martes, 22 de abril de 2014

Cuestiones previas

La primera emoción que se siente cuando empiezas a leer es la que forja la experiencia literaria. Pensamiento literario poético y artístico. Hay que cuidar los comienzos. Las primeras palabras son las que enganchan verdaderamente. Atraen a las siguientes. Umbral lo tenía claro: "Cuando yo nací, empezó todo". O Vargas Llosa con: "La buena literatura nos defiende contra la mentira y la manipulación". Es leer esto y no parar. Como decía.
Necesito silencio para pensarte. Ha dicho el poeta. Porque te llevo en algún repliegue del alma. Y acudió al mar y las inquietas olas susurraban movimientos. Fue al bosque y la vida era agradablemente ruidosa y sensual. Luego se acercó al desierto pero el aire había llegado antes. Había apartado el silencio. Fue en este momento cuando el poeta decidió pensarla en sueños. Y sentía el calor de su presencia. Cuando despierta lo recuerda y lo escribe. Escribe la vida y la gente que la vive.
Puedes escribir con elocuencia. Sólo después de la travesía del amanecer y del primer café. En el bar de Pepe. Junto al mar. Y según la época con salida de sol incluida. Los textos que se escriben deben estar validados. Siempre pensando con la descendencia. Que la tendrán. Las vivencias cimientan las nuevas creaciones. Lo que se vive se transfiere al papel. Luego otros lo van a leer. Encauzando ríos de tinta. Manoseando papel. Acariciando pluma. Colocando palabras de forma ordenada. Lectura eficaz e interesada. Escritos que salen del desahogo o la necesidad. La noche existe en mi memoria. Son las raíces que sustentan las palabras de ahora. Llevaré las memorias conmigo. Hasta que nos tropecemos con el olvido.
La literatura convertida en refugio. El mundo literario es así. Como la vida misma. Escribir en los momentos de ausencias queridas. Soledades buscadas. Letras de cabecera para antes de dormirse. Un refugio al fin. Como pueda ser el mar o la montaña y su bosque. Los pies descalzos para que descansen los zapatos de andar la vida. Que no falte el sombrero. La lectura y los valores de la libertad. La literatura como suma de acontecimientos y sucedidos. Reales o imaginados. O la mezcla de los dos.
Hoy estrenamos contertulio. Se llama Bernat. Dice ser pariente cercano de las letras. Le gusta el teatro. Habla pausado y nosotros escuchamos pausado. Ha representado recientemente algo de Buñuel. No hay silencios ni música. Hay palabras. Pisadas de ramas y hojas. Respiraciones y suspiros. Sonidos de aire y viento. Ruidos de mar. La banda sonora son las cosas que digo. Pero no hay música. Aunque si melodía. Al final ha dicho que morir es otra forma de vivir. Y se ha marchado.
En Semana Santa hemos tenido tambores de tristeza. Música de difunto. Paso de réquiem. Actitud de pasión. Olor a incienso y a cera. De un domingo de júbilo o de Ramos a otro de júbilo o de Resurrección. Semana intensa de peinetas y saetas. De mirar callado. Porque cada amanecer es elegante. Incluso cuando vienen mal dadas. Salud.

miércoles, 9 de abril de 2014

Susurros

Me emocionan los susurros porque me calman. Me resultan placenteros. Me puedo concentrar en reflexiones y en ideas de cada día, de todos los días y de todos los años. Luego de los susurros el libro de ficción se convierte en libro fantástico. Y luego, al fin, lo dejo en la estantería de releer. Con los otros clásicos imprescindibles. 
Me despierto y te pienso. Y me acuerdo de que antes de despertarme ya te pensaba.
Un sol tímido de primavera entra por la ventana de mi habitación. Como siempre que el sol sale antes de que me despierte. Depende del gallo de mi vecino que hay días que parece que todavía no ha cambiado la hora. Kikirikea una hora más tarde. 
Desayuno algo y salgo a caminar. Luego me siento enfrente de la mesa y escribo unas líneas en unas hojas grises de papel reciclado o en una libreta. Resulta curioso que los rayos del sol entren casi de forma horizontal e inciden sobre el plumín y la hoja. La sombra es asombrosamente alargada. El plumín y la sombra se unen cada vez que escribo. Se persiguen sobre el papel. Cuando separo la pluma la sombra también se eleva un poco y descansa. Sólo se juntan si escribo. Es la curiosidad de la sombra por saber lo que escribo. Es un baile entre plumín y sombra. Me entretengo y no pongo atención a lo que escribo sino al trazado de lo que escribo. 
Y como quien no quiere la cosa he llenado la hoja de escritura con todas las ganas y todos los sentimientos que tenía a mano. Luego no quiero reclamaciones. La culpa es del sol y de la sombra que proyecta. Mientras lo escribo me pertenece. Cuando lo leas o lo escuches también será tuyo. Formará parte de tu memoria. El placer de la escritura con la radio puesta. Me hace compañía. Me dice cosas y no me replica. Será por eso que seguimos siendo amigos. Porque no me lleva la contraria Como el perro o el periquito. Algunos espacios radiofónicos absorben mi atención. La televisión no lo ha conseguido nunca. Por cierto que recuerdo que cierto día me cambiaron de presentador. Me molestó. No era capaz de ponerle cara. Me venía a la mente la del otro. El de siempre. Cogí un cabreo justificado. A los pocos meses el presentador de siempre falleció. Cuando dejó la radio ya estaba enfermo de muerte. Me sentí un poco culpable como si de una manía adecuada se tratara. Hacía una radio con elegancia. Son escritores que hablan bien. No les lees pero les escuchas.
Me gustaba escuchar al director del Zoo de Santillana del Mar. Apasionado del mundo animal. Gran observador que contaba las cosas como quien mantiene una conversación. Siento nostalgia de José Ignacio Pardo al que conocí personalmente en una visita al zoo que dirigía. Precisamente le reconocí por la voz. Camuflado entre mariposas que parecían hojas secas en las ramas de un árbol. Las cosas de  misterios, de tumbas y de los muertos de Nieves. Cuando salía de trabajar de las trincheras me informaba Àngels Barceló de camino a casa. 
Un día de estos voy a incinerar todas las ideas que ya no me sirven. El humo formará parte de las nubes porque siempre hay alguna nube que acompaña. Y cuando llueve, cuando llueve se enfatizan las emociones y se entretienen las preocupaciones. Son quimeras de andar por casa. Susurros al viento de cuando estas solo. Aunque siempre me quedará el mar. Porque hay días que son ambiguos. Cada día la vida te da cosas y te quita cosas.  Tengo un amigo que en un mismo año la vida le dio una gripe y un nieto. Y le quitó un padre. Esas cosas ambiguas que no se comprenden.
Recuerdo también aquel día que el río perdió la memoria y no recordó el cauce a seguir. Cogió otro y se desbordó inundando parte de un pueblo. Le habían cambiado el curso varias veces. El día que se desbordó cogió el de verdad. Ahora me doy cuenta de que el río tiene memoria. 
Dije en un tuit que uno llega a la adolescencia cuando pasa de la indiferencia a la pasión. Cuando todo importa. Ahora las decepciones ya forman parte de la normalidad diaria. Acaba de aparecer una densa niebla de esas de primavera que me ha cercado. La luz ha huido. Estoy aislado y no recuerdo ninguna poesía. He perdido la libertad. Luego callejeo por el pueblo y fantaseo con la realidad. Eso siempre ocurre cuando uno le susurra a las farolas. Salud.  

jueves, 3 de abril de 2014

Aguas mil


Perfecta noche
entre frio y calor
brisa y viento
susurro de ramas
nubes en movimiento
ojos abiertos 
de un dormir lejano
oscuridad invisible
luna presente
las cortinas de la ventana
entran y salen
 vuelan y caen
habitación en penumbra
niebla infinita
sudor de pasión
y sábanas revueltas
sonidos de olas
crujidos de cama
sin disimulos
 necesidad y ganas
dura poco la noche
el gozo que trae
un corazón acelerado
 bellos recuerdos
momentos sublimes
 sin heridas
tú y yo
la pasión y la noche
momentos protegidos
 por el silencio

martes, 1 de abril de 2014

Silenciado

He sido Hackeado y Twitter me ha cerrado.
Mi palabra secuestrada desde anoche.
 

Ideas calladas

           Difíciles amaneceres cuando se cruzan con el futuro. Siempre seguro el amanecer. Siempre incierto el futuro.
La brevedad de llegar al futuro. A cada día que pasa más cercano. A cada día que pasa más imprevisible. Al amparo de hoy, porque el futuro empieza hoy.
           Hemos llegado a un punto en el que necesitamos una inteligencia rápida. Que conteste a cualquier cosa. Al momento. Inmediatez sin reflexión. Nos hemos desprovisto del escuchar pausado. Del pensar reflexivo. Del hablar calmado. No tenemos tiempo para una generosa reflexión. Vivimos rápido. Sin saborear los momentos. A menudo sin atención. Los detalles pasan desapercibidos. Y parece que no hemos vivido. Lo efímero de la vida y la brevedad del tiempo que nos separa del futuro. La angustia del amanecer cuando te lleva al futuro. La tristeza del atardecer. La melancolía del anochecer. Con su oscuridad y su silencio. Pero contigo es distinto.
           No sé dónde acumulamos la edad. Parece que la llevamos en las pestañas. Cada año los ojos un poco más cerrados. Pienso esto mientras camino. Preocupado por el futuro. Aprovechando un descuido de mi cansancio he sacado los zapatos viejos y cómodos a pasear. He dicho pasear. Con las manos despreocupadas y en los bolsillos. La mirada ociosamente perdida en cualquier parte y con cualquier cosa. La mente entretenida en la idea de lo que ahora escribo. Estrenamos primavera lluviosa sin dejar del todo el invierno. Con frío y nieve. Lluvia y viento. Mar embravecido con olas amenazantes. Y yo con el sombrero y el paraguas camino del futuro. Mezcla de emociones gratas y miserables tragedias que me rondan la cabeza. Aprovechando la vigilia del insomnio. El descuido de la pereza. Un camino bacheado por la vida. Por favor, que nadie me niegue la virtud del talento.
           Mis ojos quieren mantener una conversación con tus ojos. Porque los ojos entienden. Tienen memoria y saben transmitir. También saben escuchar con la mirada atenta. Es el calor de la voz de los ojos. Imagino yo. Sé que a las nubes les gusta más llover al atardecer. O cuando es noche cerrada.  No apetece llover por la mañana. La lluvia protege la conversación.
A orillas del mar también te protegen las olas. Es la rutina del susurro. Quieres pisar la ola y se te escapa. El calendario marca una primavera que no es. He oído una señora decir que cuando el dinero se deprime se va de compras. Ella le acompaña porque no se fía. La sensatez de la señora.
           Luego llegará la noche. Como siempre. Cuando termina el día. ¿Y si no llega la noche? Dice la señora. No puede ser, le contesta otra. No podemos impedir que salga la luna y sus estrellas. Que el sol tiene que acostarse para descansar en el mar. Tampoco podemos impedir un sueño. Los sueños son libres y vienen de noche. La calidez de algunas personas es como el viento de verano que se comporta como brisa. Y el futuro va llegando con el mes de Abril. A la noche de hoy le pondré nuestros nombres. Será nuestra noche pues. Nos contaremos inocencias y desfachateces. Sentados en la arena junto a la barca. Que llegue antes la noche. En la madrugada buscaremos la luz a tientas. O seguiremos esperando el futuro con ideas calladas.
           Quimeras de ratos libres. Ideas calladas que han aprendido del silencio. Con colores vivos copiados del mar. Y del bosque. Y del amanecer y de la puesta de sol. Con una mirada completa de adolescencia. Pasional y todo eso. Como cuando estás a punto de llegar a la última página del libro. Pero no quieres porque se habrá acabado. Cuando el futuro se insinúa cercano. Huyendo de la indiferencia. Mi libro de mano y el dedo índice atrapado entre hojas marcando punto. Y es que hay cosas que todavía me emocionan. La brevedad del tiempo que me separa del futuro, por ejemplo. Salud.