miércoles, 12 de agosto de 2015

Ahora mismo

El aire también nos acompañó toda la tarde. Hasta que en el paraíso terrenal se hizo de noche. En la mochila llevábamos literatura y agua. Un viaje literario decía Paolo. Total era subir el acantilado para ver la puesta de sol.
Cada día igual. Mil fotos habré hecho y ninguna igual. Ni el color, ni la forma, ni el aroma. Detrás del horizonte del mar o detrás del horizonte de la montaña o el campo. Dice Paolo que el sol cuando se pone se queda en su purgatorio hasta que se hace de noche. Ves la luz pero el sol ya no está.
Y quiero concentrarme y escribir. Las anécdotas se convierten en historia, leyendas o relatos breves. Pero no me puedo concentrar. Tengo en la mesa de al lado a un capullo con un móvil que llama y llama. No para. Compulsivamente marca y pregunta "qué hase"? Dice "ajá" y cuelga. Luego llama a otro y a otro. Quizá otro día esté libre de capullos ociosos.
Paolo me espera al comienzo del camino. Es tortuoso y empinado. Pero el viento corre y refresca. Subimos a la sombra de las encinas y de algún pino desubicado. Paramos en un recodo para mirar el mediterráneo y beber un poco de agua fresca. El silencio estremece.
Le queda poco al sol para ponerse. El mismo tiempo que tenemos nosotros para llegar arriba del acantilado y sentarnos para verlo. Otra gente hace lo mismo. Seres humanos sensibles que venimos a deleitarnos. A que se nos ponga la piel de gallina. Ese momento supera al amanecer. Paolo piensa igual. Luego de todo bajamos con el estado de ánimo tranquilo.
En el pueblo nos esperan otros en el bar de Pepe. Que son las fiestas patronales y hay verbenas y entretenimientos. Grupos musicales que amenizan la noche pero que no ponen canciones de Mari Trini. Los medio adolescentes están semisentados sobre sus motocicletas. Vaso en mano y un pie sobre el casco. Un pamboli y una cerveza. Ya hablé del paraíso.
La vida en verano, a veces, sólo es eso. Y ya es mucho. Salud.

sábado, 1 de agosto de 2015

Contrastes

Lo ha dicho Jaume esta mañana en la tertulia. La de cuando todavía no ha salido el sol pero se insinúa. La tertulia del café con leche. La de cada día distinto pero que se parece al anterior. Ha dicho Jaume, decía, que esta noche ha soñado que era sombra. Que ha recorrido la oscuridad de las calles. Ha estado con el silencio del pueblo.
Ese silencio que se hace cuando duerme la gente y los perros. Hasta que los gallos anuncian el alba. Jaume duerme lento y los sueños le duran más. Es lo que tiene.
Ha dicho el poeta que esta noche ha soñado que se moría melancólicamente y con ganas de rima. Ha subido al paraíso y ha conocido a San Pedro. Lo ha visto muy mayor. Son años. Le ha pedido el certificado de defunción que no llevaba. Es que mucha gente quiere colarse en el paraíso y eso no puede ser.
San Pedro ha consultado papeles y después de mucho tiempo de espera le ha dejado entrar. Las puertas del paraíso han tardado todo un día en abrirse y otro en cerrarse. Son grandes y pesadas y no hay otra forma de entrar. Una vez dentro ha vivido la rutina del paraíso. No le ha gustado pero era un sueño y se ha despertado. Dice que es empalagoso.
Lo he visto preocupado. A ver si será verdad. Prefiere el paraíso terrenal donde están sus amigos.
Sebas ha dicho que una noche también soñó. No quería ser menos. O una tarde de siesta larga en la tumbona del porche. Navegaba con su barca rumbo al horizonte. Cicerón estaba sentado en la proa con el viento de cara. Les gustan esas cosas a los perros.
Tardó toda una vida en hacer la travesía. También duerme lento. Es una costumbre. Una ola movió la barca desde la amura y la transportó al otro lado del horizonte. De donde ya no se puede regresar. Pero despertó sudando y con la tensión alta. Ya no está para según que tipo de sueños. Habrá que seleccionar.
Fran dice que hay que tener mucha imaginación para vivir sin sobresaltos. Cuanta más imaginación menos se sueña y más se duerme. Tiene buen olfato y sensibilidad para disfrutar de la literatura. Los sentidos poetizan la vida. También los sueños. Pero sin pasarse. Es que la belleza sólo existe si uno la puede ver. 
A todo esto el profesor de filosofía que tiene por esposa a Dña. Maruja no tiene nada claro esta mañana. Escucha pero no piensa. Los mosquitos no le han dejado dormir y está traspuesto. El mundo está lleno de ocasiones perdidas y momentos desaprovechados, dice. Se refiere a su caso.
Pepe sonríe, como siempre, y le ha puesto música a la tertulia. Nada menos que a Celine Dión. Enseguida nos hemos amansado. El sol todavía estaba detrás del acantilado pero se podía ver su luz. Ese crepúsculo que altera la sangre en verano. El mar está de vacaciones y remolonea sobre la playa. Sin más.
No me molesta empezar un mes de Agosto así. Todo el pueblo durmiendo y nosotros con las ideas por las ramas del pensamiento y de los sueños. Es el ocio dice uno. El aburrimiento y la rutina, dice otro. Seguramente es el calor y el bochorno pegajoso. Pues así era el paraíso ha añadido el poeta.
Fran se ha ido el primero. Dice que tiene que abrir el quiosco. Que el fulano del reparto le ha dejado la prensa y otras cosas en la acera.
La penumbra también se va y aparecen cosas que no estaban visibles. Aparecen los primeros rayos del sol. Pepe ha montado una sombrilla enorme. El aire corre entre nosotros y refresca. No se puede devorar la vida. Hay que degustarla. Encontrarle los sabores. Los contrastes. Como un día de mar revuelto y otro de mar abandonado. O una calle vacía de domingo y otra calle de feria llena de gente.
Unas letras dormidas en las páginas de un libro olvidado en la estantería y otras en la punta del plumín a punto de ser escritas en una hoja. Saber observar los contrastes de la vida y disfrutarlos.
Si vives a contracorriente como los salmones puedes perder la vida. Déjate llevar manteniendo tu criterio. Pero necesitas sosiego. Busca quietud. Vive el otoño. Cuando los días refrescan en los amaneceres de tertulia. La vida siempre guarda secretos por descubrir. Salud.