martes, 20 de julio de 2010

Delicatessen literaria I

Empezamos algunos relatos breves de verano con el título de "delicatessen literaria". Espero que guste.
Cuando Cervantes regresó manifestó su deseo de normalizarse para poder reivindicar su espacio literario. Soy así como me leeis. He apostado por este camino y me niego a cambiar. No quiero ser manipulado por los formalismos ni tener que escribir con urgencia sino de lo que salga despues de una sensata maduración de una idea y su posterior reflexión que someto a mis amigos. La palabra llana la entiende todo el mundo y por eso la utilizaré a partir de ahora. Es evidente que sus vivencias y su edad estaba haciendo mella en D. Miguel.
Quevedo mantenía que escribir, para él, era una necesidad. Lo que escribo es trascendente. Me miro mucho en retomar una finura intelectual porque me importa el momento mágico en que surge una idea que luego voy a desarrollar en novela, poesía o comedia. Cuatro trazos bien definidos. Desarrollo abreviado. Búsqueda de la palabra que mejor se ajuste, etc. La importancia de trasmitir la idea inicial, darle forma con una sintáxis impecable y los retoques de última hora, sea para adular o para herir. No lo se hacer mejor.
Con Góngora se busca la libertad total para el tema, el fondo y la forma de lo que se va a escribir. No soy aséptico en nada porque soy persona y me dejo influir por todo como no podría ser de otra forma. Matizo mucho para que quede todo muy claro y no me molestan las críticas porque intuyo que alguien se ha podido molestar. Así es.
Unamuno se queja de que en la escuela se escribe poco y que el hábito de pensar y escribir se adopta a una edad temprana y en el marco de la escuela. Las personas tienen derecho a expresarse pero para esto tienen que saber escribir. No tengo discrepancias ideológicas con nadie. Defiéndo mis ideas expresándome como se hacerlo y no me molestan las de los demás y si me importan, me callo.
Con Umbral llega un poco el caos literario. Reconoce que no es refinado en la escritura pero que esto no le crea ningún conflicto siempre que el fondo sea creativo. No soy un heredero de la ilustración, soy más del filosofar el día a día. Me considero un intelectual pero no un agitador de masas ni de mentes. A lo mejor estoy equivocado. Es mi controversia y vivo con ella. No hay riesgo en lo que escribo porque no voy para nota.
Saramago admite ser un pensador principiante profesionalizado con lo que esto conlleva de poder ser criticado y quien lo haga tendrá la razón porque yo se la daré. Lo importante es que mis ideas sean un referente para pensar y reflexionar y que sean entendidas y comprendidas.
Con Pio Baroja llega aquello de pienso con tanta libertad que me puedo expresar con toda libertad. El fondo es lo que importa porque a las formas hay que echarles ingenio y si no es así puedes llegar a escribir relatos basura o ensayos folklóricos.
He leído que Jaime Gil de Biedma dejó un tiempo de escribir y esto alertó a sus seguidores y a sus editores. Preguntado al respecto contesto que lo normal es leer, no escribir. Hoy esto ha cambiado tanto que no nos vale. Lo normal, hoy, es escribir en lugar de leer porque sobran cauces para hacerlo. Este blog es un ejemplo de ello. Salud.