domingo, 18 de mayo de 2014

Coherencia II

Después de mucho esfuerzo he conseguido crear un mundo. Mi mundo dentro del mundo de todos. Con todo lo necesario. Procurando que no falte nada ni nadie. Pero esto último es otra historia que pertenece al azar y a circunstancias en estado salvaje. Sobre las que no ejerzo ningún control. Un mundo de coherencia. De dejar huellas fieles a mis principios. Un mundo consciente y honesto igual que mi forma de ser y de estar. Un mundo que a veces converge con otros por compromiso personal. Donde los deseos satisfechos abonan el terreno.
Y mi casa es mi mundo. Construido en años de perseverar. Confortable y segura. Porque todo está en su sitio. Mi sitio de libertad. Con las paredes decoradas con mensajes sacados de botellas y citas sacadas de libros. Sin puerta. La intimidad está protegida por un visillo y la noche. Una luna tapada de nubes para que no ilumine. Y el tiempo de las cosas dura lo que uno quiere. Porque el reloj es biológico y está en la mente. Los sueños duran una noche. Se comparten los sueños y la noche. La compañía la pone la soledad. Miradas y caricias de aire. Las horas y los minutos de mi casa de mi mundo no pasan porque se hayan vaciado. Se cambian porque se han llenado. Con tenacidad.
Y vino el poeta y convirtió el día en estatua de angustia. Vacía por dentro. El viento silba cuando la roza. Y el agua la cambia de color cuando la moja. Así empezó el poeta a esculpir el día en cuanto amaneció. Los gorriones son expertos en romper las monotonías y se pusieron sobre la estatua. Así sin más. Y la estatua de angustia se convirtió en centro de vida. Generadora de ideas y de historias. De recuerdos. De sol y de sombras.
El día va regalando minutos que cada cual aprovecha según le convenga. Así, recluido en el sosegado mar, transcurren esos días de mi mundo. Días definitivos que terminan para dar paso a otros. Mis zapatos de andar cómodo se han adaptado a caminar de día y descansar de noche. Como todos. Pero los míos también descansan cuando leo y escribo. Es la costumbre. Forma parte de mi libertad.
Miro fijamente el mar a mis pies. Miro mis pies junto al mar. Las olas llegan pero hoy no los tocan. Que está fría el agua. Sostengo mi libreta y anoto todo lo que veo. La vida que pasa. El vaivén de las olas. Y el susurro del recorrido sobre la arena hasta no poder más. El símil de la vida es un camino. Pero también podría ser el bosque o el mismo mar. Mi mundo o mi casa. Pero las piedras y las hojas caídas borran este camino que te cansa cuando llega la noche. Bendito día y bendita noche. Los días que llueve me siento en la terraza de mi jardín y miro el agua que cae abundante desde el tejado. Y huelo la tierra. Esta tarde iré hasta el acantilado para ver ponerse el sol El día viene despejado de nubes y las tormentas están lejos. El sol vendrá a ponerse ponqué también viene cansado cuando llega la noche.
Sentimientos encontrados de naturalezas coherentes. Agradecido desde que amanece hasta que atardece. Agradecido de poder ver anochecer. Salud.