jueves, 20 de noviembre de 2014

Después

El exilio a mi otoño me va bien. Gracias. Atrapado en el presente pero sigo viviendo en libertad. Me gusta caminar más por el barro porque se marcan las pisadas. El sol las secará y perdurarán en el tiempo. Lo sé. Como si estuviera previsto todo de antemano. Tampoco me molesta pisar las hojas caídas de la vida. Incluso el viento ha soplado las cenizas.
Algunos días los perros ladran furiosos. No sé porqué. A todas horas. Por la mañana por la tarde o por la noche. Cuando oyen ruido o cuando escuchan el silencio. Sólo el gallo de mi vecino le canta al amanecer y luego va a lo suyo. Yo hago lo mismo. Madrugo con los pájaros, los olivos, las encinas y las higueras deshojadas. Me llevo bien con el mar y el bosque. Escribo cuando las últimas flores del limonero han caído por culpa del frío. A la espera de la siguiente primavera. Pero antes vendrá la nieve del invierno y su frío. Yo buscaré cobijo en el calor de la tormenta del fuego de la chimenea. Como siempre. Pero ahora más que nunca. Y descalzo, a todo esto.
El amanecer de hoy tiene el color de mi cuerpo tibio cuando acaba de levantarse. Fuera, amaneceres frescos que nos avanzan la inevitable llegada del invierno. Igual que las noches tempranas me acompañan el café de media tarde. Los amaneceres de niebla huelen a café con leche porque otra cosa no se ve. La densa oscuridad de la noche huele a cena y a descanso merecido. Me dice Eugeni que en las cárceles, cada vez más llenas, y los conventos, cada vez más vacíos, se desayuna temprano y se cena pronto. Mis costumbres y mi rutina, de momento, me siguen.
Después llega la noche temprana para el escritor o la tarde desmayada para el poeta. Que viene a ser lo mismo según el estilo de cada uno. Los días empiezan y acaban con la misma luz tenue. La de siempre. Que para esto se inventó. Ahora, cuando amanece en otoño, el viento sale del bosque y recorre las calles y los sembrados. Levanta olas y mueve las nubes. A la noche regresará. Se pregunta Eugeni si los dioses y diosas de la antigüedad existen todavía hoy. Él mismo se responde que si. Son inmortales y nos acompañan. Pero sólo están de moda para los nostálgicos. Los que vivimos el otoño. Así nos va. Las olas pasan la noche mar adentro. En la playa se quedan las insomnes que no paran de murmurar.
Las cavilaciones de cuando ando no son los mismos pensamientos de cuando tomo el café o cuando la tertulia mañanera con los amigos. Porque los ojos no miran al mismo sitio. Ahora miran a ninguna parte. Y las ideas me revolotean. He vuelto a la colonia de peluquería. La que nunca pasa de moda. Procuro andar en todas las direcciones. Así en algún momento del día camino en la buena dirección. Eso es. Y en mis ratos libres miro pasar el agua del rio que no se detiene por mucho que me concentre.
Los árboles sin hojas de mi otoño parecen raquíticos y débiles. Simplemente descansan para ser más fuertes el próximo verano. Ahora me paro a mirar más escaparates que antes. Después de pensarlo bien he llegado a la conclusión que me atraen las luces de navidad, los decorados con turrón y los juguetes. Cosas mías. Cuando la presión de mis pensamientos me atormenta me sujeto la cabeza con las dos manos para que no estalle. Aprieto y siento alivio. Los días que me levanto con los ojos hundidos no me afeito. Es cuestión de mantener la armonía en la cara y la dignidad de la mente. Que el otoño es una estación más.
Siempre será de día hasta que se ponga el sol. También lo ha dicho Eugeni que se lo ha dicho el poeta de la boca del metro. Añade que la inmortalidad del alma pasa por la mortalidad del cuerpo. A diferencia de los dioses de la antigüedad. Por eso nosotros tenemos mausoleos con flores secas y ellos tienen templos con velas encendidas y olor a incienso. Cuando un cuerpo muere el alma va al infierno para purificarse con el fuego. Después va a otro cuerpo y así sucesivamente. Por eso es inmortal. Como el mar.
Es un post para leer y pensar. En calma. Que las prisas en otoño no son buenas. He conocido si fue primero el huevo o la gallina. Igual que el amor o el deseo. Ahí está la respuesta. Ahora que es después voy a hacer otra cosa o nada. Salud.