martes, 24 de diciembre de 2013

Interpretando a Umbral

Finalizamos año y esta entrada se convierte en la última publicación hasta Enero. Umbral es mucho y grande y cada vez que lo lees lo interpretas o reinterpretas. Más o menos así.
Entiendo yo que Adalía era una rezadora de mucho oficio pero de pocas o nulas consecuencias. Porque los caminos del Señor son inescrutables a la vez que no tienen final. Son tortuosos y complicados como un laberinto. Que parece ser que Adalía vivía en un convento de clausura donde se comía mucha verdura y fruta, y algo de carne en contadas ocasiones y que cuando éstas se daban se bebía vino en vez de agua para ayudar a la digestión. Luego en la capilla, los rezos se acompañaban de sueños. Soñaban con Dios porque era lo único que tenían permitido.
Vino a decir Umbral. Más o menos. Aunque seguramente con otras palabras. Que Adalía fue confundida por la incultura de un pueblo y la mala leche de algún ensotanado de la Santa Inquisición. También la envidia de los gobernantes. La cuestión es que fue declarada bruja y decidieron quemarla en la hoguera porque era mujer y para deleite de todos. Incluso de los niños aunque no entendiesen nada. Pero eligieron un mal día sin saberlo. Eligieron el día que menstruaba y esto dificultó la combustión. Mil veces encendieron la hoguera y mil veces ésta se apagó. Al final murió quemada y su alma subió a los cielos mientras que su cuerpo se quedaba en la tierra. Los mismos que ordenaron su muerte ordenaron que la enterraran en el mismo convento donde practicaba los rezos y la clausura. Además de la brujería, supuestamente.
Dicen los lugareños  más ancianos que desde entonces -y han pasado siglos- huele a carne quemada en la Plaza Mayor del pueblo. Huele a Adalía y a injusticia. Huele a Santa que rezaba y quizá huele a bruja porque quienes la deseaban no la tuvieron. Esa es la condición humana que interpreto de Umbral. Su recuerdo está presente desde entonces. El olor la perpetúa y los ancianos cuentan su historia para que no se pierda por las neuronas del olvido. Esta historia está escrita y guardada en el convento donde rezaba con oficio pero sin consecuencias y que ahora es museo de la Santa. Interpreto el morbo que tiene la cosa esta para Umbral periodista y pecador. Después de tantos años. En una callejuela contigua hay una casa cerrada y medio en ruinas que dicen que fue un burdel. Que Adalía era la más hermosa de las que allí vendían su cuerpo. Pero no era furcia ni bruja, sino monja de clausura.
Me dice el anciano. Mientras sorbe una copa de orujo del bueno. En lo que llevo de mañana he escuchado tres historias distintas. La de la monja. La de la bruja. La de la furcia. Cualquiera de ellas podría ser. O ninguna, porque yo no huelo a carne quemada por mucho que se empeñe el anciano. No termina aquí la historia. Que es más completa. Dicen que por las mismas fechas había un Don Juan muy famoso por mujeriego y ladrón. Que fue condenado a morir en la horca porque era hombre. Tenía derecho a un último deseo porque así estaba escrito en el libro de las leyes. Su última voluntad fue que quería gozar con la más hermosa del burdel que era Adalía. Así le fue concedido por ley. Pero con la sola idea de que iba a ser ejecutado, el mujeriego más famoso la tuvo pendulona toda la noche a pesar de los esfuerzos de la joven que bien que lo intentó hasta el amanecer. Silencios, sollozos y otros ruidos del gozar se escucharon. Así se pusieron los guardias de sólo escuchar y de imaginar. Que con la imaginación te puedes perder. Nada ocurrió. Pasó la noche y llegó el amanecer. Tres días estuvo su cuerpo colgando de la horca para escarmiento del pueblo.
Así se interpreta a Umbral. Directo y sin tapujos. Sin censuras ni extrañezas. Que así escribe uno o se calla. La historia podría no ser cierta y ser otra o ninguna. Que los ancianos cuando beben orujo del bueno se ponen a contar sin miramientos y con imaginación. Son mayores y utilizan una voz fatigada y con síntomas de asfixia. Así, de esta manera, la historia de la santa, la bruja o la putona se hace más creíble. Las palabras tienen significado más o menos acertado y hay que usarlas. Que uno que escribe no debe abusar de eufemismos porque puede confundir. Umbral es un ángel convertido en demonio cabreado que se dedica a escribir y a presentar sus libros en televisión a pesar de la presentadora. Y sus historias se reinterpretan por ancianos que beben orujo del bueno en la Plaza Mayor. Salud.


viernes, 20 de diciembre de 2013

Navidad 2013

Llegados a este punto he pensado que debo felicitaros la Navidad. Como cada año, claro. No estaba muy seguro de lo que tenía que poner. Lo que sería más conveniente. Lo que os gustaría más. O quizá algo tradicional al más puro estilo de los villancicos. Ante la duda razonable y razonada he consultado con Eugeni y le he pedido si quería involucrarse. Ha hecho unas muecas que no pienso traducir y le ha parecido bien.
Necesito el "Jalluga" (es mi barca). Me adentraré en el mar. Dirección horizonte. Con las velas hinchadas. Y cuando encuentre una ola que sea capaz de inspirarme escribiré. Volveré al anochecer. Después de que el sol se haya puesto. Me ha gustado la idea. Que es cosa importante felicitar una Navidad a los amigos. La Noche Buena es noche sosegada. Compartiendo mesa con buena compañía. Que no falte el vino, las palabras y la risa. Las miradas y la ternura. Noche de fiesta y abundancias de mejores intenciones. Esa noche en la que el viento se cuela por las rendijas y deja villancicos oportunos. Reivindicando generosidad. Nada de abusos ni extravagancias. Ni demasías. Haremos coincidencia de la Navidad con el recién estrenado invierno y la finalización del año. Muchas cosas juntas. Recuerdos y balances. Cosas buenas que habrá que repetir y otras que habrá que olvidar.
Todo sobre una mesa para ordenar. Lo que se hizo y se hizo bien. El porqué de lo que no se hizo. Crepúsculos y entre lunas. Soledades inciertas y difusas. Los que ya no están. Los que están de camino. Los que acaban de llegar. Asomarse a la Navidad para ver el Año Nuevo. Desde la orilla o desde en medio del océano. Ideas en la mente que alargan su sombra hasta la memoria. Papeles por escribir. Felicitaciones que dar. Trayectos que hay que andar. Caminos invisibles que hay que intuir. Tiempos apasionados de magias y hechizos detrás de un Avatar. Algunas pesadillas que el día borrará. Navidad blanca o del color que cada uno quiera. Con su aroma de turrón y a reunirse todo el día. Esos días en que las dudas brillan más que otro día y las certezas también. Errores y aciertos. Ecos de todo un año que retumban sin cesar. Días indecisos de bellos decorados. Sol, lluvia, nubes, niebla.
Los balances para los de ciencias. Las letras para mi. La rutina convive con la evidencia de lo nuevo. Tardes de chimenea con libros y letras. El tiempo que nos devora. O nosotros a él. Que ya no sé lo qué pensar. Que de tanto pensar tengo nublado el entendimiento. A todo esto, y mientras Eugeni está entre olas pensando y escribiendo, nos hemos reunido todos. Estos personajes inventados de carne y hueso que son mis amigos. Ya los conocéis. No pensé que fuéramos tantos. Hemos quedado para tomar una copa y algo de picar. Nunca habíamos coincidido todos en una entrada de blog. Éramos más que en el entierro del conde de Orgaz y en menos espacio. Casi tantos como en la rendición de Breda o en la batalla de Bailén. O sea, muchos. En Navidad estas reuniones son bonitas. Desde que se inauguraron pantanos y cunetas a partes iguales no se había visto tal concentración de gente. Hemos hablado de la Navidad y de libros y de pensar la lectura. Es tanto el placer que provoca la lectura de ciertos libros que cualquier día de estos los ensotanados lo declararán pecado.
En la copa ha venido la señora más jubilada de todo el pueblo. Una que va enlutada desde el siglo pasado. Usa una muleta porque está un poco impedida de una rodilla y de una artrosis de una cadera. La que va a misa primera todos los días y los de guardar. Que reza de pie y en latín que es lo que toca. Además comulga sin gluten porque tiene alergias.
Vale pues, Feliz Navidad y buen Año Nuevo. De mi parte y de Eugeni que es el responsable de organizar estos eventos. Salud.  

domingo, 15 de diciembre de 2013

El Blog

He leído que dicen de Umbral que tenía un cerebro imaginario. Seguramente tenía un cerebro lleno de experiencias. Una mano que sabía escribir así de bien. Y una pluma que le obedecía. Todo ello en su conjunto explica su prosa. Seguramente es eso. Así lo creo yo. Un torbellino de ideas acomodadas en las páginas de los libros de escribió. Como el mar. Que los días que sopla el viento lo contiene el acantilado. De lo contrario se saldría. Sólo se desborda por la playa porque le gusta el contacto con la arena. Igual que la sombra. Siempre a resguardo del sol o de la luz de las estrellas. Por eso es sombra.
Este blog tiene rostro, color y aroma. Y lo contrario. Cada cual que lo lee aprecia su rostro. Su silueta. Su aroma y su color. El blog que te mira aunque no tiene ojos. El que te susurra silencios al oído para que nadie más los escuche. El que dice con letras porque no tiene boca y no habla. El que tiene relatos breves. Historias pequeñas que se dejan ver entre la niebla. El que cuenta cosas que parecen verdaderas y a lo mejor no lo son. O son historias parecidas a algunas que nunca existieron. Frases que parecen absurdas si no las piensas bien. Este no es un blog. Es el Blog. El que lleva todo tipo de géneros literarios. Esto es lo que quería decir. Como lo que he leído que dicen de Umbral. Porque me gusta. El blog tiene miradas. Tiene vistas al mar y a la montaña. Tiene recodos para el descanso. Camino para caminar. Ideas para pensar. El blog que tiene silencios y espacios en blanco. Y que también dicen. Abierto de día y de noche. Las veinticuatro horas. Porque siempre es de día o de noche en algún sitio donde habrá alguien que querrá entrar y ojear. Incluso leer. El blog tiene vida propia y de otros. De lectura agradable y sencilla. Debe ser leído desde la tranquilidad y desde la sensibilidad hacia la letra escrita.
Por aquí han pasado poetas, filósofos, escritores, científicos, payasos, profesores, marujas y otros. Ciegos, cojos, jubilados y sin papeles. Todos han dejado una huella en quien los ha leído. Que lo sé. Incluso mi sobrina María Antonia que el año pasado nos felicitó la navidad. Cada uno con su sonrisa y su expresión cultural. Vecinos que pintan. Amaneceres y atardeceres. El sol, la luna y las estrellas. El mar y la montaña. Las piedras mudas y los árboles centenarios que sólo hablan cuando los mueve el viento. El horizonte y sus nubes. Y las lluvias torrenciales con su fango. El arcoíris. Las farolas de la noche que luchan contra la oscuridad. El indigente, el poeta y el músico de la boca del metro. Los sueños y desvelos. Las noches en blanco y sus días estresantes.
Ahora mismo cuando escribo esto y miro por la ventana veo al anciano jubilado de casi el anochecer con andar torpe y desorientado. Calle abajo con su perro amigo que conoce sus costumbres. Entre la oscuridad de la noche que llega y la luz de las farolas que acaban de encenderse. El jubilado mal pagado por culpa de la crisis. A estas horas ninguno de los dos lleva la sombra arrastrándose por el suelo. Ni por las paredes de las casas. El perro preocupado de sus cosas. El anciano preocupado de los dos. Héroe de la vida. Retirado de todo lo vivido y de lo que le queda por vivir. Pero ahora mantiene la dignidad porque es el protagonista de esta entrada del Blog.
Tocan ocho campanadas. La hora de la última misa. Antes de la cena. Él no asiste a lo primero. Lo de la cena será algo fugaz porque se lo ha dicho el médico. Ya no tiene edad ni estómago para según qué cosas. Luego música nostálgica para alimentar el espíritu y las ganas. Como en los buenos tiempos. Un poco de lectura de Umbral. Rojillo y putero. Dueño de la noche. De pluma que se desmadra. El municipal termina la ronda y concluye el día. Sin novedad que es lo que importa. El cura termina la misa y despide al monaguillo y a unas señoras abrigadas. Umbral no está porque era ateo. A estas horas estaría pidiendo cama y placer en alguna casa de señoritas y señoras que te meten mano.
La noche viene cargada de sueños. Que cada uno coja el suyo. No vale repetir ni copiar. Los sueños son de cada uno. Si acaso compartir en el calor de entre sábanas. Salud.  

lunes, 9 de diciembre de 2013

Poesía libre

Esta es mi palabra.
Libre y sencilla.
De corazón generoso
y de alma en apetito.
De poeta enamorado
de un mar en calma
y espuma en la orilla.
 
Palabra que no es muda.
Que ni turba ni espanta.
Palabra de poeta
que gime al viento.
mientras mueve el aire.
Que busca fronteras
y las traspasa.
 
Palabra de buena mañana
tapada de escarcha
que anida en la soledad
porque se siente herida.
Que escucha y dice.
Una y otra vez con destreza
para que llegue
en forma de poesía.
 
Palabras sin tristeza ni llanto
de cuando la soledad es compañía.
Palabras esperanzadas
dichas con melodía.
Esta es mi palabra
libre y sencilla.
 
Palabras atormentadas
escritas en la niebla.
Palabras de ternura escritas
una noche sosegada.
Con espinas de rosas
para que nadie las toque
y simplemente las lea.
 
Palabras de gozo
acompañadas de vino.
Palabras que guardará el poeta
y que recitará cada día
hasta que se las lleve el olvido.

Se escribe la poesía
en primavera y otoño,
en verano y en invierno.
Versos y más versos
antes de que llegue el sueño
de la noche.
 
La poesía escrita
desde la memoria y el recuerdo.
Describe la bruma del horizonte
y las cenizas 
que el viento se lleva.
Que habla de nosotros mismos
de promesas quemadas
y de pasiones consumidas.
 
Pero fíjate
que aunque sea ceniza
permanece unida.
Que no sople el viento, pues.
 
El sol permanece oculto
por las nubes.
Los versos no riman.
Habrá que recoger las cenizas
y recomponer las promesas.
Devolvernos las miradas.
Cambiar silencio por palabras
y recuperar lo de antes.
 
Volver a encender el fuego
si hace falta.
El que no quema,
pero da calor.
El de la pasión y la ilusión.
Recogeremos estrellas
y nos diremos palabras adultas.
Mientras superamos el vértigo
del momento
De la poesía libre
porque dice la verdad.
Los versos escritos en la noche
antes de que llegue el sueño.
 
Cumpliremos las promesas
e iremos de la mano.
Dónde nos conduzca el sendero
o dónde nos lleve la marea
sin brumas ni susurros.
Que el tiempo es propicio
para que se escriba poesía.
Que los almendros
ya están en flor.

La percepción limitada
del lenguaje de la vista.
En la distancia y en el tiempo.
En los sentimientos.
En la oscuridad de la noche
cuando nos dice cosas calladas.
 
Aceptaremos el infinito
como punto de encuentro
cuando el sol se pone.
Nos haremos invisibles
cuando caiga la nieve
 sobre nosotros.
Quedará la silueta
sobre la nieve blanca.
También la niebla
marcará nuestra silueta
a la luz de la luna.
Aunque sea por un instante.
 
Lo que no comprendo
no existe y no lo escribo.
Por eso
quedan páginas en blanco
de instantes y de recuerdos.
Vamos a revivir sentimientos
para dejar de silenciarlos.
Y que vuelvan.
 
Atrapado en la ventisca
necesito compañía
que amaine la tormenta.
Recuperar el aliento
y ahuyentar miedos
que se van con el viento.

Desgarrador llanto
de silencios de la noche.
 
Palabras al viento
que caen al mar
y éste me las devuelve
con las olas.
Para poder escribirlas.
Dejando huellas de tinta
porque caminan descalzas.
Sobre el papel.
Que no se borren.
Que no se olviden.
 
Pisando caminos.
Nadando océanos.
Pensando lugares.
Imaginando personas.
Llenando espacios.
Descubriendo momentos
mientras acaricio tu cuerpo
con los ojos cerrados
para que parezca real.
 
Los silencios de la vida
son libres.
 

martes, 3 de diciembre de 2013

Woody

Leo un artículo sobre Woody Allen. Me atrae su personalidad. Su forma de expresarse y de hacer las cosas. Y todo eso. Supongo que no soy el único pero seguro que los habrá que piensen lo contrario. Pues muy bien. Cada uno a lo suyo. Dicen que decía al principio de ser él, "lo único que lamento es no ser otro". Menos mal de esto -pienso yo- porque nos habríamos perdido un genio.
Ahora que ya es él y su currículum -que no es poco- ha dicho otra cosa. "Hace tiempo que desistí de leer lo que escriben de mi. No hay distracción a la que se le pueda sacar menos partido". Pues en esto estamos de acuerdo Woody. Entre otras cosas porque yo, a mis años, pienso y hago lo mismo. Tampoco me imagino una forma más absurda de perder el tiempo. Estar constantemente preocupado de lo que puedan pensar o decir de mi. Renuncié a esto hace tiempo y recientemente a la crisis. Ya no admito la crisis porque vivo según mis posibilidades. Cosa que otros no hacen. Y no miro a nadie. Resulta evidente que las personas cambiamos y casi siempre es para mejorar el estado anterior. Hay honrosas y muy honorables excepciones que todos conocemos. Que sepan que dentro de algunos miles de años o más los antropólogos no les dedicarán ni un minuto de su tiempo ni de sus estudios. Estarán descatalogados y sufrirán el olvido de la historia.
Y estando yo concentrado en estas cavilaciones resulta que ha pasado la más ligera de las brisas por mi lado. Me ha despeinado un poco y ha movido una hoja del libro. Estoy sentado en la terraza del bar de Pepe. Esto significa que estoy junto al mar. En este pueblo costero que ya he descrito antes. Lo puedo ver y oler. Oigo sus olas. Y como digo, me seducen sus brisas al pasar junto a mi. Los pájaros están especialmente ruidosos esta mañana. Pero sé que no hablan de mi porque su inteligencia está por encima de estas cosas. El sol hace un rato que amaneció. Sube perezoso con la única intención de alcanzar el mediodía. Luego entrará en decadencia. Un atardecer rápido y vuelta a la calma del mar donde duerme. Y mientras el sol descansa el sosiego y el silencio se hacen patentes. Esto me permite pensar y escribir. Con los zapatos colocados a mi lado en posición de descanso. Y si viene Woody le invitaré a tomar una copa siempre que le sople al clarinete.
Dejo el libro que tengo entre manos y cuyas letras se desparraman por mi mente. Toca mirar un poco de paisaje. Descubro que las barcas son algo más que esto. Los árboles son algo más que árboles. Digo lo mismo del aire. De la luz del día y de las sombras que genera. Mis ojos ven un conjunto de naturalezas y mi mente las interpreta como un bello paisaje. Son muchas cosas en una. Y cada una imprescindible. Abundancia de colores y de aromas. Que por cierto, todavía no he conseguido verle el color a la noche. Hoy habrá viento racheado que moverá ramas y olas. Y formará remolinos de hojas caídas de otoño. La gente se quedará en casa a sus cosas. Los gorriones seguirán volando y haciendo ruido. Pero no hablarán de nosotros porque saben que no nos importa. Desde hace tiempo. Salud.   

viernes, 22 de noviembre de 2013

Un amigo

He decidido que necesito un amigo nuevo. No uno más. Uno distinto a los que ya tengo. Diferente a lo ya conocido hasta ahora. Una especie de lolailo. Un trepa del todo incluido. Un profesional de la adaptación a cualquier circunstancia. Estoy en ello. Me cuesta decidirme porque resulta que hay muchos de estos. He encontrado uno que creo que reúne este perfil. A lo mejor después resulta que no. Tengo que ir conociéndolo. De momento ha llegado cojeando con disimulo. Tuvo un accidente de moto de cuando gastaba juventud. Mirada melancólica de ojos hundidos. Boca inofensiva como si se tratara de un mosquito sin aguijón. Se llama Bartolomé aunque por aquí todos le llaman Tolo. Parece solitario pero vete a saber. No se aprecian pensamientos profundos en las primeras palabras que dice. Tiene un certificado de la vida que pone "apto". Justito, pero apto. Tiene afición por todo lo que sea o aparente superficialidad. No es de hablar mucho y tampoco grita cuando habla. Creo que estoy en el buen camino. No es de repetirse. Dice, queda dicho, y punto.
Espero no haberme equivocado porque necesitaba un amigo así. Accidente con moto robada en sus años mozos. Ingresos. Hospitales. Días perdidos. Rehabilitación. Médicos. Más quirófanos y más rehabilitación. Ahora cuando camina cojea y se apoya en una muleta. Con tanta convalecencia se aficionó a la cría de pájaros. Periquitos y esas cosas. Acaba de inaugurar su edad adulta y tiene montado un centro canino. Me explica. Cuida perros de otros. Aseo y peluquería. Clínica veterinaria. Guardería canina para esos dueños que salen de viaje. Adiestra y asesora. Compra y vende cachorros. Vacunas. Pone chips. Tienda de complementos y útiles varios. Etcétera. Etcétera. Yo en estado de alucinación, evidentemente. Llegados a este punto ya no me parece un trepa del todo incluido. O un lolailo. Que es lo que buscaba para romper algunas de mis rutinas. Tolo es así. No profundiza en casi nada. Le importa un bledo casi todo. Menos la familia, los amigos y la máquina de hacer pesetas en que ha convertido su negocio.
No se complica en las conversaciones en  las que haya que pensar. Cuando llega el momento tiene su frase de "es tarde y tengo cosas que hacer". Y se va. Da trabajo a una decena de personas etiquetadas como inadaptados sociales o marginados. Pero él no le da importancia a la cosa y les ocupa el tiempo. Se postula como creyente y practicante de la libertad. Tiene su vivienda en un chalecito anexo a las perreras. En el jardín de su casa sigue teniendo periquitos que cantan como locos. Tiene un algo que le capacita para tratar con los perros. Les habla todo el rato y no consiente que le ladren. Accidente. Pájaros. Rehabilitación. Perros. Ahora somos amigos. Pero no hablamos de cultura. Ni de literatura. Ni de otras cosas parecidas. Es el contrapunto que necesitaba. Le he dicho que un día le llevaré a navegar con el "Jalluga". Es el nombre de mi barca. Un Llaüt de madera que se mueve por el mar así de bien. Le impone eso de alejarse de la orilla. Pero acepta.
Sin currículo. Criador de perros. Amante de los periquitos. Superviviente del día a día. No lee, ni escribe, ni toma café con contertulios. El otro día -que casi se me olvida contarlo- conoció a Cicerón. El perro de Sebas. Se miraron. Le pasó la mano por el lomo. Cicerón le lamió la mano varias veces y se tumbó a sus pies. Luego le dice a Sebas que se lo deje algún día porque quiere aprender cosas de él. Quedamos de piedra. Para él la literatura es papel mojado de tinta y manchado de letras. Cree que primero tendríamos que aprender a acariciar a un perro. Luego entenderíamos mejor la poesía que leemos. Risa espontanea en el grupo. Si él lo dice. Su biografía es un desafío para cualquier escritor. Es el eslabón invisible del sistema. Pero no lo sabe.
Me dice Tolo que no lo meta en relatos de blog. Ya es tarde para esto. Acabo de darle al botón de publicar. La gente que entra en el territorio de las letras ya podrá degustar la historia de un luchador. Un apasionado de los perros. Un aficionado de los pájaros. Un amigo distinto al resto. Un verso en cursiva. Bartolomé. Si lo encontráis llamadle Tolo. Salud.

martes, 19 de noviembre de 2013

Un regalo

Los diálogos certeros entre personas insobornables me atraen. Instalados en la realidad y en la profesionalidad. Capaces de conocer el mérito donde lo hay y las pifias, si es el caso. La mirada estudia la persona y su entorno. Enredados en la vida y en la supervivencia. Así comenzó el día. Entre palabras, miradas y gestos de los de siempre. Y el café que era de verdad. Que quienes seguís este blog ya sabéis quienes son los de siempre. Una idea sobre la mesa en un día de mucha lluvia. Estas próximas navidades tiene que haber libros. Ningún niño sin un libro de aventuras. Es cuestión de organizar el tinglado. Recogida de libros en donación. Catalogarlos. Y en navidad repartirlos a los niños y no tan niños. A través de los colegios que damos por sentado que es la cuna del saber y de la conciencia del saber. Otros reparten comida. Nosotros cultura que mucha falta hace. Máxime cuando el ministro del deporte hace tiempo que ha puesto el chiringuito en venta.
No es un tema menor aunque es posible que los haya más importantes. La conciencia de ciudadano libre tiene que venir a través de la cultura. De la cultura en general. Es un trabajo que ya se ha hecho en otro orden de cosas. Será fácil pues siempre que tengamos suficiente voluntad y voluntariado para acometer el empeño. Directores de colegio, tutores y profesores. Responsables de servicios sociales de cada barriada. Hay que llegar a todas las sensibilidades de la comunidad educativa inteligente como clave del éxito. Se excluyen libros religiosos y de política. Que esto es algo muy personal y secundario. Prima la aventura. No haremos ascos de la narrativa, poesía, ensayo o teatro.
Alguien apunta a la colaboración de los intelectuales. Ya empezamos con más de lo mismo. Como si la intelectualidad fuera algo exclusivo de los que han escrito un libro o han sido protagonistas de una película. Cavilaciones y discusiones constructivas para el éxito de la empresa. Dicen que vivir y escribir van de la mano. Leer y vivir dignamente, también. Que nadie ponga pegas a la libertad de pensar a través de la lectura de un libro. Pues eso pensamos todos los que pensamos. Incluso nos hemos permitido extravagancias. Una pequeña dosis de lucha para que la utopía se haga realidad. Es un paso más en la actitud ante la vida. Queremos empezar fuerte para asegurar el éxito y la permanencia.
Las palabras atrapan. Si son de aventuras más y mejor. La necesidad de imaginar empieza en la infancia. De pequeños. Vamos a apartar por unas fechas los utensilios electrónicos para volver al papel escrito. Letras gastadas de haber sido leídas. Esquinas de hojas amarillentas de haber sido manoseadas o acariciadas. Algún subrayado que ya tiene dueño. Hacer un robado de alguna anotación al margen que nos gusta. Pero nos da igual. La idea para vender la idea es la del perro de Sebas. Cicerón. Que viene hasta ti con un libro en la boca. Te lo deja encima para que se lo leas. Se sienta delante con mirada de interés en espera de que empieces la lectura de la aventura. Salud.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Poesía de otoño

Nadan los peces,
en el mar,
en silencio.
 
Corre el viento,
sobre el mar,
en silencio.
 
Aparece la oscuridad,
en el mar,
en silencio.
 
Pez, viento, oscuridad.
Mar, silencio.
Y la gaviota sobrevuela.
El mar en silencio.
Tiene su nido
en el acantilado.
Donde pasará la noche.
 
Surca la barca,
el mar en calma.
Hincha las velas de aire.
Se deja empujar por las olas.
Se mueve con la marea.
Nos miramos fijamente.
Y nos estremecemos.
 
Nos mira el sol a lo lejos.
También la luna.
El mar se tiñe de rojo,
y el firmamento.
Aparecen las estrellas
de un atardecer tardío.
 
Olvidados en el fondo.
Esconde el mar un tesoro.
Los versos del poeta.
 
Es un monstruo
dice la gente.
Las noches de luna llena.
Es una poesía de otoño.
Que un día escribió el poeta.
 
 


sábado, 9 de noviembre de 2013

Retuit agradecido

Este blog que no se cansa de editar entradas. Buenas y menos. Pero siempre escritas con el mismo interés. Y con las mismas ganas. De cuando empiezas una cosa por primera vez. El interés por ese libro que te acompaña a todas partes. Que forma parte del equipaje. La afición por el buen gusto literario. Que uno tiene paladar. Hojear un libro y ojear su contenido. Comprar un libro de poesía en la sección de delicatesen de una librería de barrio. Un amigo fiel como el librero de cabecera. El librero amigo que escucha tus inquietudes. Que luego te receta un libro de poesía escrito con pluma cara. O narrativa. Quizá un poco de ensayo de esos de reflexionar. De pensar. La pluma que algunos utilizan para escribir en domingo o fiesta de guardar. Los mismos versos que luego serán dichos susurrando con los mismos labios de besar cariños. Como las lágrimas. Que son las mismas en momentos de alegría o de pena y tristeza. Los poemas memorables que nos pertenecen. Porque los hemos escrito con el alma. Pero dejamos que otros los lean. Pecado, pasión, castigo, agradecimiento. Un poco de todo y algo más.
El libro en papel y luego el otro que no es libro. Conversaciones precisas con contertulios selectos. Subrayar hallazgos íntimos para luego pensarlos. Anotar reflexiones al margen como tradición necesaria. Como gravitación del pensamiento sobre una idea que toma distintas formas. El poeta libre que no entiende de normas y escribe en estado puro. Sin tallar. Sin ataduras ni subvenciones. Sin rima. Reflejar la realidad y la ficción con palabras exactas. Para que sean entendidas por todos. La belleza expresiva del escritor que lleva los genes marcados. La escritura como puro trámite para decir cosas. Nuestras cosas. Sin eufemismos. Sin metáforas. Sin ironía. Ese poeta que recita sus versos en público. Y que luego para para coger aire y te mira. A ti. Te estremeces. El hechizo de la entonación y las pausas. El otro poeta que escribe en servilletas y que vende por la voluntad en la boca del metro. Y mientras el músico le saca una melodía al saxo. Comparten el sombrero para las monedas y se reparten las monedas del sombrero. Que bien suena. Y más si hay monedas.
Moverse por los vientos de las rimas. Versos en calma que se confunden con el mar y lo imitan. Acompañados por el ruido del aire en movimiento. De las ramas secas y de las hojas cuando caen. De las hojas cuando las pisan. Memorias y recuerdos de la barca. Los complicados remos que no te lo ponen fácil. Tempestades vividas. Recuerdos hasta que la memoria se apaga. Porque se apaga. Mirar el bosque frondoso en busca del camino. Y no encontrarlo porque las hojas lo tapan cuando llega el otoño. Ese esfuerzo por imaginar al autor de los textos que nos gustan. Que nos marcan. Que dejan huella. Cerrar el libro con un marcapáginas y una cita evocadora que previamente hemos escrito a lápiz. Que te acabas de inventar. Cerrar los ojos y pensar en lo leído. Esos libros que te llevas en los viajes. Y estos otros que te llevan de viaje. Todos quieren venir. Todos quieren llevarte. Pero no puede ser. Por eso son leídos y releídos con curiosa nostalgia.
El aire que respiras mientras lees. Versos salpicados de espuma porque lees junto al mar. Sentado en la orilla. Las hojas que huelen a tinta y a humo. Porque acabas de quemar la inocencia o la pasión. Luego te calientas con las brasas hasta que sólo quedan cenizas. El viento se las lleva y las esparce. Robar tiempo a escondidas. Al ocio. Para dedicarlo a la poesía. Que no es ocio sino necesidad. Sujetar las hojas cuando el viento del norte las quiere mover. Sujetar las ideas cuando el olvido se las quiere llevar. Vendrá a ser lo mismo. Supongo. Y a todo esto quiero recordar el primer libro que leí y no lo consigo. Quiero recordar el primer beso que di. Ese sí lo recuerdo. El último libro que he leído no era uno sino varios. Esa manía de leer varios libros al mismo tiempo. Saborear la escritura elegante junto a una copa de vino. Las letras y el vino en el paladar. Como el buen café y la buena compañía. Elegir el momento y el lugar que no es cosa menor. Todo lo contrario. Las cualidades de los autores que contrastan entre ellas. Igual que las cualidades de los que leemos. Esa felicidad infantil cuando lees unas letras que acabas de escribir. Escribir la vida que vives y que piensas. Y la que sueñas, pues también.
Textos con carga reflexiva escritos con brillantez. Conseguir el equilibrio entre ensayo y relato. Narrativa y poesía. Textos poéticos que hablan del mar y del bosque o la montaña. De la primavera y del otoño. Del amanecer acompañado y del color del cielo antes del ocaso. Y me fijo en ese lunar que tienes en la cara. Como quien pasea una estrella. Pienso en los encuentros y en las despedidas. Y en los momentos entre ambas cosas. Es nuestra historia íntima,. La que nos pertenece. Momentos de locura que no se pueden contar. Mi agradecimiento al poeta y al músico. Y al payaso que acompañó a Javi. Al escritor y al librero. A los que desayunan conmigo y que ya conocéis. No me olvido de las noches de luna llena. De la luz que entra por la ventana y no me deja dormir. Y qué decir del insomnio que me deja pensar en ti. Incertidumbres que vienen con el viento. Problemas que trae la marea. Sensación de lo bello y lo hermoso. La flor silvestre que nace en un rincón del patio de una cárcel. Vive entre rejas pero es libre. Igual que el viento y el aire y la luz y el silencio y la oscuridad. También viven en cárceles y también son libres.
Si todo lo que escribo ya lo ha vivido tu mente pues lo vuelves a recordar. Si es la primera vez empieza a pensar. Como la barca aficionada y sin experiencia que le teme al mar. Y a las olas y al viento. Le teme a las nubes del horizonte. Pero lo superará cuando sea profesional del navegar. Mientras navega conversará con el mar. Dominará la tempestad y jugará con el oleaje. Hinchará las velas para recoger viento y cortará las olas sin dificultad. Pero mientras es novata y temerosa. Se parece a los adolescentes que se miran por primera vez. Que no saben qué decir de tanto que tienen qué decir. Utilizan la mirada y el aliento. Y el tacto de las yemas de los dedos. El tiempo pasa más rápido de lo normal y nadie sabe porqué. Luego vendrán los diálogos. Largos y certeros. Sin dejar de mirarse. Cada día como si fuera la primera vez. Los labios sustituirán las palabras por los besos. Y vuelta a estremecerse.
Tiene talento el poeta que escribe con elegancia y seriedad. Que sabe mover el viento para que puedas bailar con él. Pulso retuit porque la cultura es de todos. Dice Eugeni que algunas fiestas terminan con resaca. Y con recuerdos. Luego a la mañana te levantas con la obligación de luchar. Y de ganar. Que para esto están los sueños. Las frustraciones se entierran en el jardín para que sirvan de abono para otras experiencias. Las nubes cuando vienen bajas producen reflexiones. Empezó una novela negra. Se fue al lado del mar a escribirla y terminó una novela romántica. Durante años de vida clandestina tuvimos amor del bueno. Me fui a dormir a tu casa y me llevé el pijama. Me dejé los sueños y tuvimos que compartir los tuyos. Nos despertamos con olor a café y a pan tostado. No me olvido de tu aroma. El amanecer huele a otoño tardío. A invierno lejano. A casi verano. Huelo a hojas caídas. Una vez estuve herido y me ingresaron el alma. Me recetaron literatura elegante y poesía con rima. Ahora salgo a pasear para que vea el mar desde el acantilado. Nos sentamos en el recodo hasta que amanece. Cuando se hace de noche aparece la luna. Hoy dormiré con las estrellas. Salud.    

jueves, 7 de noviembre de 2013

Los nombres

A menudo conservo recuerdos porque yo estaba allí. Mucho más que cuando me lo contaron porque no estaba. El nombre de cada persona forma parte de ella misma. Incluso su profesión. Decir Sebas y Cicerón, por ejemplo, es decir mucho más que dos nombres. Es la biografía de una persona y su perro. Que incluso es muchísimo más que un perro. Sus actividades y sus cosas íntimas. Dos historias para enmarcar. La de un anciano encantador y su inseparable perro. Vidas paralelas, como dicen.
Las palabras quieren decir lo que dicen. A veces incluso dicen más o mucho más. Otras, en cambio, no dicen nada. Los acontecimientos alegres o desagradables utilizan el mismo nombre. Las personas buenas o malas, también. Las cosas que nos gustan se llaman lo mismo que las mismas cosas que a veces no nos gustan. Así es. Hay nombres que van a juego con las personas, animales o cosas. A veces, simplemente no pegan.
El otro día había convocada una protesta. Alguien dijo que era una manifestación. Uno de los organizadores del evento lo llamó reivindicación. Y otras cosas. Al final todos hicimos lo mismo. Andar por la calle con banderolas y silbatos en modo festivo. Y como siempre en estos casos, la clase dirigente no se enteró. Esa sordera cortical que padecen. Año electoral, año de bienes. Como dice Sebas que viene con su perro Cicerón. Nos hemos acostumbrado a la crisis. No saldremos de ella en las condiciones de antes. De lo contrario volveríamos a entrar en crisis. Eso pienso yo.
A ratos silencios largos e interminables para aclarar ciertas cosas. Miradas calladas que hablan sin censura. Al final queda aclarado todo y cada uno a lo suyo. Para que luego digan que hablando se entiende la gente. Mirándose también se entiende la gente. Las cosas pueden solucionarse sin gritar ni faltar. La empresa de mi vecino lleva meses sin pagar nóminas. Mi vecino va a trabajar preocupado cada día. Vive de ayudas y busca alternativas. No se morirá de hambre ni de falta de vergüenza. Desde luego no como otros que presumen de tener escaño.  
Y a todo esto parece que el tiempo quiere cambiar. A esta hora sol y moscas como suelo decir muchos días. Veintiséis grados y humedad. A esto lo llaman Noviembre. Dicen que en unos días llegarán nubes que taparán el sol. Se volverán negras y el día parecerá un anochecer. Tendremos tormenta de agua y viento. A esto lo llaman otoño. Que las nubes cambiarán de forma y de lugar. Crearán sombras y las moverán de forma caprichosa. Las calles se llenarán de charcos para que los niños jueguen a mojarse los pies y los mayores saltemos para no mojarnos los pies. A eso le llaman mal tiempo. Otros se alegran de ese buen tiempo otoñal. Así son las cosas.
Con el cambio de hora se dice que ahorramos energía y dinero. Pero lo cierto es que el sol se acuesta antes. El día, por tanto,  es más corto y al final terminas por encender bombillas. El mar lo ha notado y las olas llegan más nerviosas. Precipitadas antes de que anochezca. Con oleaje más alto. Los jubilados han sacado ropa de invierno y vuelven a misa para que el párroco les asigne un sitio en el autocar. Los domingos toca excursión y esas cosas. Desayuno, autocar, guía, almuerzo, fiestorro y bailoteo para digerir, cánticos de juventud y siesta a partes iguales, llegada a casa. No me olvido de la oferta quincenal en el camino de regreso. Algún atrevido ofertando. Mientras los párpados de los jubilados se cierran rendidos.
Tiempos convulsos. Pero nos empeñamos en conservar la rutina del bienestar. A eso lo llamamos "no nos podemos quejar". Es hora de aprender a vivir igual que antes pero con menos recursos. Los mayores se adaptan mejor. Esa luz que algunos ven al final del túnel ha resultado ser, según otros, una bombilla de bajo consumo en mitad del túnel. Por poner nombres que no quede. Cada cual dice las cosas según le parezcan. El nombre resulta ser lo de menos. Los brotes verdes de unos es césped artificial para otros. Lo digo porque los pies descalzos saben lo que pisan. A esto le llamo yo una entrada por la necesidad de escribir. El mar me lo va dictando mientras le miro. Por cierto, el mar se llama mar siempre. Cuando está calmado y cuando está tempestuoso. Salud.