martes, 26 de agosto de 2014

Sabor

Me he entregado al día y a la vida de una forma casi inconsciente. Un poco antes del amanecer. Veremos cómo acaba. Que esta es otra. He salido de casa en modo "llevarme bien con todos". Sin impulsos de enfado ni de resignación. Dispuesto a colaborar. Simplemente.
fotografía de Toni Negre
El exceso de detalles hacia la vida y viceversa puede resultar empalagoso. Un punto de imaginación que siempre le falta a la realidad y nada más. Cuestión de equilibrio. No me cuestiono la vida pero si alguna de sus ocurrencias de cada día. Después de escuchar las noticias de la radio convengo con Schopenhauer en que "el mundo se mantiene por su propia destrucción". Y ahora ya podéis romper el silencio. Pero razonando y sin molestar. Criticar mucho que relaja bastante.
Oigo murmullos de brisa y de mar. Observo los gestos de las ramas y de las nubes. Ando por entre la oscuridad y el silencio para pasar desapercibido. No veo el sol porque las nubes lo tapan. Pero es previsible como nosotros. Por eso sé que está.
He descrito el mar de todas las formas que he sabido. He hablado de él en todos los sentidos. Tenía una idea previa de su sabor. Pero el otro día descubrí que el mar tiene más de un sabor. Es un sabor intenso en forma de ortigas de mar rebozadas. Concentran tormentas y calma. Marea y corrientes. Olas y brisa. Sabe a todos los colores que tiene. Incluso se nota su carácter en el paladar. Todo esto en Ciutadella de Menorca. Salud.