jueves, 16 de agosto de 2018

Relato

Hoy me ha parecido un buen día para retomar la actividad de escribir más allá de una reflexión en un tuit. Ya os he contado en alguna ocasión que tengo por costumbre despertarme y levantarme antes de que lo haga el  sol. 
Posiblemente es uno de los momentos más efímeros del día porque es imprescindible vivirlo para afrontar con ciertas garantías lo que queda de los momentos venideros. Con sus silencios y sus barullos. Con su sirimiri o su brisa bochornosa. No sabría hacer otra cosa  ni de otra manera. Ver amanecer es garantía de vida.  
Tengo que reconocer que me costó entender el silencio del alba y la penumbra del amanecer. Porque sólo voy a saludar el alba en aquellos lugares donde habita el silencio. El día cuando empieza, calla y esto multiplica el placer. Puedes pensar mientras miras cómo clarea. Reflexionas pensamientos y meditas ideas. La vida es de lo más complejo y sencillo dependiendo del estado de ánimo.
Luego vendrá el ruido y el caos. Una especie de ensayo del juicio final. Donde todo el mundo gritará porque creerá tener razón y no querrá ir al infierno. El sol se deja intuir cuando empieza a incendiar el horizonte. El momento impone. Esa luz cegadora que te permite formar parte de la naturaleza y del universo. El momento de la vida transparente. 
Cuando todo esto que cuento ha ocurrido nos citamos en la terraza del bar de Pepe. Con Eugeni y los demás que ya conocéis porque os he hablado de ellos. Es el momento en que el mar despierta y empieza a mandar olas. También despierta el bosque y los campos y los paisajes. Una vida paralela que dura lo que dura un amanecer en nuestra vida. Es el relato de cuando el corazón late a otro ritmo, la tensión se normaliza y careces de odio. 
Y llega la tertulia. No es un hablar por hablar. Es un hablar sin concretar con unos y otros. Con el que está más cerca para no tener que gritar que ya nos fallan los oídos. Donde cada uno es guionista, filósofo, actor y crítico de si mismo. Porque hay algo que tiene que quedar muy claro desde ahora, los jubilados sabemos cómo se tienen que arreglar las cosas sin sobrecostes, sin mamandurrias ni mangoneos y sin faltar a nadie. 
Brisa fértil y generosa que provoca sonrisas. Brazos que se mueven de forma alocada en todas direcciones porque los gestos valen más que las palabras. Todos dejamos abiertas las puertas y ventanas de las casas para que corra el aire. Éste sabe que puede entrar por dónde quiera y salir por dónde le de la gana. Levanta las cortinas y cambia los olores de sitio. Estamos todos de acuerdo que la brisa siempre empieza en el mar y luego se distribuye por todo el pueblo.
Todos los días empiezan así porque todos los días amanece después del alba. Las mañanas que hace frio no estamos en la terraza porque no necesitamos una pulmonía. Los veranos es otra cosa. Luego llegan la rutina del paseo prescrito por el médico y las improvisaciones que nos hacen sentir mejor. 
La parte central del día está dedicada a convivir con el mar. A veces pescamos y otros simplemente miramos. Que dice Eugeni que la vida empezó en el mar. El contacto con el agua nos retrotrae al útero materno porque el agua de mar actúa como líquido amniótico. Son cosas de Eugeni y del poeta cuando se ponen filosóficos con el mediterráneo. 
Los días pasan rápidos y cada vez más. Nunca entenderé porqué razón. Días difusos, opacos, calurosos, o todo lo contrario. Lo único cierto es que hay que vivirlos evitando problemas innecesarios y situaciones tóxicas. Dejarse llevar por el viento del norte que es el que más refresca. 
Tenemos un cura post-moderno. Nos ha dicho que el cuerpo es una morada eventual del alma mientras dura la vida. Que no le cojamos demasiado apego a la vida porque pasa en un pis pas. Lo más efímero que nos podamos imaginar.  Las experiencias se acumulan en el cuerpo y éste se quedará aquí atrapado con la muerte. Donde vaya el alma no necesita experiencias ni currículum. La vida terrenal es sólo un paréntesis. Ya lo sabíamos pero nos ha puesto de mal humor. Le hemos hecho saber al cura que para desayunar con nosotros tiene que hablar de otras cosas de lo contrario que pase, salude y siga su camino. Que nosotros andaremos el nuestro. Salud.