martes, 21 de mayo de 2013

Caminar

Caminando solo
por la noche clandestina.
Atrevido en mis andares
por esas calles.
Pisando tristezas
para romperlas en pedazos.
Hasta que llegue la mañana.
Y la libertad del alba.
 
Con las primeras luces,
sentado en la arena.
Abro un libro de poesía
que habla del mar,
del viento y de la brisa,
de las mareas y las barcas.
Un mar incomprendido
porque habla por sus olas.
 
Victorias y derrotas,
sufrimientos y alegrías.
Compañeras de la luz.
Refugio de las tinieblas.
Miedos y valentías
escritas en verso y poesía.
 
Mar complicado.
Extravagante.
Género literario
que te moja y empapa.
Que desprende brisa
cuando lees en la playa.
Y te humedece los labios
de sal.
Ojos enrojecidos
con lágrimas de alegría.
Acantilados y playa.
Inquietud y sosiego
de una mañana.
 
Noche clandestina
de sombras y de muerte.
De sueños y pesadillas.
Rostro quieto e inquieto
y mirada astuta.
Si quieres saber más
pregúntale al mar
que te contesta con las olas.

Todos lo conocen
pero nadie sabe quién es.
Parece monótona
pero ha provocado naufragios.
Del mar habló Homero,
y de Ítaca y su viaje.
Se dicen tantas cosas
que nadie sabe
lo que es cierto o mentira.

Un abismo
que tú y yo amaestramos.
Lo pintamos de azul
en los ratos buenos.
Levantamos olas grandes
los días de tempestades.
Navegamos lugares lejanos
los días que nos quisimos. 

A veces se integra con la Isla
y otras, parece desaparecido.
Lo hemos navegado
pero no lo hemos conquistado.
Porque es libre.
Es el mar azul de Mayo. 
Desde el encinar primigenio
de la Sierra de Tramuntana
hasta la delgada línea
que forma, a lo lejos, el horizonte.