domingo, 12 de enero de 2014

Con permiso

Con vuestro permiso. Voy a tomarme unas libertades. Es cada ocho horas y ahora toca. Vivo en un país delicado de estas cosas y necesita tratamiento. Ahora mismo está amaneciendo en sepia y con una densa niebla. Realmente no estoy muy seguro de que amanezca. Si no es así es que he madrugado mucho.  Pero lo han dicho por la radio y yo me fio. Ni siquiera hay paisaje porque está borrado. Las nubes han pintado un fondo color chatarra metalizada. El cielo ha colaborado. Es como una señora sin curvas y con exceso de maquillaje. O con mucha falta de cosmética. En este preciso momento no me atrevo a aventurar lo qué es. No es envidia de sol y moscas. Es lo que hay y nada más. La camarera que me sirve el desayuno tiene una mirada gótica. Yo le doy las gracias con mi voz barroca. Me doy cuenta de que hacen juego y ella también. Por todo lo escrito -que sólo es el comienzo- puedes hacerte una idea de que hoy intentaré parecerme lo más que pueda a mi. Sin llegar al peligro del plagio.
Antes de salir de casa he realizado unos estiramientos como de costumbre. Que dice un científico que es cosa buena para la circulación y las articulaciones. Unas muecas delante del espejo para colocar la cara de siempre. Seria. Y unos bofetones de broma para lucir colorete que demuestra salud. El espejo me ha dado permiso para salir de casa. Más que un espejo de cristal parece una fotografía envejecida de mi mismo. No se trata de hacer el ridículo que para eso están los frikis. Estrafalarios de la vida porque carecen del sentido del buen gusto. Gente sobre la que ningún opinador con pedigrí se ha pronunciado todavía.
Salgo de casa abrigado convenientemente para hacerle frente a la ciclogénesis de hoy. Es una mezcla de frío, niebla, humedad, viento quieto y humo tóxico de los coches. No sabría decir a qué huele la calle hoy. Tampoco estoy seguro de estar en la calle en estos momentos porque sólo adivino siluetas que quieren vivir dignamente el momento aunque el tiempo no acompaña en absoluto. Alguien ha plagiado mi cara porque alguien que no conozco de nada me ha saludado efusivamente. Ha estado un rato callado y al poco, el anónimo, me ha pedido disculpas porque se ha confundido. Y se ha confundido porque me ha dicho que soy alguien calcado a alguien que él conoce. O más o menos esto es lo que he querido entender. Y yo, mientras, haciendo recados pendientes. Si los hago todos tendrá su mérito.
Esta es la crónica de un día sin decorados. De gente sin maquillaje. De siluetas andantes y otras quietas. De confusiones de niebla. De humedad que empaña los cristales de las gafas y los del coche. De escaparates vacíos y echados a perder porque no se ve nada. Ojo que no me atropellen porque tengo todas las de perder y ellos las de ganar con sólo decir que no me han visto. Resulta obvio decir que no me gusta nada lo que no veo. No me gusta no ver. Esto es un vivir a tientas y no soy persona de tener los sentidos muy desarrollados.
Hoy con esta niebla leería o escribiría. Pero no se hacen olimpiadas de leer y escribir. Ni de pensar. Si lo hago no será por medallas sino por convicción. Que es lo bueno. La niebla es espesa y el frio entra por el escote del abrigo y hoy no llevo bufanda. Hoy mi carácter va con el día. Esta noche me acostaré sin una historia que contar. Porque hoy no la he visto. Un día no vivido o vivido entre tinieblas. Llego a casa. Pijama y batín. Música de canto gregoriano que pega con el día. Releer algún clásico. Termino con Umbral y algunas de sus ilustres groserías. Personajes que van de putas y fornican. Que son maricones porque ya tienen doce años y todavía no fuman. Señoras de tetas grandes y culo a juego. Que fuman, tosen y follan y mueren de tuberculosis. Señoras católicas que se benefician de lo que es obispo tiene debajo de la barriga. Después de misa y de un "ego te absolvo a peccatis tuis".  Y muchas cosas más. Que bien describe las guarrerías para estos días de niebla y frio. De esta no me salva nadie de ir al infierno. Salud.