facilidad. Eso dicen los jubilados que entienden de estas cosas. Han recogido las primeras uvas. Se las comen con pamboli y queso para merendar. Recuerdo cuando Eugeni decía que cada estación viene aparejada con alguna característica. Verano calor. Otoño fango. Invierno frío y nieve. Primavera flores. Y nosotros se lo damos por bueno. Con algunos matices.
Dice Pedro que algunos de nuestros políticos también han pasado el verano a la sombra. Y no de una sombrilla precisamente. Están privados de libertad mientras el aire que respiran sigue libre. Aunque circule por dentro de la prisión. Es el inconveniente que tiene mangonear los dineros de todos. Incluso en el patio han nacido unas flores en libertad. Y es que Pedro es funcionario de prisiones. Trabaja en la enfermería. Hoy viene filosofando aunque no pasa hambre. Su médico le dice que tiene un ligero sobrepeso. Es un eufemismo de ciento veinte kilos. Casi nada. Hoy en la mesa tenemos un rojillo de esos de liderar reivindicaciones y manis. Ha dicho que en democracia, cuando uno tiene mayoría absoluta, se puede permitir el lujo de practicar la dictadura democrática. Eso ha dicho.
Juanmi es otro de los tertulianos ocasionales. Hoy no ha podido venir porque también está privado de libertad. Esta ingresado en un hospital. Le dan un medicamento para matar un virus que es tan pequeño que no se ve. Qué cosas. Parece imposible que esto pueda ocurrir. Y esto que él no ha hecho nada malo. También toma vitaminas que le da la enfermera. Él toma letras por su cuenta. Sobrevive gracias a la poesía. Cuando esté recuperado volverá a las tertulias. Ánimo Juanmi.
Ayer estuve haciendo limpieza en el cuarto trastero. En el desván. Tengo revistas del tipo cómic de vidas de santos. De cuando era pequeño. Hay un santo que pone que alimentaba su voluntad con la meditación. Mantenía la disciplina de su cuerpo atormentado con la oración. Mantenía limpia su alma gracias a la llama encendida de la fe. Qué fácil era ser santo antes. Este régimen ahora no se lleva. Ahora toca la dieta mediterránea. No está pensada para obtener la santidad. Ni siquiera una bula papal. La superficialidad, en definitiva. Y miro por la ventana y llueve una gota fría. No salgo de casa. Estoy sentado en mi silla menorquina que tengo en el porche. Junto al estanque. Puedo oler la tierra mojada. Esas primeras lluvias evocadoras de recuerdos. Los caracoles dan buena cuenta de mis plantas. Tendré que hacer algo. Pues eso. Salud.