domingo, 28 de abril de 2013

Tal vez

Debo advertir a quien en este preciso momento tenga a bien empezar a leer esto que no se trata de literatura. Ni mucho menos algo poético. Es un escrito que quedaría englobado en el subgrupo de cosas que me rondan la cabeza y que debo de escribir antes de que me estalle. Escritos barriobajeros o de cloaca. Una especie de experimento. Una forma de explayarme cuando mi órgano de pensar acumula tonteces varias y se satura.  Tal vez me equivoque. Sólo tal vez. Pero tampoco me importa demasiado. Diríamos que casi nada. Tengo que confesar en mi contra, y no lo digáis muy alto no vayamos a liarla, que desde hace algún tiempo estoy afianzando la idea de que la ñ es de izquierdas. Ssssss. Ya se que lo que acabo de afirmar roza la locura y el esperpento. Pero tal vez lleve razón. Podría ser que la ñ hubiera renegado de la derecha. Yo ya soy mayor y no creo en las utopías y ni siquiera en los Reyes Magos. Pero observo que la ñ, semana tras semana, se está escorando hacia la izquierda moderada, debilitada, ineficaz y pueril. A lo mejor es una simulación y yo me dejo engañar. Podría ser. Los golpistas que van de intelectuales no son de fiar. Estoy advertido y te advierto. Pues, ojo.
Es que últimamente no hace otra cosa que dar bofetadas a la mejilla cultural del presidente que, como todo el mundo sabe, la tiene dispuesta entre los dos glúteos. Le reprocha que mantenga a un intelectual de la tontería y los despropósitos al frente del chiringuito de la cultura, de las artes y de las revistas porno. O lo que quede de todo ello. De llevar un collar tan largo que llega hasta Bruselas. De los abusivos impuestos para entontecer más al pueblo soberano y esas cosas. De presentarse al mundo escondido en una pantalla plana de plasma para no tener que dar explicaciones aunque tenga la delicadeza de hacerlo en color. Insisto en que lo de la ñ no se explica pero tiene mi apoyo. Que siga.
Esta pasión que pone en desprestigiar al Presidente y al del chiringuito es sólo comparable a la pasión de un amor de juventud. De adolescencia e incluso casi de niñez. Esta pasión que te quita el sueño y te hace hacer tonterías mientras te comportas como un lolailo. Escandalosamente pasional y bello. Como la misma ñ dice, "es sincero incluso cuando miente". Un experimentar nuevas sensaciones. El debutar de emociones fuertes y de raíces profundas capaces de aguantar las peores tormentas. Esta pasión en ideas obsesivas de una imagen, un perfume, una mirada, una voz, un cogerse de la mano. ¡Qué recuerdos! Quedar para estar y hablar de cosas. Pero sobretodo para estar. Esa cosa química que ataca los sentimientos más puros y en el caso de la ñ los pervierte debido a la senectud. Voy a reconocer en privado que quizá sea uno de los mejores descubrimientos. Tal vez sea así y yo lleve razón.
Hay bases científicas para explicar todo esto. Se llama resentimiento. Afán desmesurado de cartera. Deseo descontrolado del poder de la cultura. Y del poder controlar la cultura y el arte. Ahora lo empiezo a ver claro. La ñ tiene sillón y quiere cartera. Vale pues. Leer la ñ no provoca pesadillas pero provoca náuseas y vómitos y el consiguiente malestar. Recojo escritos míos en forma de ideas, pensamientos y reflexiones. Los ordeno medianamente bien y empiezo a pasarlos a limpio de forma ordenada para que tengan sentido.
Pues nada. No alargo más porque esto, como he dicho al principio, no es literatura ni cultura. Es crítica de explayarse en domingo a mediodía cuando el sol te derrite el órgano de pensar. Habrá que abreviar y seguir la ñ de cerca para ver en qué termina todo este vendaval capaz de levantar las faldas a las mujeres. Aunque sé por experiencia que después vendrá la calma. Quedarán hojas esparcidas por el suelo y algunos charcos donde jugar. Salud

jueves, 25 de abril de 2013

El traductor

Es mayor. Está jubilado de su profesión. Toda su vida traduciendo libros que le ha permitido leer mucho y de gratis. De todos los géneros. De tanto leer ha acumulado conocimientos y otro tipo de experiencias. Ahora que es mayor y que se ha jubilado de su profesión por imperativo legal, ha decidido escribir. Demasiadas experiencias retenidas y muchas ganas de darles salida. En esto está y por mucho tiempo del que disponga, el día se queda corto. Las ideas se escriben a buen ritmo. Pero con la sensación de que no basta.
Resulta lógico que su primer libro se titule "Diario de un traductor". Tampoco ha tenido ningún problema para editar. Se ha movido en ese mundo y lo conoce. Ahora una llamada al contacto de referencia. Ha tocado muchos manuscritos con sus manos y los ha ojeado suficientemente. Ahora es el momento de dejar constancia por escrito de pensamientos e ideas que ha conservado con tantos años de profesión.
La primera historia se refiere a un prisionero de Auschwitz. Éste se entretuvo a escribir en la clandestinidad todo cuando acontecía en el campo de exterminio. Lo que veía, lo que pasaba, lo que le contaban. Todo quedo registrado como documentos valiosísimos. Estuvo meses haciendo este tipo de cosas y luego escondía los folios en un lugar seguro. Tendría unos treinta años y había publicado cosas.
La profesión anterior a su detención había sido criador de perros y adiestrador. Era buen conocedor del mejor amigo del hombre. En el campo de exterminio de Auschwitz se hizo amigo de ellos. Había muchos y llegó a conocerlos a todos. Un atardecer de niebla espesa se acercó a la alambrada y cortó un trozo de ella. Los perros no ladraron. Se fue tranquilamente. Incluso se llevo un perro para que le guiara y le hiciera compañía en su huida.
Tardó varias semanas en llegar a su casa. Una pequeña aldea en Austria donde permaneció escondido hasta el final de la guerra. Se reencontró con lo que quedaba de su familia. Contó todo lo sucedido y cómo lo había vivido. Las cosas se fueron normalizando y esperó la ocasión de volver al campo reconvertido en museo del horror. Su obsesión era recuperar  los papeles escritos años atrás. Eran importantes. Lista de nombres, fechas, cosas acontecidas, dibujos de planos, etc.
Fue acompañado por sus nietos y protegido con mucho valor. Volver a pisar Auschwits no sería fácil. Los recuerdos en los papeles no le dejaron pensar en otras cosas. Este traductor vio estos papeles y los tradujo por encargo de una editorial que quería darles máxima difusión para evitar que la historia se repitiera.
Ahora es mayor, está jubilado y tiene tiempo. Hace memoria y escribe todo con lujo de detalles de cuanto recuerda. Estaciones repletas de gente hacinada esperando un tren blindado que les conduciría al campo de exterminio. Algunos no bajarían con vida del tren. Los vagones repletos según sexo y edad. Niños, adolescentes, mujeres, adultos y ancianos. A veces meses esperando que llegara el tren. Al final todos hacia el mismo sitio y con el mismo final. La muerte de frente pero con distinta cara. Hambre, gas, experimentos, fusilados, causas naturales. Enterrados en fosas comunes o quemados. La consigna era acabar con ellos y que no se reproduzcan. Pero no se puede luchar contra la naturaleza.
Recuerda el traductor que quien escribió aquello llevaba tinta en las venas. Escritura impecable. La sensibilidad que usaba para hablar de los perros. Especialmente el que se llevó para que le guiara. La curiosidad pudo con el traductor que antes de publicar su primer libro de jubilado anduvo los mismos caminos. Quería comprender mejor la historia y darle la sensibilidad adecuada a la situación. Estuvo en las estaciones. Viajó en tren. Visitó el campo de exterminio de Auschwitz. Entró en sus barracones. Se sentó en las literas. Paseó por el campo y se acercó a las alambradas.
Escuchó ladrar los perros menos a uno. La tierra todavía con olor a humedad, a orina, a sudor de fiebre, a lágrimas, a adrenalina, a miedo y terror, a ilusiones, a derrota y a ganas de luchar, a incertidumbre y a certeza, a gas y a muerte. A odio, a horror. A carne quemada.
Detuvo el tiempo. La madera de las literas crujía. Cogió un puñado de tierra y se impregnó las manos. Grabó esta sensación para escribirla estremecido en su despacho. Este señor mayor jubilado y que ahora escribe lo hace sentado en un sillón de despacho. Delante de un ventanal amplio que da al jardín repleto de árboles que él mismo ha plantado. Defiende Erri y así lo deja escrito que alguien que se dedica a la escritura debe de restituir a la naturaleza la madera abatida que se ha utilizado para imprimir sus libros. Escribe a mano con su pluma de siempre y con la dignidad de la impotencia de lo que sucedió.
Tengo este libro en las manos, "Diario de un traductor". Voy a leerlo cómodamente. Como todos los días voy a procurarme una lectura nocturna facilona pero con contenido. Luego hay que dormir bien y sin pesadillas -a ser posible-. He abierto las cristaleras del salón de par en par. Hoy huele a tierra mojada porque ha llovido y a brisa marina porque tengo el mar enfrente. La luz de la luna llega hasta dónde empieza la luz de la lámpara. Acomodado en un sillón de estos con orejas y que por lo viejo que es sólo te permite una postura. La más cómoda de las posibles. Abro el libro y empiezo la lectura. Luego vendrán las reflexiones. Salud.

 

domingo, 21 de abril de 2013

Cariño

Veo cariño verdadero
 
En tu mirada.
Que derrite el hielo.
En tu caricia.
Que me eriza el vello.
En tu compañía.
Que relaja mis sentidos.
En el tacto.
Que calienta mi mejilla.
En el beso.
Que me deja sin aliento.
En tu silencio.
Que me provoca desvelo.
En tus labios.
Que descubren mi cuerpo.
En tu voz.
Que me habla bonito.
En tus ojos.
Que me enamoran.
En la lluvia.
Que moja nuestros cuerpos.
En la tempestad.
Que atrona mis oídos.
En el mar.
Que llega a oleadas.
En el bosque.
Que cobija los sueños.
En la memoria.
Que guarda mis recuerdos.
En el sol.
Que amanece del agua.
En la luna.
Que guarda mis insomnios.
En el viento.
Que aleja mis pesares.
En tus dedos.
Que escriben en la piel.
En la brisa.
Que me recuerda el mar.
En el silencio.
Que me cuenta cosas.
En la primavera.
Que florece el jardín.
En los pájaros.
Que acompañan mi lectura.
En el fuego.
Que consume pesadillas.
En el calor.
Que enciende mis deseos.
En el arcoíris.
Que me indica el camino.
En el relámpago.
Que ilumina la noche.
 
 
En todos ellos
y en muchas cosas más.
Veo cariño verdadero.

jueves, 18 de abril de 2013

Controvertida vejez

En algún momento de nuestra vida descubrimos que somos mortales. Que algún día nos tendremos que morir. Vale. Parece ser que no queda otro remedio. Pues vale. Entre una cosa y otra habrá que vivir la vida a tope, al máximo y lo mejor que podamos. Sin excesos. Lo malo del asunto es no saber cuando ni de qué manera. A partir de eso uno tiene la esperanza de poder morir de viejo, cuando uno sea realmente viejo y cuando se sienta viejo. Pero sin perder ni un punto de vitalidad, dinamismo y cordura hasta el día anterior. Sin molestar pero sin que nos molesten. Una muerte digna, para entendernos. Pensad que seremos viejecitos y desearemos cierta tranquilidad y cierta intimidad. Nuestro espacio vital, vaya.
Los jóvenes, por propia naturaleza, viven en constante controversia sobre su existencia. Planes de futuro. Cómo sobrevivir el presente. Las hormonas que les someten a cierta dictadura natural. El amor, la amistad, los estudios, el trabajo, las relaciones, el ocio, la convivencia, el desempleo, la propia existencia, la hipoteca, la movilidad exterior y todas esas cosas que les quita el sueño a los adolescentes. Es normal. Todos lo hemos vivido y no pasa nada. Tener este tipo de problemas existenciales a partir de los ochenta y pico llama la atención. No tendría que pasar pero no siempre es así.
Ahora resulta que un anciano de ochenta y tantos ha matado a su mujer y a su perro y luego se ha quitado la vida. Este es el gran interrogante de la mente humana. No se cómo se llega a esta situación. Me preocupa no saberlo y me preocupa que se pueda llegar. Como decía al principio uno entiende que cuando llegue a viejo tendrá que morir, pero que te maten o que te pegues un tiro no entra, supuestamente, en los planes de nadie. Ni siquiera en la controversia de la adolescencia, de la madurez o de la vejez. Es una ironía que a cierta edad uno se vea desprovisto de las habilidades sociales que te impiden afrontar la vida sin tirar la toalla de esta manera. Problemas existenciales cuando sólo te quedan dos páginas de tu vida para escribir o para vivir. Es que no lo entiendo y me pone los pelos de punta el pensarlo. No hablo del perro porque como se corra la voz dejará de ser el mejor amigo del hombre. A ver.
El objetivo y la meta es vivir lo más dignamente posible y morir de la misma manera. Sin sobresaltos. La vida te genera muchas cosas. Entre ellas hay problemas que intentas superar o resolver lo mejor posible y de la manera menos traumática. Lo que no te esperas es que tu pareja te mate por ser viejo. O porque la quería, como dicen otros. Habrá que elegir bien a la pareja. La Eutanasia bien entendida para por una ligera sedación en el momento puntual. Si no va a ser así, por lo menos que la pareja de uno tenga buena puntería. Salud.

martes, 16 de abril de 2013

A media voz

Estos desayunos de estas mañanas de estos días de primavera. Hoy con contertulio de lujo, Tomeu. De profesión sus lecturas, sus escritos y sus tertulias con café incluido. De estos de conversar mucho. Como yo. Por la boca y por los codos. La boca que no para y los codos que no se están quietos. Ninguno cede y nos pisamos las palabras y las frases. Es un conversar a dos bocas y a cuatro codos. Pero no nos interrumpimos porque es de mala educación. Tantas cosas que decirnos en el tiempo que dura un desayuno. El café con leche y la ensaimada que se enfrían porque alargamos el periodo o momento desayuno y tener más tiempo de hablar. Nosotros a lo nuestro y la tele muda a lo suyo que a estas alturas ya ni acompaña. Siempre hablan de lo mismo y mienten. Mueven los labios con desespero pero no se comunican con nadie. Mi contertulio Tomeu y yo compartimos mesa y tema de conversación. Me dice que lo único que funciona en este país es la crisis. Creo que tiene razón.
La conversación se desarrolla pausada como un suave murmullo de riachuelo que no molesta. Una especie de chismorreo a media voz entre dos vecinos que se llevan bien porque nunca han tenido una reunión de vecinos de escalera. Unos dimes y no me digas entre personas anónimas que esperan pacientemente haciendo cola en la caja del supermercado. De estos de cajera afectada de verborrea sin tratar. Los dos somos conocedores de la vida y hablamos de ella. Ponemos encima de la mesa nuestro punto de vista. O lo tiramos al aire y quien quiera que lo coja. De forma amistosa, inofensiva y profesional. La sangre no llega al río pero la tinta llega a la hoja en blanco que es su destino natural. La conversación es tan completa que hasta los gestos dicen tanto o más que la voz. La verdad es que no tenemos prisa y echamos mano de la parsimonia. La pluma se desliza rápido sobre el papel. A veces lo rasga un poco por culpa de la rapidez. Hay mucho que escribir y el tiempo es limitado. Lo que nos dura el desayuno. Hablamos inteligentemente por lo que no hay necesidad de palabrotas mal sonantes ni de insultos a terceros que no están presentes. Bueno, algún político o ensotanado. Pero de buen rollo. Me doy cuenta de que mis puntos de vista pueden cambiar con el estómago vacío o cuando ya lo llevo a rebosar. Las cosas se ven diferentes. Diríamos que tengo un punto de vista cambiante.
Tomeu también es funcionario. Me pregunta si los del Constitucional también lo son y también han sufrido recortes escandalosos de sueldos y subidas escandalosas de impuestos. La verdad es que no lo se. Pues sería bueno que fuera así y les copiaran la sentencia a sus colegas de Portugal. Los de Bruselas se darían cuenta de que las economías pueden funcionar de forma distinta a como ellos se la imaginan. Mi contertulio Tomeu me comenta que ayer se fue a la cama leyendo un poco a Santa Teresa. Tenía necesidad de letras clásicas. Letras con alas y alma que siempre están volando. Libres y sin ataduras. Como si las palabras de Teresa se alimentaran de la contemplación. Es lo que tiene leer a ciertos clásicos. Pero no tuvo una vida de primavera. Su vida siempre fue otoñal y tormentosa con algunos días claros de sol. Ella con su silencio y su vida interior a través de la contemplación. Esa fe patológica. Esas alucinaciones en la intimidad. Ese ver al Creador a todas horas, en todas partes y en todas las personas y cosas.
Yo suelo cambiar de contertulio para enriquecimiento personal, me decía Tomeu. Ella siempre con el mismo. Un hablar e imaginar respuestas. Un decidir que la vida es un penar continuo. Con miedos, temores y esperanzas. Y sin embargo ser feliz con sólo esto. Un susurrar continuo a media voz con quien fuera que ocupaba su imaginación. Me dice Tomeu que si en aquellos tiempos la lectura y la escritura hubieran estado al alcance de todos -como ahora- los escritos de Santa Teresa habrían sido Best-Sellers. Y con una cuenta de twitter con cientos de miles de seguidores. No se lo pienso discutir. Cada uno puede pensar lo que quiera de lo que pudo ser y no fue ni será. Para mi que le pilló la lectura en este momento limbo de la noche. Cuando estás en trance. Cuando Morfeo empieza a socavar la lucidez. Este trozo de camino que te lleva del estupor a la inconsciencia del sueño. Pero hoy ha venido inspirado y con ganas. Voy a aprovecharme tanto como pueda. Por cierto que el limonero de mi jardín está repleto de flores. No me cabe la menor duda de que estamos en primavera. No tengo noticias del verano, pero seguro que viene. Salud.

viernes, 12 de abril de 2013

A veces

Es de todos sabido que la vida -a veces- se comporta así. Como la vida misma. Como si -a veces- la vida fuera un mar en calma un ratito antes del amanecer o unos minutos después de la puesta de sol. Y como si este mar en calma llegara incansable a la orilla con pequeñas olas mansas sin hacer ruido ni espuma. Esas olas de ese mar recorren la arena de la playa y regresan como si tal cosa. Esta vida -a veces- se comporta como un mar embravecido que llega con fuerza a las rocas del acantilado. Esa ola que se eleva cuanto puede y se tira con fuerza contra las rocas para romperse en mil espumas y con todo el ruido posible. Sea de una forma o de otra -a veces- la vida se comporta así de extraña. Es cuestión de que te pille preparado para cualquiera de estas modalidades. Mirándole a la cara como hacen los valientes. Las consecuencias ya se verán. Será por cicatrices que te procura la vida.
Cada ola es una historia, un día de nuestra vida, un suceso o acontecido. Con su decorado, sus personajes y sus diálogos. Tiene un comienzo y un desenlace. Me dice un amigo que es carpintero y que hace imposibles con la madera que con la vida tendríamos que hacer lo mismo. Adaptarla a nosotros en lugar de que sea ella la que pueda moldearnos. Lo suyo con la madera lo veo claro. Lo de la vida, es otra cosa.
A veces me censuro actitudes cobardes para afrontar aspectos de la vida. Cobardía social o grupal y cobardía individual o privada. Esta falta de coraje. Esta situación de impotencia con uno mismo. He decidido que las personas tenemos un punto de fragilidad emocional en momentos puntuales. Un miedo que llevamos escondido por vergüenza. Miedo furtivo pero que al final acaba por florecer. Pues pienso que esto es bueno antes que malo y que no tiene porqué ser una fatalidad. La fatalidad es el conformismo ante injusticias de gran calado que la vida -a veces- nos presenta disfrazadas de personas o de cosas. Y somos incapaces de hacer algo. Llámalo miedo, cobardía o falta de coraje. Palabras malditas que tengo que erradicar de mi vocabulario y de mi persona. Vacilamos -a veces- de una valentía paradójica o anémica. Nos hacen falta momentos de esos de levantarse y dar un manotazo sobre la mesa. Decir basta. Gente sin trabajo. Gente sin casa. Jóvenes sin estudios. Justicia injusta. Gente sin patria. Dineros en lugares equivocados. Mentiras y demás cosas de esas. La vida -a veces- es así. Incomprensible. Y nosotros nos mostramos inválidos de ideas y de actos. El conformismo es una droga peligrosa que paraliza voluntades.
Quisiera desempeñar otro papel. Poder decir lo que pienso sin llegar a la crispación. Pero formo parte del reino animal. Y dentro de éste, en el grupo del animal racional. La razón es la que -a veces- nos detiene. Porque el instinto nos conduciría por otros caminos bien distintos. Hemos domesticado los instintos y nosotros con ellos. Pensar y razonar se ha convertido en un acto hipnótico cuando tendría que ser todo lo contrario. Esta vida no puede alimentarse, exclusivamente, de música clásica. A veces necesita Pop e incluso Rock Duro. Pero es muy ruidoso y puede alterarnos los nervios. Por tanto volvemos a poner el concierto de año nuevo y disfrutamos dando palmas cuando llega la Marcha Radetzky. Pido otro café descafeinado para que no me despierte del todo. Soy mejor persona si estoy un poco sedado y a no molestar.
Me entran ganas de acariciar mi rebeldía. Pero está obsoleta. No reacciona y le falta una puesta a punto. Soy consciente de que andamos bastante con la cabeza agachada y la mirada perdida. Con los ojos vendados -a veces-. He leído de un librepensador que hay que crispar al contrario pero sin molestar. Ahora mismo no sabría cómo se hace esto. Dice el librepensador que hay que darles con la almohada. No es una cuestión de hacer daño físico sino de pinchar la moral de forma continuada. Así se comporta la vida -a veces-. Creo que me ha faltado brillantez pero el tema no está para poesías. Pero la pluma -a veces- escribe sola. Hoy ha sido un día de estos. Salud.

lunes, 8 de abril de 2013

Esa primavera

Floreciendo primavera
allí dónde estés.
Lo veo en tu mirada
y en el color de tus ojos.
En tu retina de arena
dónde llegan las olas
de ese mar en calma.
Tengo pruebas de primavera
dondequiera que estés.
 
Se abrió paso entre los últimos días
 del invierno.
Casi no la oigo.
Pero veo su luz.
Arroyo de agua fresca.
Días tranquilos de niñez.
Ropa blanca.
Aroma a romero,
a menta y a brisa de mar.
Al aire tranquilo
que viene de la montaña.
Huele a ti
y lleva tus andares.
 
Aparece de día.
Se esconde de noche.
Lleva tu rostro.
Lo se por la luna.
La escucho cuando me hablas.
La veo en tu mirada.
La noto cuando te ríes.
Decora mis días.
Como alas de mariposa
y patas de saltamontes.
Revolotear de abejas
en la flor silvestre.
 
Los pájaros lo saben
y vuelan de otra manera.
El día lo sabe
y se hace más largo.
La palabra lo sabe
y calla para escucharla.
 
La tierra que huele a primavera.
Luz, agua, verde.
El árbol que florece
y saca hoja nueva.
Viento renovado
ahora nace en el mar
y se adentra en el bosque.
 
Esa primavera
que llevas en los labios.
Amanecer temprano.
Anochecer tardío.
Atrás quedó el invierno,
la nieve y el frío.
Abro puertas y ventanas
y que entre la primavera.
 

viernes, 5 de abril de 2013

Escritos al viento

Os autorizo a que no le hagáis mucho caso a esa entrada. Muchas de las cosas que me rondan la cabeza podrían ser descritas como escritos al viento. Pero también podría ser que no fuera así. Ya tenemos dilema porque, la verdad, es que no estoy muy seguro. Creo que en estos casos lo mejor es escribir y que sea el que lo lee quien decida sobre el particular. Pues eso estaba pensando yo.
Sé que esto es así de la misma manera que confieso mi ignorancia sobre el tema. Ahora mismo en lo único que estoy seguro, porque lo estoy viendo, es en la luz de la luna que entra por la ventana de mi cuarto sin ni siquiera rozar la cama que permanece en penumbra. Lo considero todo un detalle. Esta situación me permite entrever las cosas al tiempo que me mantiene en el anonimato. Ser reservado y distante en mis cosas previene mis emociones y sentimientos para que estén sobre aviso. Las cosas se insinúan, se susurran, se dejan entrever. Esas medio miradas o miradas furtivas. Esos silencios inacabados o no empezados todavía. Qué cosas. Incluso en este momento juraría que el aire que he respirado ya lo había respirado en otras ocasiones. No tengo la certeza pero apostaría. Es como el ruido del mar que ahora mismo entra por la puerta entreabierta. El sonido de unas olas que seguramente estuvieron aquí en otra ocasión. Hace algún tiempo. Que vienen de vez en cuando porque les gusta.
Todo esto que digo de la luz de la luna y su penumbra, del mismo aire respirado varias veces y del mismo sonido del mar escuchado otras veces, casi me atrevería a decir que la vida, posiblemente, no sea real y por el contrario forme parte de una imaginación mía. Esa certeza que a veces me falla o ese presentimiento que a veces doy por seguro. Las cosas de la vida son así. Con la vida cuento para muchas cosas pero también desconfío de ella porque sé de buena tinta que cuando menos te lo esperas, te falla y te deja. Seguridad, inseguridad. Luz, penumbra. Sonido, silencio. Cosas que te salen bien en esta vida y otras que no.
Todo lo que ahora escribo el otro día lo estaba hablando con Sebas. Me dijo que pensaba tonterías y que si lo escribía serían escritos al viento. Aquí están. Ya lo dije en otra ocasión. A veces escribo y no corrijo. De borrador para directamente a publicarse. Espontaneidad o cosas del directo. Mira el tronco del pino que lleva armadura. Pero el pino, en sí mismo, es extremadamente sensible. Si le golpeas o le haces daño enseguida llora resina. Como la ironía. Es fácil para el que la escribe y puede llegar a ser complicada para el que la lee y no la entiende.
Hoy cuando ha empezado el día he decidido andarlo con la dignidad que me caracteriza. Para caminarlo me he puesto los zapatos más cómodos que tengo. Te cansas mucho menos. Que hay días que la vida es como es. Como las lágrimas de los ojos. Son todas iguales y quien las ve no puede distinguir si estas lágrimas son de alegría o de tristeza. O como el viento que puede soplar desde distintos puntos y con varias intensidades, pero siempre se llama viento. Los gorriones también cantan igual los días de sol que los de lluvia y frío. Cuantas cosas parecen iguales y luego resulta que no lo son en cuanto conocemos el contexto. Es bueno que las lágrimas salgan . No se pueden acumular. Sean para algo bueno o malo hay que dejarlas salir.  Igual que digo esto también digo que los labios dibujan sonrisas. De las buenas y de las disimuladas. A simple vista no se distinguen y son contagiosas. Y sean de unas o de otras todas crean arrugas en la cara.
Pienso, pues, que las ideas que me rondan la cabeza a veces son complicadas pero sólo lo se yo y nadie más. Como esa justicia escrita y que se somete a interpretación de varios jueces. Automáticamente se convierte en justicias -plural-. Una misma justicia distinta para cada ocasión y para cada juez que la interprete sin descuidar a quién se le tengan que aplicar. Qué mala cosa es eso. Sensación de impunidad para unos y de indefensión para otros. Y para complicar más esta tarde tontorrona en la que sólo me rondan tonterías por la cabeza puedo leer que el jefe del estado también tiene cuentas y dineros en paraísos fiscales. Voy concluyendo con la brillante idea de un político que dice que los antidisturbios lucirán un número en la espalda que cambiará cada día. Justo lo contrario de lo que marca la ley. A esto lo llamo yo escritos al viento. Salud
 

lunes, 1 de abril de 2013

Lunes de Recuparación

Es día uno. Lunes de Pascua. De toda la vída. Esa trilogía perfecta incluso para los que nos mantenemos al margen de la religión. El Viernes de Pasión, el Domingo de Resurrección y el Lunes de Recuperación. Porque aquí, hoy es fiesta. Hay poca actividad en el pueblo. La gente duerme hasta tarde y cuando se levanta sale a comer por ahí para despedir este minipuente. He desayunado en el bar del pueblo. En uno de ellos. Doña Ángela vive en el piso de arriba. Es su casa de toda la vida porque ha nacido allí. Abajo, en la planta baja, está el bar que regenta su hijo con su mujer. Ellos viven en el segundo. A veces han hablado de mudarse para poder tener una escalera de acceso directo al bar. Doña Ángela no ha querido. Aquella es su casa de siempre y no se hable más del asunto. Es mayor y está impedida. Sólo puede moverse con ayuda. Casi no sale y pasa las horas sentada detrás de un gran ventanal que da a una calle y a la plaza de la iglesia. Se entretiene viendo la gente pasar y escribiendo. Lo de escribir le viene de hace tiempo. Empezó como un pasatiempo y publicó bastantes cuentos para niños. Literatura infantil. Cosechó éxitos y premios. Se vendía bien y era muy conocida y querida por todos. Siempre que podía contaba los cuentos en el mismo bar. En una especie de reservado. Ahora quedan los recuerdos. Enviudó pronto y el bar de la planta baja pasó a su hijo que es quién lo lleva ahora. Es un bar de barriada como otro cualquiera. Tiene dos hijos crecidos que le ayudan. Se atreven con menús diarios y económicos. Comida casera que elabora su mujer. Es buena. No se harán millonarios pero el negocio familiar da para todos que, tal cual están las cosas, se agradece y hay que conservarlo.
En las paredes poca cosa. Un par de posters y alguna fotografía de las primeras que se hicieron en el pueblo. Blanco y negro y el pueblo con cuatro casas y las calles sin asfaltar. Sin coches y alguna bicicleta. Un espejo en una pared lateral y en otra una foto grande del equipo local con bufanda por encima que resalta. Se trabaja mucho. Más que de sol a sol. Abre a las seis de la mañana y algunos días es más de medianoche cuando echa el cierre. Todo por mantener el negocio familiar. Doña Ángela, antes de que las piernas le fallaran, bajaba y se sentaba en una mesa al lado de la barra donde está la cafetera. Por las tardes venía su hermana y estaban horas hablando de sus cosas. Su hermana es maestra de escuela jubilada. Daba clases en primaria. Al final de sus conversaciones siempre terminaban hablando de lo mismo. Su hermana, la maestra, se quejaba de que no se sentía querida por sus alumnos. Doña Ángela, en cambio, era muy querida por su público infantil. ¿Dónde está la diferencia? A ti te han visto como una persona que imparte disciplina y conocimientos y que no les consiente hacer cualquier cosa que quisieran. Yo no les impongo nada y además les entretengo con mis cuentos y algunas golosinas. No te lo tomes a mal, mujer. Es normal que sea así.
Doña Ángela ya es mayor y casi no baja porque está impedida y es complicado de bajarla y luego subirla a su casa. Su hermana la sigue visitando en el piso de arriba donde vive. Su hijo se afana por atender el bar lo mejor posible con su mujer y sus hijos que empiezan a tener responsabilidades sobre el futuro del establecimiento. Quieren renovar un poco y cambiar cuatro cosas. De momento se han hecho con un piano y una guitarra de segunda mano a buen precio. Algunas noches tocan y cantan canciones de otros y las suyas que componen a ratos libres. No lo hacen mal. Incluso han conseguido llenar el local de jóvenes atraídos por la música en vivo. Algunos clientes también se atreven con la guitarra o el piano. Ha sido una buena iniciativa y cada día hay más clientela que abarrota el bar. Doña Ángela lo escucha desde el piso de arriba dónde vive. El padre ha comentado que le gustaría ampliar el local y sacar un dinero extra. Están en ello pero para eso hay que hacer muchos números y las cuentas no siempre salen. Los hijos ya se han posicionado al respecto y prefieren formar un grupo de música y dedicarse a ello por completo. Desligarse del bar en cuanto puedan. Hay un conflicto generacional, de gustos y de futuro. La cosa está incierta. Doña Ángela está al tanto de lo que ocurre y de lo que se decide. Ya se verá en qué termina todo y yo procuraré estar informado para dejar constancia por escrito.
De momento, hoy toca disfrutar del último día de las vacaciones de Pascua. Aquí en la Isla empiezan el Jueves Santo y terminan hoy que es Lunes de Recuparación. Mañana será otro día. Trabajo de siempre y colegio. Los jubilados y los ociosos en el bar del hijo de Doña Ángela. Salud.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Moldear las ideas

Escribir un ensayo es algo así como escribir una experiencia vital individual. Ese moldear una idea hasta convertirla en historia, nueva o recurrente, que deja huella y marca pautas de conducta. Que transmite desde la necesidad de decir y el coraje heroico de decirlo hasta el final del camino. A veces el camino es hostil pero con recodos de pensamiento positivo y relajante. Que se camina ágil y rápido. Ese gusto por la locura convencional transitoria que se cuela en la mente por alguna rendija del alma. Ese ensayo o pensamiento crítico y constructivo fluido, con tintes de humor y dramatismo. Que genera felicidad y desdicha. Tan sincero que a veces te ahoga. Como un andar sobre arenas movedizas y el temor de ser tragado por la conciencia de uno mismo.
Dice un poeta que ser nadie tiene su importancia por ser algo. O sea, nadie. Ser cualquiera no tiene mérito porque puede serlo cualquiera. Ser alguien es ser nada porque todos somos alguien. Ser original pone al descubierto la mediocridad de los demás. Bueno. Después de pensar lo suficiente he decidido que Descartes era un ensayísta dualista metafísico. Que nadie se sienta ofendido porque no era mi intención insultar. Descartes se mostró relevante cuando dijo algo así como: te verso, luego es que te quiero. Y si no lo dijo no pasa nada. Bien pudiera haberlo dicho porque queda bastante bien. Es la ventaja del ensayo metafísico. No tiene sombra porque está hecho de niebla de palabras. Cortina de letras. Poupurri de ideas. Ordenadas. Primero eso y luego lo otro. El ensayo aparece como pensamientos puros o impuros. Ideas buenas, inservibles o paradójicas. Utopías pasadas de moda que ya no se llevan y que tampoco se pueden reciclar. Verdades como puños que te hacen daño cuando las lees. Pensamientos que aparecen cuando los sentidos engañan a la razón y ésta se convierte en mala compañía. Pero que luego rectifica cuando se da cuenta. Porque es la razón.
Descubro con Descartes que, efectivamente, los mensajes vienen en una botella. Pero no debes buscar siempre un papel. Me explica el poeta que tienes que beberte el destilado o fermentado que contiene la botella hasta conseguir dos cosas; verla vacía y la condición de ebrio. Es el Dualismo Cartesiano. En este momento el mensaje se ve claro y doblemente. Te quitas las bifocales y lo sigues viendo igual de doble y de claro.
Este es el ensayo puro. Libre de ataduras, de sobornos y de cautelas. El ensayo nos hace libres y Cartesianos. No por un papel con mensaje en una botella. Por un destilado o un fermentado en una botella. Si te deprimes porque ves la botella vacía, luego significa que llevas el estómago lleno. El lugar natural para depositar el vino después de sacarlo de la bota. Todo huele a Descartes, a dualismo y a ensayo. Te verso, luego te he conocido y me gustas. Secuencia lógica y atrevida. No quiero volver a tener unas palabras con las palabras a propósito de un final desagradable. Ni estando ebrio que viene a ser como una locura transitoria con resaca y dolor de cabeza. Que cuando cierras los ojos todo te da vueltas y te mareas. Pero es la única forma de conseguir leer los mensajes que hay en las botellas.
Voy a escribir ensayo aprovechando la lucidez constructiva. La adaptación a un medio por entender. Antes de que la mente se convierta en ruinas. Un terremoto de pensamientos que no dejan ninguna idea en pie. Sólo sueños soñados que ya no sirven porque están usados, gastados y agotados. Como las suelas de los zapatos se gastan de tanto andar la vida. La conciencia se pule viviendo momentos. Estas vivencias se convierten en ensayo escrito con permiso de Descartes. Con pluma cara y afilada para la ocasión. Ensayos que dejan huella que no se puede borrar. Marcas en la piel que se confunden con cicatrices pero que aportan experiencia y belleza. Como ese mar que a ratos golpea las rocas con tanta fuerza que él mismo se rompe en espuma y que más tarde acaricia la misma roca con delicadeza. Dualismo puro. Esos versos que después de leerlos y llorarlos te reconfortan. Ese ensayo literario que vive en el bosque y duerme a la intemperie para sentir el viento. Que a veces duerme en las profundidades. Según le plazca porque no da explicaciones. Una calamitosa noche de sueños mientras la imaginación navega hacia el horizonte de los pensamientos. Noches de fantasmas que no puedes identificar porque llevan el rostro tapado con una sábana blanca y no tienen ojos. Así lo hago porque así lo aprendí. De lo contrario no hay ensayo. Como tampoco existe un circo sin payasos ni animales peligrosos. Lo he dicho siempre y hoy se lo he dicho a mi psiquiatra. Me ha contestado que tiene cura. Ha sido Cartesiano: te curo esta locura, luego no podrás volver a escribir ensayo atrevido. Sólo cursilerías de náufrago a la deriva en pleno océano. Si lo hago sé que lloraré la pérdida. Quiero ser un Quijote loco por sobredosis de cordura. Ensayos que también contienen espacios en blanco que representan aquellas ideas que no sé explicar. Estos complementos que no llevo porque no me complementan nada. Estorban al camino y me hacen sangre.
Soy la metáfora del perfecto farsante. Lee a Descartes, luego ponte a escribir ensayo absurdo. No hay distinción entre el dualismo y el trastorno bipolar. Los tienes, luego los aguantas. Salud.