jueves, 19 de abril de 2012

Día del libro I

"Jorge de Capadocia es el nombre de un hipotético soldado romano de Capadocia (en la actual Turquía), mártir y más tarde santo cristiano. Se le atribuye haber vivido entre el 275 ó 280 y el 23 de abril de 303. Su popularidad en la Edad Media le ha llevado a ser uno de los santos más venerados en las diferentes creencias cristianas e incluso —en un fenómeno de sincretismo— en el mundo musulmán y en las religiones afroamericanas.
La layenda de San Jorge, forjada en Oriente y difundida en Occidente de forma amplia a raíz de las Cruzadas, aúna la descripción del martirio del santo y el mito pagano de la victoria sobre el dragón, cristianizado a su vez por las fuentes medievales. La versión más antigua de la pasión del mártir es la de Pasícrates, tachada de extravagante por la Iglesia. Incluye sin embargo un dato de importancia: el martirio de San Jorge tuvo lugar el octavo día antes de las calendas de mayo a la hora sexta; es decir el 23 de abril al mediodía.
La Iglesia prefirió las denominadas Actas Griega de San Jorge, conservadas en la edición de Lipomano y Surio, según un manuscrito vaticano en latín. No obstante la popularización de San Jorge vino definitivamente con la difusión de La Leyenda Dorada de Santiago de La Vorágine en el siglo XIII.
San Jorge parece ser el trasunto de un personaje histórico poco conocido, no obstante. La reinterpretación legendaria mezcla dichas reminiscencias con mitos. San Jorge habría nacido en Capadocia y habría sido instruido en la piedad cristiana por su madre, con la que marchó a Palestina, tras la muerte del padre. Por su origen noble fue nombrado tribuno militar. Rico heredero, al morir su madre, entró al servicio del emperador romano. Pero cuando ve las crueldades a que son sometidos los cristianos, reparte su riqueza y se enfrenta a las autoridades y al propio emperador.
Las fuentes hagiográficas recogen con variantes los terribles martirios a que San Jorge es sometido por defender su fe: atado a una rueda de cuchillos, arrojado a cal viva, sumergido en plomo ardiente, obligado a beber veneno, y finalmente, tras provocar conversiones y resurrecciones, es decapitado.
La leyenda del dragón convirtió a San Jorge en un caballero vencedor de la tiranía. La ciudad libia de Silca estaba domeñada por un terrible dragón que se ocultaba en un gran lago. El monstruo despedía un terrible hedor que infestaba todos los alrededores. Había que alimentarlo para que no fuese a reclamar su comida a la ciudad.
Llegó un momento que no hubo más alimento para el dragón que los propios habitantes de Silca, quienes debían sortearse el sacrificio.
Un día la mala suerte recayó en la hija del rey. La princesa, resignada a su destino, se disponía ya a cumplir su terrible deber, cuando apareció San Jorge. La doncella le contó la terrorífica historia y el santo caballero se enfrentó al dragón al que doblegó y entrego prisionero y moribundo a la princesa para que lo condujera a la ciudad. Cuando todos los habitantes de Silca se hubieron convertido, San Jorge mató al dragón.
Este episodio del dragón llega a Occidente desde Siria en el siglo XI por medio de los cruzados. Simbólicamente el dragón enlaza con la idea oriental, especialmente sumerial, del gran adversario, y del caos primigenio de la cosmología mesopotámica. En el texto de la Leyenda Dorada alude a la peste, a las frecuentes y mortíferas plagas medievales.
La idea de enemigo primordial, y de la lucha heróica desplegada contra él, está además en relación con todos los mitos solares del Mediterráneo oriental, y es por extensión la representación del enemigo de Cristo y su pueblo. Enlaza por tanto con la lucha de la reconquista en territorio penínsular y con el milagro de la Batalla de Alcoraz en tierras aragonesas
El 23 de abril fue declarado "día internacional del libro" por la Unesco en 1996". 

martes, 17 de abril de 2012

Historia oculta

A mi contertulio de los Martes le gusta la historia pero no soporta que la manipulen. Es consciente que cada cual la interpreta o explica según le convenga y esto le cabrea. Le consulto si es bueno buscar un trasfondo histórico para ubicar una novela. Quizás sería mejor realizar la narración de forma intemporal donde no haya referentes históricos que desvíen la atención del lector y que sea éste el que ponga el decorado del tiempo. Como dicen algunos, "en la actualidad". Cualquier cosa puede servir. Una base histórica, incluso, puede hacer que le de mas lucimiento a una novela. Realmente no sabría decir. Prefiero no pronunciarme. El problema radica en que los que no conocen la historia podrían fácilmente confundir la realidad con la ficción que se cuenta.
Es que últimamente he introducido dos entradas en un tiempo concreto de la historia. La "doscientos cincuenta" y la de "Chebourg". Lo único cierto de lo que hay escrito es una pequeña referencia histórica que todos conocemos por los libros pero que no tenemos la certeza de que sean ciertos tal cual la cuentan los historiadores. El resto es pura ficción. Yo no se si Gaspar de Guzmán tenía buen o mal genio. O un carácter déspota. Si le gustaba la música y el baile, o no. Tampoco se si tuvo desavenencias con Velázquez a propósito de cuando éste último pintaba los caballos. Desconozco cómo hacía para despachar con el rey. Por otra parte nunca, nadie, podrá decirnos lo que realmente sucedió en el Titanic cuando todos los supervivientes ya se encontraban en sus barcas de salvamento y lejos del buque para no ser engullidos cuando éste se hundiera. Lo que allí ocurriera formará parte de la historia oculta y oscura y que nunca verá la luz porque no hay testimonios ni los habrá. Así y todo considero que fueron buenas entradas precisamente por esto y además bien documentadas en lo que se refiere a la parte histórica que se conoce.
Yo que vivo la actualidad y su historia o acontecimientos que pasan puedo observar de forma pasiva cómo cambian las noticias según le venga a quien las dice o las comenta. Las cosas que ocurren se ven distintas según sea el periódico, la radio o el canal de televisión. Cada uno lo explica como quiere sin dar opción a los demás a que interpretemos nada. Esto ocurre ahora que tenemos ocasión de cotejar lo contado con lo vivido. Lo que alguien nos cuente de hace muchísimo tiempo y de lo cual tenemos pocas referencias o ninguna pues será poco creíble. Quiero pensar. A todo esto mi contertulio de los Martes cree que no hay que mezclar las cosas para evitar precisamente lo que digo. Que se confunda la ficción con la realidad histórica sobre todo en gente poco versada. La historia es lo que realmente ocurrió se cuente cómo se cuente y lo cuente quién lo cuente. La realidad no la podemos variar pero la podemos matizar o disfrazar o manipular o interpretar o yo qué se lo que podríamos llegar a hacer con la historia. La ficción es otra cosa.
Pero los historiadores no se ponen de acuerdo al contar la historia verdadera. Incluso teniendo recopilación escrita o pintada. Pistas sobre registros a los que simplemente hay que seguirlos de forma adecuada y saber interpretarlos de forma seria sin contravenir ninguna norma. Si ellos no se ponen de acuerdo que son los expertos a ver nosotros que no entendemos y nos dejamos guiar por ellos. Mal andamos. Se cuentan muchas cosas de acontecimientos importantes y de personajes famosos que con el tiempo van cambiando porque alguien se dedica a investigar más que otros o se encuentra alguna documentación que antes no se tenía. La cuestión es que no hay día que alguien no nos cambie la historia de la historia. Sobre esto hay una entrada titulada "Día del libro II" en la que queda patente las desavenencias sobre la agonía, muerte, sepelio, enterramiento y demás de Don Miguel de Cervantes y Shakespeare. Lo dicho. Los mismos historiadores no se ponen de acuerdo en algo sencillo y que no ocurrió hace demasiado tiempo y sobre lo cual tenemos abundante documentación escrita.
Al final y después de mucho hablar no llegamos a ninguna conclusión. Quedamos en que una buena idea es narrar una historia actual sin referencias históricas para no perdernos. Otra es escribir una buena novela con referencias hostóricas pero que se diferencien claramente para no confundir. Lo importante es que lo que se escriba sea interesante y ameno. Es duro de pelar el contertulio de los Martes. Si, bueno, pero quizás no, no se, tendría que pensarlo. La verdad es que no se que decir. Lo tengo liado porque, habitualmente, distinguir la realidad de la ficción es complicado. Pues si se confunde paciencia. No pasa nada. Disfruta de la lectura. Es lo que hay. Leeremos, pues, a quién escriba algo quer nos interese. 

domingo, 15 de abril de 2012

Lo que importa

Es que dice el contertulio con el que me cito todos los lunes que los protagonistas de una narración no son lo principal ni en lo que uno deba dedicar demasiado tiempo. El justo. Son un medio. Son el complemento que el escritor utiliza para explicar el tema que desarrolla cuando escribe una novela. El actor principal de la novela no tiene autonomía propia. Tiene muy poca importancia o ninguna. Es lo mismo si es bajito o alto. Gordo o flaco. Tiene pelo o es calvo. El rubio o moreno. O lo que sea que pueda caracterizar al sujeto principal de una narración. ¿Y cómo es eso? Lo importante, cuando lees un libro, es la trama o el argumento. De qué va la cosa. Lo importante es la idea que el autor quiere transmitir y que te quede. Cuando comentas sobre un libro hablas del argumento y lo comentas con quien sea. Están los protagonistas pero hablas del argumento. Para conseguir esto el que escribe utiliza a los personajes, momentos, situaciones, contextos, lugares y demás complementos que ayudan. Pero lo verdaderamente importante para el autor es la idea que tiene y que moldea para transmitirla lo mejor posible para un buen entendimiento. Esto es novedoso para mi y no pienso darle la razón a mi contertulio de buenas a primeras. He leído una entrada reciente que se titula Chebourg y me han impactado las cosas que el autor habla de los protagonistas. El trasfondo, para mi, ha sido lo de menos.
Tu has leído el Quijote. Vale. No me dirás que lo que hace Quijano, Sancho o Rocinante es primordial para ti y que se anteponga a la historia que Don Miguel quiere contarnos de forma exclusiva. Lo importante son las enseñanzas que aprendemos con su lectura. O sea, el argumento. Porque si Rocinante es un caballo o un asno no es relevante. Si Quijano estuviera gordo y no llevara barba con bigote a nosotros, como lectores, nos daría igual. Si Sancho estuviera casado con Dulcinea, pues que más da. ¿No lo crees así? No. Verdaderamente, no. Lo único importante no es el trasfondo humanista y sociológico que Don Miguel de Cervantes quería transmitir con la narración. Esto es lo único que importa. Los personajes no tienen sustancia en sí mismos. Son un recurso literario más que utiliza el escritor para ofrecer una idea o una trama. Lo verdaderamente importante es la historia narrada. Está bien. No había pensado en ello, pero no creo que sea del todo cierto.
Creo que los personajes tienen su importancia porque si el autor no acierta con ellos la historia se queda en nada porque nada se entiende. La historia de Don Miguel nunca hubiera podido tener como protagonista a Peter Pan. Pero quizás sí a Robin Hood. ¿Entiendes lo que quiero decirte?
Por definición la narrativa es una historia escrita. Es una idea que el autor tiene y que la escribe para que sea leía y entendida por los lectores. Pensada y reflexionada. Para que esto sea así debe de buscar unos actores que den vida a la idea inicial y la desarrollen de la mejor forma. Cualquier personaje no sirve a la idea principal. Los actores  tienen que tener la misma importancia y estar al mismo nivel que la trama. Es un conjunto que no puede descomponerse ni verse de forma aislada. Son un todo indivisible. Si un escritor no tiene una buena idea que transmitir pero consigue lograr unos buenos personajes la novela no valdrá nada. Si por el contrario tiene una brillante idea y la sabe hilvanar en una trama impecable pero no acierta con los protagonistas la novela está abocada al fracaso y cosechar un ridículo estrepitoso. Ni siquiera una novela mediocre puede salvarse de la quema con buenos personajes.
Al final de la tertulia de los lunes nos ponemos de acuerdo en que la importancia de una buena novela y que ésta tenga éxito es que el autor tenga una buena idea o trama que sea interesante y que además consiga el perfil de los personajes más adecuados para desarrollar la novela. El autor que triunfa con un libro es el que tiene una buena idea que contar, que dispone de unos buenos personajes para contarlo y que estén a la altura de las circunstancias. Que sea interesante, amena, inteligente, con ciertas dosis de ingenio. Entonces el lector disfruta de su lectura que es lo que importa. Salud.

viernes, 13 de abril de 2012

Qué Dios

"Ante las informaciones aparecidas y la expectación suscitada pido disculpas si no he sabido atender correctamente a los medios. Quisiera hacer saber que: Me repugna en lo más hondo de mi ser, considero inadmisible e injustificable en ninguna circunstancia y jamás he tenido conocimiento de la separación de un recién nacido de su madre biológica, realizada bajo coacciones y amenazas.
He dedicado toda mi ya larga vida a ayudar a los más necesitados de manera desinteresada, como forma de hacer realidad mis profundas convicciones religiosas.
Quiero dar públicamente las gracias de corazón a todas las personas e instituciones de todo el mundo que me han apoyado, dándome muestras de afecto, respeto y consideración."
Esta nota de prensa podría haber sido escrita por mí. Pero yo no la he escrito. La suscribo completamente. A mi, como padre, También me repugna desde lo más hondo de mi entendimiento que a unos padres se les prive de tener, disfrutar y educar a sus hijos según sus convicciones y creencias -religiosas o no. Insisto en que yo no tengo nada de que arrepentirme porque no entra en mis pensamientos hacer el mal a nadie y robarle su hijo para venderlo a otro. Es del todo inhumano y no encuentro palabras para describir la actitud miserable de Sor María Gómez Valbuena. Hermana de la Caridad, ni más ni menos, y con profundas creencias religiosas.
Tuvo su oportunidad de explicarle al juez toda la verdad de lo ocurrido y de lo que se le imputa. No es libre. La verdad nos hace libres. Ella no ha dicho la verdad. Ella no ha dicho nada porque la ley se lo permite y ha callado delante del juez. Ante tal pifia se ha justificado con una nota que reproduzco al principio. Ya no vale. A mi no me tiene que dar explicaciones. Las cosas se dicen dónde toca. La justicia hará el resto.
Esta funcionaria de la Iglesia ha demostrado que va por libre y habla o calla según le convenga generando confusión y aumentando la creencia que tenemos la mayoría de la gente de bien de que lo que se le imputa es verdad. De todo lo cual el editor de este blog no es ajeno y piensa que tal cual acontecen las cosas el Dios de esta monja no existe y si existe no es bueno seguirle. Salud.

jueves, 12 de abril de 2012

Chebourg

El muelle norte del puerto de Queenstown era un hervidero de gente. Una multitud impresionante que se movía de un lado a otro con cierto orden dentro de un gran caos. Pasajeros que iban a embarcar junto a sus doncellas y criadas, señoritas de compañía y maleteros cargados con pesados equipajes. Gritos y palabras altas para no perderse entre tanta gente que se desplazaba hacia alguna de las pasarelas de embarque.
Una gran mayoría del infernal gentío que abarrotaba el muelle eran simples curiosos que ese once de Abril de mil nueve cientos  doce habían venido hasta aquí para admirar esta maravilla de la tecnología y la industria naval. El barco transatlántico más grande jamás construido hasta la fecha. El Titanic.
Era temprano y un cielo plomizo cubría todo. Desde el horizonte de levante amanecían unos tímidos rayos que cegaban a quienes miraban a lo alto del buque. Ese sol se fue imponiendo en el ambiente al tiempo que el cielo se despajaba perezosamente. Con este escenario y a modo de contraluz la silueta del Titanic se alzaba majestuoso.
Bartolomé Herrero se encontraba en la cubierta tres de estribor. Apoyados los codos en la barandilla y mirando lo que acontecía con el trasegar de las gentes que iban llenando el muelle. Hipnotizante. A su lado estaba Mercedes Martín. Ambos españoles. Habían embarcado el día anterior en el puerto francés de Chebourg al que habían llegado desde España en tren con un viaje de tres días. Sus expectativas de futuro con Alfonso XIII y su Presidente del Gobierno Don José Canalejas, por muy izquierdista que fuera, no eran prometedoras.
Sus nombres eran verdaderos y así constaba en las listas oficiales de la compañía White Star Line que gestionaba el Titanic. Su secreto era la mentira de su matrimonio. No eran marido y mujer sino jefe y secretaria. Bueno, lo habían sido hasta hace poco. Llevaban meses preparando una vida juntos lejos de sus lugares de origen. Bartolomé había vendido una próspera granja de ovejas y cochinos en un pueblo de Segovia y que había heredado de su padre. Había conseguido hacerla más grande y próspera.
Ganó mucho dinero pero perdió felicidad. Esta última la encontró al lado de su secretaria con la que había tomado la decisión de emprender una nueva vida. La esperanza de Bartolomé y Mercedes estaba puesta en Nueva York. Todos los preparativos se habían hecho con la máxima discreción. Su esposa no sabía nada y posiblemente nunca debió de saber la verdad de lo ocurrido tal cual pasaron las cosas. Se miraron en silencio cogidos de la mano. Una mirada cómplice de quién se siente en manos del destino.
El espectáculo que observaban desde la cubierta tres era indescriptible e impresionante. Los de primera clase, como ellos, subían por una pasarela montada hacia el lado de proa. Era ancha y permitía el paso con cierta holgura tanto para pasajeros como por los maleteros con sus equipajes llevados en pequeñas carretas. Los de segunda y tercera clase lo hacían por una especie de escotilla ancha situada más a la popa del barco siempre por la parte de estribor. Los de primera presentaban los billetes que eran cotejados por unas listas en manos de los oficiales de puerta. En las clases inferiores no había listas. Se entraba con el simple hecho de enseñar el billete expedido y sellado por la compañía White Star Line.
Las gentes de primera iban engalanados con sus mejores vestidos y trajes, pamelas y sombreros y con el servicio uniformado con cofias y manguitos blancos almidonados dando la mano a los niños. Desde lo alto del puente de mando el capitán John Edward Smith se sentía orgulloso y miraba compulsivamente su reloj de bolsillo. El reloj llevaba una foto en miniatura de su esposa en la parte interna de la tapa y estaba sujeto al pantalón por una cadena de oro. Desde la compañía le habían advertido de la importancia de la puntualidad.
Era un día especial en el muelle norte del puerto de Queenstown al sureste de la República de Irlanda. El capitán Edward Smith advirtió a su segundo de a bordo que ordenara rapidez y eficacia en las tareas de embarque y que los nuevecientos y pico de tripulantes estuvieran preparados para zarpar de forma inminente. Era mediodía y faltaba poco menos de hora y media para iniciar la travesía que los llevaría hasta la ciudad de Nueva York. Al otro lado del Atlántico.
Bartolomé Herrero se sentía orgulloso de haber disfrutado ya del lujo que se respiraba en todas las dependencias y en todas las cosas del buque. Había sentido el atractivo que proporciona el disfrute de todo tipo de lujos que nunca antes había tenido ni en su casa ni en su tierra natal. Sentía cierto nerviosismo por la doble aventura que empezaba. Viajar en el barco más grande del mundo para cruzar el Atlántico y la no menos arriesgada aventura de tener que empezar una nueva vida  junto a Mercedes Martín.
A la una y treinta minutos de la tarde y a la orden del ruidoso pitido de las sirenas empezaron a levar anclas. El griterío ensordecedor de la gente que abarrotaba las cubiertas de estribor agitando pañuelos envolvió todo despidiéndose de los que se quedaban en tierra. Los de tierra hacían lo propio aunque muchos de ellos eran simples curiosos que se habían acercado a contemplar el espectáculo. El Titanic se fue alejando lentamente y majestuosamente del muelle gracias al ingente trabajo de la marinería de la cubierta y de los fogoneros que mantenían las calderas en su punto de presión. Fue una maniobra arriesgada que el capitán Edward Smith asumió con responsabilidad.
El día catorce y en plena noche un desafortunado roce con un iceberg abrió una brecha en el lado de estribor por debajo de la línea de flotación que alcanzó cinco compartimientos. Los justos como para que el daño fuera irreversible. Uno menos y no hubiera pasado nada. El capitán  y los responsables de la compañía White Star Line se afanaron en aplicar el protocolo de emergencia con diligencia sabedores de que la avería sufrida por el Titanic conduciría irremediablemente a su hundimiento.
La cuestión, ahora, era salvar el mayor número posible de pasajeros a sabiendas de que sólo había botes salvavidas para el pasaje de primera clase. Bartolomé y Mercedes se dirigieron hacia la cubierta que les indicaron los oficiales. Sus chalecos estaban puestos y sujetos correctamente. El capricho del destino o una mala plantificación de los protocolos de emergencia en este tipo de casos sólo dejaban subir a los botes a mujeres y niños de forma prioritaria y luego a los hombres. Esa absurda política de salvamento hizo que Mercedes Martín pudiera encontrar sitio casi al instante por su condición de mujer.
Gritos, empujones, malas palabras y peores modales. La típica vileza de la condición humana cuando se ve en peligro. Visto lo que había, Bartolomé Herrero cogió la mano de Mercedes con fuerza como si no quisiera dejarla. Era un adiós más que un hasta luego. Sus ojos estaban humedecidos y su semblante abatido. Se despidió más con la vista que con las palabras ya que el griterío no daba para mas. Uno de los oficiales le hizo señas para que retrocediera por seguridad y el bote salvavidas fue arriado al mar casi con delicadeza. En este preciso instante se dio cuenta de que por mucho que lo intentara nunca podría acceder a ningún tipo de bote y que si se tiraba al agua moriría de frío.
Las barcazas se alejaban rápido para evitar ser engullidas cuando el Titanic se hundiera. No había salvación posible. Permaneció un rato y se rindió ante la evidencia. Se quitó allí mismo el chaleco y entró dentro del barco. Cruzó el salón central y bajó por las escaleras principales enmoquetadas  asido a una de las barandillas centrales. Sorteó gente con evidentes signos de nerviosismo. En la parte de proa del comedor principal estaba la orquesta al completo que seguía amenizando el hundimiento como si no les importara o como si no fuera con ellos.
Entró en la biblioteca inspirada en el estilo Louis XV y se sirvió un brandy. Cogió un libro al hazar de los más de treinta mil títulos que allí estaban reposando en los estantes. La Odisea de Homero. Abrió el libro por cualquier página mientras sorbía de la copa. La muerte le encontraría leyendo.
El nombre de Mercedes Martín salió en la lista oficial de los pasajeros supervivientes. El suyo, Bartolomé Herrero, no estaba ni en la de desaparecidos. Salud  

miércoles, 11 de abril de 2012

Jubilación a los 67

Mi compromiso con el blog es verdadero y desde todas las perspectivas posibles. Desde la idea o inspiración inicial pasando por todos los añadidos y complementos que aparecen. Cada entrada se hace y rehace las veces que haga falta. Se corrige y se cambian palabras y modifican frases. Al final, la entrada, debe quedar conformada como yo quiero al margen de que guste más o menos a los que habitualmente estáis en esto.
Esta vez tengo un aliado importante que es la historia y los secretos que entraña al margen de lo que todo el mundo conoce porque es de dominio público. La verdad de lo que realmente ocurre no siempre se corresponde con la verdad que todo el mundo maneja como cierta. Todo esto tiene su qué y se llama Agapito Fuentes. Estuvo trabajando de policía local toda su vida laboral en un pequeño pueblo de tierra adentro en los confines de la Mancha. Entró con un contrato verbal cuando apenas tenía veintiún años, estudios primarios y una mili recién finalizada de casi dos años de duración por tierras africanas pero en territorio español. Conocido por todos y querido por casi todos. Un policía local no tiene porqué caer bien a todo el mundo ni mucho menos. Le llamaban, simplemente, Agapito. No había otro pero si dudabas bastaba con añadir que era el hijo de José Fuentes, el sacristán. Durante mucho tiempo fue el único policía local del municipio de El Recodo de Calatrava. Con el tiempo y por necesidades, la plantilla se aumento en tres y un coche todoterreno. Era el más antiguo porque fue el primero y aunque oficialmente no tenía ningún reconocimiento ni llevaba ningún distintivo de mando era el que organizaba el trabajo y el que realmente mandaba según directrices del señor alcalde.
Cuando cumplió sesenta y cinco años lo jubilaron según la ley vigente o por imperativo legal como se dice hoy en día. Le organizaron una cena de despedida donde acudieron todos. Autoridades civiles, militares y religiosas -a saber, el alcalde y concejales, el sargento de la guardia civil y el cura del pueblo-. Le regalaron un reloj Seiko con calendario perpetuo y un ramo de flores. Tuvo que tragar con una misa de las de domingo -sermón incluido sobre las bienaventuranzas- concelebrada y cantada. La iglesia a rebosar igual que en el polideportivo donde ofrecieron la cena. Lijera y fugaz que no estaban las cosas para dispendios de estos. Casi un tentempié. Enhorabuenas y parabienes y todos a casa. Al día siguiente ya era historia que este tipo de cosas pasan rápido y se olvidan pronto. Quiso el destino que por aquellas fechas pasaran dos acontecimientos que podrían considerarse intrascendentes pero de primer orden en un pueblo pequeño. Falleció de vejez el responsables de pompas fúnebres y enterrador del pueblo y que el tal Agapito enfermara de depresión por no saber controlar su tiempo de ocio o jubilación que era mucho. Me atrevo a afirmar que era todo y demasiado. El alcalde independiente que en estos momentos estaba lo llamó para tener una charla mientras tomaban un café y un anís para matar el gusto. Le ofreció encargarse del servicio funerario a cambio de un poco de dinero para gastos corrientes de a diario -tabaco y algo más- que ya es porque él ya tenía su pensión de jubilado. Dicho y hecho. Al día siguiente, a primera hora de la mañana, ya estaba en el bar de la plaza mayor explicando su nuevo quehacer a los conciudadanos que también gustaban de madrugar.
El cementerio limpio como una patena y vigilado como mandaba la normativa vigente. Abrir por la mañana y cerrar al ponerse el sol. Dar cristiana sepultura a quien le tocara en suerte y poco mas. De esta forma volvió a ocupar el tiempo y se curo de la depresión. Manejaba un poco de dinero y su mujer administraba la paga de la jubilación. El día de Todos los Santos de este mismo año de su jubilación y porque era costumbre el señor cura fue a decir misa al cementerio. Una pequeña capilla que daba cabida a los feligreses que se congregaban. Prácticamente todas las mujeres del pueblo. Cuando entraron hubo un asombro y un lamento general que les puso la carne de gallina. Agapito permanecía inmóvil en el centro de la capilla ahorcado de una biga de madera. Descansa en paz Agapito. Salud.

domingo, 8 de abril de 2012

Can Savellà, 27 y 29

El otro día vi un reportaje en televisión que me gustó por muchos motivos. El programa en sí mismo no tenía nada del otro mundo. Un personaje conocido o de renombre -aunque a éste yo no le conocía de nada- paseaba por las calles de una barriada y mientras explicaba las cosas que allí se encontraban así como la historia del lugar. Acompañado de una periodista y un cámara recorrían el lugar mientras recogían todo tipo de testimonios que pudieran interesar. Mi barrio. Palabra mágica. Este lugar tan especial en la vida de cada uno y de cada cual porque es dónde se desarrolla como persona. Este lugar dónde naces y creces. Dónde juegas con tus amigos que son tus vecinos y a la vez compañeros de clase. Este lugar dónde se encuentra la casa dónde te han concebido, dónde has nacido, dónde has crecido, dónde has jugado, dónde se encuentran la mayoría de tus familiares más allegados y aquellos vecinos que ya son casi de la familia porque has compartido casi de todo con sus hijos. El colegio dónde aprendes a leer, a escribir y a contar. El centro social, cultural y religioso. El barrio dónde vives los momentos de tu vida más importantes de la infancia y adolescencia. Despertarse por la mañana con la única preocupación de pasarlo bien. De estudiar y de comportarse adecuadamente según te indican los mayores porque así está escrito en los libros de cortesía, decoro y educación. Te enseñan lo que ellos aprendieron. Ninguna preocupación mas. Esas cosas de preocuparse son para los mayores. Los padres, los abuelos, los vecinos, los maestros, los curas y algunos más.
En esto estaba este personaje famoso que yo no conocía de nada pero que salía en televisión para dar buena cuenta de su barrio que a la vez  también era el mio. Digo mejor, que fue el mio. Se trataba del barrio dónde nací y crecí. Dónde aprendí lo que se. Donde pase los mejores mejores momentos de mi infancia rodeado de los mios -con penurias incluidas- que fueron las que más y a las que sobrevivimos. Lo reconocí enseguida que empezaron a emitir las primeras imágenes. Antes de que una voz en off fuera indicando las primeras cosas que aperecían y mucho antes de que apareciera el señor famoso o de renombre que yo no conocía pero que al final resultó que lo hizo bien dando explicaciones detalladas de cada cosa. Poco a poco iban saliendo las bondades del lugar y el señor famoso resultó ser un empresario que trabaja en el primer piso de un despacho de la Plaza de San Francisco. Tan sólo a unos cien metros de la calle de Can Savellà que es dónde yo nací.
Todo esto me daba igual. Es como si la voz del señor y de la periodista fueran desapareciendo y tomaran fuerza las nuestras. Las mias, las de mi familia, las de mis amigos, las de mis vecinos, las de la escuela, etc. Vecinos humildes y grandes de España en un mismo lugar. Una humilde barriada del casco antíguo de Palma de Mallorca y cuyo programa gravitaba en el mismo Convento y Basílica de San Francisco. De su claustro gótico. Lo conocía bien porque además de lo contado y de lo que contaré yo fuí monaguillo y estuve escolarizado allí. A mi me trajeron al mundo a escasos metros de la Basílica. En una humilde habitación del semisotano de un palacete de una familia bien e importante. A la casa se accedía bajando unos cinco escalones. Era y es la calle de Can Savellà y con los números veintisiete y veintinueve por si no bastara uno, esquina con la calle de Samaritana.
Así se contaba en el programa y así lo cuento yo porque estuve antes que ellos en este lugar. Hace cincuenta y bastantes años. Calle silenciosa. Sin tráfico si exceptuamos algún carromato de reparto de mercancías y alguna calesa tirada por un caballo y que llevaba de paseo turístico a los primeros turistas que aparecían por allí y que nos fueron invadiendo. Justo enfrente de mi casa estaba aparcada la Lambretta de mi padre con un sidecar a la derecha. Al lado mismo de la Lambretta una zapatería con un señor mayor de dueño que cada mañana sacaba una silla de barbero en medio de la tienda y dejaba afeitarse. Cada cuanto tocaba, también se dejaba cortar el pelo. Recogía todo y a vender para prosperidad del negocio que terminó cerrando. Un poco a la derecha se enfilaba la calle de Can Malla cuya característica principal era una tienda y taller de máquinas de escribir. Al final de ésta empezaba la calle Campana donde vivían mis abuelos maternos y otros tantos amigos de familias importantes con los que compartíamos juegos y amistad. Si se seguía llegabas a la Iglesia de Santa Eulalia con su plaza y demás. Pero esta es otra historia. Que cada barrio tiene sus puntos y sus momentos y que éstos los he de detallar en distintas entradas. Con esta es suficiente por lo que no digo mas. Salud

viernes, 6 de abril de 2012

Semana de pasión

Becker y Espronceda ya no venden. En el siglo veintiuno no interesa su cursilería porque no tiene cabida entre los jóvenes. Ahora, si alguien quiere dar a entender lo que no quiere decir abiertamente pero utilizando otras palabras para que se entienda lo que no quiere que se entienda del todo, ordena las palabras de forma desordenada para que más o menos rimen y, dice que escribe poesía. Los textos que tuvimos que aprender en el colegio sobre Adolfo y compañía -y de lo que no me arrepiento- ahora no molan. A los jóvenes no les gusta porque están en otra onda y a los mayores les cansó cuando estuvieron en bachillerato.
Hay un concurso de relato breve muy conocido y que se celebra en las escuelas bajo el patrocinio de una multinacional de refrescos. Los relatos finalistas se han publicado -el otro día- en la prensa local y los he leído por curiosidad y porque me gustan estas cosas. Además quiero saber cómo respiran nuestros jóvenes talentos en temas literarios. Llámame triquismiquis pero, no me han gustado para nada. Será un problema generacional han dicho algunos de mis contertulios. Puede ser pero no me han motivado en absoluto. Mas bien me he sentido maltratado. Es evidente que estos jóvenes no han leído a los clásicos y seguramente leen poquito y siempre de lo mismo. Mucho Potter y poco mas. Se sienten escritores consagrados. Cogen la varita mágica y la ponen sobre el pupitre como fuente de inspiración. Luego cogen papel y bolígrafo y ponen azul sobre blanco. Una construcción literaria sin orden que resulta insultante. Quieren expresar ideas pero no tienen ideas que expresar y lo que podrían expresar no saben cómo hacerlo. Amontonan palabras y frases que no se tienen en pie y ahí te las apañes. Han intentado ganarse al jurado escribiendo penitas de lloriqueo fácil y sensiblerías varias. "Mi mama ha muerto y en el velatorio había mucha gente que no conozco de nada que me daban ánimos". Qué bonito. La que quedó en segundo lugar escribía "mi padre es un borracho que cuando llega a casa ya se ha gastado todo el dinero y pega a mi madre y a mi y mis hermanos nos insulta y maltrata". Pobrecita. Bien le vale un segundo puesto sólo por el maltrato sufrido en la infancia. ¿A quién le importan estas sangrantes biografías? A ellas para poder beberse de gratis el refresco que las promociona. La ganadora escribió una espeluznante historia de perversiones morales y sexuales de quinceañeros emocionalmente inestables y con la auto estima muy debilitada. Fue una experiencia que no volveré a repetir. Fue agónico, pero lo leí todo. Quería saber qué escribe nuestra juventud. Los grandes escritores del mañana. Otra habla de un empleado de banca que a ratos libres se dedica a la política para pillar un sobresueldo y poder curar a un hijo suyo que padece una enfermedad muy grave que no saben curar en nuestro país y tiene que llevarlo lejos. El problema es tan gordo que también tiene desordenes emocionales con su esposa como consecuencia de las experiencias traumáticas que tienen con el hijo minusválido. Una putita caprichosa lo despluma una noche de barra libre y se lleva todo el dinero con el que iban a curar a su hijo enfermo. Joder con la historia breve. Llegados a este punto ya me he quedado sin pañuelos de papel y empiezo con las toallitas mojadas.
Me resulta humillante tener que leer esto y más cuando se que esto se escribe para que una multinacional se haga propaganda gratuita a costa de estos jóvenes -supuestamente talentos- al que le darán un premio de seis mil euros al ganador. Cuando yo era pequeño había dos redacciones en clase que eran obligatorias. El lunes teníamos que escribir sobre cómo habíamos pasado el fin de semana. Luego se exponía en público para deleite de unos poquitos y mofa de muchos mas. El jueves había otra redacción cuyo tema lo elegía el profesor de literatura al hazar. Otra vez exposición pública y divertimento para todos y sufrimiento para uno. Ahora la interpretación de las cosas es decepcionante a la vez que preocupante. Se resumen en conflictos interiores de los personajes para dar penita al jurado y que te den el premio. Pues será esto porque no veo otra interpretación de lo que sucede. La experiencia me resulta traumática y desconcertante y decido no volver a leer cosas de esas. Que se lean entre ellos. Que apechuguen sus papas y demás familiares con lo escrito. Fantasear a lo peliculero y nada mas. No aportan nada a la literatura ni al relato. Escriben como si del Facebook se tratara.
Pero no hay dinero para cultura y así nos va. Los profesores ya no obligan a escribir redacciones y a exponerlas en público que en el fondo estaba bien. Siempre nos quedará algún libro bueno que leer o releer de los clásicos o modernos pero cuyos escritores saben escribir y tienen cosas interesantes que decir. Todo lo demás es basura y este tipo de certámenes debería estar prohibido o sus premios quedar desiertos. Antes de escribir y a dedicarse a ir por la vida de literato consumado uno tendría que tener un certificado auténtico de que lee asiduamente y bien. Si no se lee no se puede escribir y si uno escribe sin tener una base de lectura bien afirmada resulta que transmite tonterías. Aquí lo dejo porque ya no me quedan ni empapadores de cocina. He avisado para que no se diga que no cuido a mis seguidores. Salud. 

miércoles, 4 de abril de 2012

Doscientos cincuenta

Al rey Felipe IV le gustaba la música y más que ésta, el baile. Cualquier ocasión era buena y con sus años mozos el disfrute de la danza era aún mayor. La música barroca se estaba imponiendo por aquellas fechas y llegó a tener gran esplendor, en parte, gracias a su mecenazgo. Alguna sonata alternada con concerto grosso en forma de danzas populares. Oratorios y otras cosas similares. Era el barroco medio que se estaba poniendo de moda. El Conde Duque de Olivares también era un gran aficionado -casi un profesional, diría yo- de la música y de la danza. Del baile, en general. Cualquier cosa que fuera un referente allá por mil seiscientos cuarenta menos el ballet francés que Olivares no soportaba. La corpulencia de Gaspar de Guzmán contrastaba con la figura enclenque del rey Felipe IV que hacía que se moviera con patanería y torpeza. Incluso bailando sin gracia recibía elogios y cómplices miradas de admiración de señores, caballeros, nobles y grandes.
Era una noche complicada que devenía de un día complicado. El valido del rey quería concentrarse en las piezas compuestas por Francesco Cavalli y Luigi Rossi pero su mente estaba en otra parte. El valido del rey tenía muchas cosas en que preocuparse. Los sonidos de los violines, violas, chelos, oboes, fagot y flauta travesera como instrumento principal retumbaban en el salón de baile de palacio que se fundían con las habladurías de los invitados que abarrotaban el lugar. Uno de los criados fue a decirle algo al oído del Conde Duque que seguía moviéndose. Como quiera que no se entendieron tuvieron que acomodarse en una estancia contigua al salón de baile que hacía las veces de despacho. Aquí tuvo que escuchar lo de casi siempre y un poco más. Don Diego de Silva y Velázquez se quejaba -con razón- de que no le dejaban trabajar a gusto. Cada día de desplazaba a las caballerizas para pintar algunos caballos que luego le servirían de monturas para los cuadros del rey Felipe IV y del mismo Conde Duque de Olivares. El problema es que nunca le sacan los mismos y esto le irrita sobremanera hasta tal punto que ha amenazado de no seguir pintando. Gaspar de Guzmán tomo nota. Cogió papel y pluma. Mojó en el tintero y escribió una nota al responsable de las caballerizas para que tuvieran preparados los caballos que Don Diego eligiera y que fueran siempre los mismos. Firmó y mandó llevar la nota con la orden de que semejante torpeza no volviera a repetirse.
Pidió comida y bebida para él y algunos de sus asesores y allegados que le acompañaban. De tanto comer su corpulencia era notable y su salud estaba resentida. Incluso el grosor de su cintura quedaba resaltada. Todo esto le procuraba un andar dificultoso y doloroso y un tener que cambiar -a menudo- de sastrería por problemas de estrecheces. No era tarea fácil la que tenía encomendada el Conde Duque de Olivares porque tampoco podía despachar con el rey lo que quisiera debido a su temprana edad y al desconocimiento de muchas de las cosas. Demasiadas reformas internas y externas. Demasiado territorio en que mandar, organizar y comprobar el cumplimiento de leyes y normas. Era temido en la corte y fuera de ella por su empecinamiento en hacer ciertas cosas y en llevar a cabo ciertas reformas. Su obsesión era conservar y ampliar lo heredado. Sus métodos no gustaban a todos por igual y provocaron algunos descontentos, revoluciones y guerras.
Faltaban recursos financieros y el endeudamiento era creciente lo que provocó la decadencia del poderío español en Europa. Olivares no tuvo otra que recurrir a la vía autoritaria como única posibilidad para la salvación de su puesto y el de la monarquía. Su prestigio quedó minado. Se escuchaba la música de fondo. La maldición le perseguía. Después de lo de Don Diego de Velázquez le quedaba otro hueso más duro de roer. Los catalanes. A la sociedad catalana le generaba malestar la presencia estratégica de tropas castellanas en su territorio. El Conde Duque de Olivares, aquella noche, fue informado de que un grupo de unos quinientos segadores catalanes se habían amotinado y entraron en Barcelona para dar muerte al Conde de Santa Coloma -virrey de Cataluña- y habían asesinado a funcionarios y jueces reales así como al virrey Dalmau. En un arrebato de cólera tiró papeles, documentos, el tintero, un candelabro y otros enseres que fueron rápidamente recogidos por el servicio. Gaspar de Guzmán no se esperaba tal cosa y no salía de su asombro. No podía entender que por la fiesta del Corpus Christi pasaran estas tropelías en contra de la monarquía del rey Felipe IV de todas las Españas.
Que el rey no se entere, de momento, grito a sus allegados que estaban reunidos con él esta noche. Mañana despacharé con él. Salió al salón de baile del palacio del Buen Retiro donde se encontraban otros ilustres. El grupo de cámara interpretaba una pieza escrita por Don Antonio Negre titulada "entrada doscientos cincuenta" y compuesta por Don Antonio de Almeda que estaba a la batuta. Olivares se puso a bailar junto al joven rey. Salud.

lunes, 2 de abril de 2012

Extraterrestre

El coche dio un quiebro en la misma entrada y perdió el control. Quedó literalmente empotrado en el pilón que sujeta la barrera de apertura automática de entrada que se rompió al instante. El ruido fue grande y provocador y desde el mismo momento acudieron asistencias para ayudar al conductor que fue sacado de su asiento medio aturdido y conmocionado. No recordaba muy bien lo que había pasado por lo que a duras penas se explicaba de forma coherente sobre el particular.
Cuando llegó la policía local para realizar el correspondiente atestado de lo ocurrido empezaron a recabar información de los presentes y ausentes. Los primeros relataban de forma pormenorizada lo que habían visto y los segundos se limitaban a contar lo que habían oído. La policía local hizo un croquis conforme a los testimonios con mas o menos acierto. Hicieron fotos y tomaron medidas. La cuestión es que todo en su conjunto no cuadraba. Faltaba algo. No se entendía lo que había ocurrido. Era, simplemente, inverosímil. Toda la información de lo ocurrido no explicaba nada por mucho que se esmeraron y lo intentaron.
Ángel observaba a cierta distancia. Ya sabéis. El amigo de mi amigo que está internado en el psiquiátrico. Estaba quieto y pensativo. Se decidió y se acercó a dar su versión. Quería hablar con los locales pero el director creyó que no era oportuno. ¡Déjelo, no se preocupe. Cualquier cosa que pueda aportar nos puede servir! Es que no está bien de las entendederas. Es un interno desde hace muchos años y lo único que podría aportar es más confusión. Deje que hable le dijo uno de los locales de forma enérgica. Ángel, por una de esas casualidades estaba en una muy buena posición para observar lo que había ocurrido. Como si hubiera previsto lo que iba a ocurrir y había cogido sitio en la mejor situación posible. Empezó a relatar todo lo ocurrido sin conjeturas, ni suposiciones, ni sospechas. Con total seguridad. De aspecto frágil y delicado pero con una fuerza mental que llamó la atención a la policía. El coche ha tomado la curva de entrada a una velocidad prudente y adecuada. Pongamos a unos trece kilómetros por hora. Entrando en la curva se ha escuchado un chasquido seguido de un golpe seco debido a la rotura del eje transversal justo en el punto de unión con el pivote que sujeta y une la amortiguación con la rueda delantera izquierda lo que ha provocado que el conductor haya perdido el control. Cuando ha intentado girar el volante para esquivar el pilón de la barrera, la rueda delantera izquierda ya estaba suelta y ha arrastrado el coche de forma lateral hasta que ha parado. Esta es la marca de la goma. Señalaba con precisión. No hay marcas de frenado porque no ha frenado. No le ha dado tiempo. Estas marcas de goma, repetía, son del derrape de la rueda cuyo eje se ha roto y ha dejado suelto el amortiguador. Tal como está roto y abollado el capó y estas piezas sueltas del pilón se corresponden con la versión que acabo de darles. Si tenéis un programa informático adecuado lo podréis comprobar fácilmente.
No era normal ni frecuente encontrar un testigo que relatara lo que ha visto y oído con tal precisión. Los policías locales se acercaron y se agacharon con las linternas encendidas enfocando debajo del coche. Lo que Ángel ha dicho es completamente cierto, comentó un policía a otro. Comentaron con el director del centro que lo relatado era rigurosamente cierto y quedaba aclarado. El director insistió de que no le dieran más importancia a la versión de un interno que lleva desde joven  en tratamiento y que no demuestra mejoría en su estado mental sino estancamiento. ¿Seguro que este señor necesita estar ingresado? Conozco muchos que podrían ocupar su lugar. El director insistía. Dice que es de otro planeta y está esperando que vengan a buscarlo. Pues muy bien podría esperar fuera con total libertad y menos pastillas y dejar sitio para otros con más necesidad. Mire que le digo, espetó el policía de más rango. Conozco demasiados que podrían sustituirle aquí dentro. De todas formas estará a disposición del juzgado de guardia por si se requiere su testimonio.
Pese a todo Ángel sigue internado y tomando pastillas. Deambula por el centro jugando al despiste con las cámaras de seguridad. Mi amigo el de seguridad que este día estaba de guardia y presenció todo sigue con sus dudas de su verdadera identidad y la de su pasado. Esas cosas que pasan a veces y nos desconciertan. Piensa lo que quieras pero lo que acabas de leer es verdad. Salud