miércoles, 29 de mayo de 2013

Olvido


Rostro del olvido,
sereno y triste.
Con la furia apagada
y olvidado en las tinieblas.
 
Rostro de tormenta
sin ruido.
Vulnerable y solitario.
 
Como una fina nube de verano.
Como un pájaro
en un bosque nevado
de tonos grises.
 
Gritos interiores
 que no se oyen.
Insomnios de muerte.
Extrañezas al atardecer
de sus días inexistentes.

Melancolía en la cara.
Retrato sin  rostro.
Ojos que no miran
porque la mente
está en blanco.
 
Un mar sin color.
Una brisa sin aroma.
Bosque sin viento.
Atardecer sin sombras.
Crepúsculo de la nada.
Mirada que se pierde.

Sufrimiento en la sombra
y en el silencio.
Memoria desnuda.
Sentimientos clausurados.
Dolor equivocado.
Emociones de niebla
que no se pueden ver.
 
Monstruos de niñez.
Adolescencia no vivida.
Mundo inexistente
de días olvidados
en una mente vacía.

Luchar
por mantener las cenizas.
Porque ya no hay fuego
ni secretos que guardar.
Las palabras tachadas
que ya no se podrán leer.

El reloj es de arena
y no le han dado la vuelta.
El reloj no marca la hora
y nadie responde
a estos versos olvidados.
Ya no se ve la luna.


lunes, 27 de mayo de 2013

Alcantud

Hay mañanas me levanto con alguna idea fija que seguramente se ha ido formando en la oscuridad de la noche. A lo largo del sueño. El momento "salir de la cama" es como un volver a la vida cada mañana. El cuerpo entumecido. Un poco de sueño que se ha quedado sin dormir por falta de tiempo o porque últimamente duermo lentamente y tendría que hacerlo más rápido. Una oreja más plana que la otra -no siempre la misma-. Los pelos alborotados. Cara de pereza en puro contraste con las ganas. La agenda repleta de recados y buenas intenciones. El estribillo de una canción que ya no lo sueltas en todo el día. La sensación de que soy un pringado -incluso más que los demás- y, como decía al principio, una idea fija que te ronda la cabeza todo el santo día.
Camino del trabajo he seguido con el pensamiento que se ha formado en mi mente en la oscuridad de la noche mientras dormía. Es el siguiente. Para que mi trabajo resulte productivo, eficaz y éticamente impecable necesito de una supervisora de unidad, una coordinadora, un supervisor de área, una supervisora de recursos humanos, una subdirectora, un director, un gerente, un conseller y un president que hace lo que tiene que hacer porque sabe lo que tiene que hacer. No como otros. Seguramente habrá más personas en la sombra en calidad de asesores bien pagados pero no los quiero contar. Vistas así las cosas y después de una sosegada reflexión pienso que más que un pringado soy una especie de desagradecido con privilegios. No soy un pagafantas sino un importante e imprescindible eslabón de una inmensa cadena dentro de mi entorno laboral. Y de repente noto un subidón de autoestima. Definitivamente soy alguien importante. Si. Soy un ser agraciado que tendría que estar más agradecido.
Pero hay más. No sólo es la lista que acabo de enumerar sino lo que cada uno de la lista supone en sí mismo y en relación a mi trabajo. La supervisora de unidad y la coordinadora me recuerdan semanalmente mis obligaciones con respecto a firmar documentos de aparataje revisado. Lo hacen de la mejor manera posible que ni siquiera en párvulos se les ocurrió. Me incluyen en una lista de profesionales cualificados que no realizan lo que ellas han inventado como un protocolo. Esta lista está pinchada en un tablón de anuncios para conocimiento de todo el personal y así evitar errores de comprensión.
El supervisor de área se encarga de llenar folios describiendo detalladamente mi uniformidad y mi actividad con la pluma al jefe de los servicios jurídicos para que de curso de esta literatura a otros que están por encima en la cadena de mando hasta llegar al funcionario instructor que me cita para interesarse por mis relaciones con el entorno laboral y con la institución. No puedo dejar de citar a Alcantud. Sin ella no sería nada. Un trabajo abnegado de seguir mis pasos por Facebook y obtener información de forma fraudulenta de contenidos privados para propagarlos y que tengan el eco necesario a la calidad que mi categoría profesional requiere. El honor del supervisor de área es incuestionable y Alcantud es la fiel guardiana. No se cómo se mide este supuesto honor. Cuánto tiene. Cómo se pierde. Cómo se mide. Si es bueno o malo. Etc. Me conmueven estas cosas. Creo que es porque me estoy haciendo viejo y se acerca mi jubilación. Sin Alcantud andaría perdido y sin rumbo en la inmensidad del mar o del bosque con el viento en contra y terminaría difuminado en la luz del día. Pero soy agradecido. Que una cosa no quita la otra. Gracias Alcantud.
El resto de las personas creo que no se enteran. Bueno, voy a ser breve y directo. No se enteran. Seguramente porque desconocen que existo o porque Alcantud no les pasa información. Pero es igual porque la rueda gira si está bien engrasada. Y lo está. Estoy por afirmar que si sólo fuéramos el gerente que no se entera de nada y el resto de los trabajadores, la institución funcionaría muchísimo mejor. Pero esta es una afirmación que nunca me dejarán demostrar. Con lo que cuesta pillar un cargo, un despacho y un sillón. Cuento todo esto porque a veces pensamos de forma desordenada y mal. Pero a veces las cosas son distintas. Sin ir más lejos hay palmaditas en la espalda que se parecen más a una zancadilla. Pero yo se que no lo son.
Quiero aprovechar la ocasión que me brinda el editor de este blog para agradecer a los susodichos que he mencionado antes y a todos aquellos que se me hayan pasado por alto sin querer. Sin ellos sería un cualquiera sin historia. Ser imbécil hoy en día parece fácil pero es complicado.
Los excrementos, al principio, siempre huelen mal. Hasta que se secan. Luego huelen a compostaje y abono. Con tanto abono la vida profesional de uno sube como la espuma y el trabajo resultante es impecablemente bueno. La dimensión moral de todos ellos es como un mausoleo donde van a parar los huesos. Son el contrapunto de nuestros fallos y deslices. De nuestra mediocridad como personas. Son el faro en la noche que ilumina mi destino. Salud.

jueves, 23 de mayo de 2013

Así, NO

Momentos convulsos. Momentos de cambios. Jóvenes y no tanto, desencantados, inquietos y desubicados. Unos prevaricando en connivencia con la justicia y felices por ello y otros cabreados y revolucionados. Manifestaciones todos los días y a todas horas donde lo único que necesitas es una buena voz, buenas piernas y un botiquín en la mochila. De motivos vamos sobrados. El pánfilo que debiera regir nuestros destinos hace dejadez de sus funciones y oídos sordos. Es un rehén de Bruselas y de su mentor. El "ex". El de Irak y la foto. Así, no.
Vivimos en la post guerra. Apenas hay diferencias. Colas para suplicar un trabajo y colas para pedir un plato caliente. Y el que mal vive en la calle es multado por dar mala imagen. Hoy he visto como le abrían la cabeza a un chaval por pedir que le dejaran estudiar. Así, no. El agente que vigila por mi seguridad me para. ¡La mochila! -¿Esto qué es? -Un botiquín y un ejemplar de la constitución en formato bolsillo. ¿A dónde va? A casa. ¡Coge otra ruta. Por aquí no se puede pasar! Huele a adrenalina franquista y caducada. Pero muy machote. Que no se diga. Han cortado algunas calles y han puesto vallas. Cualquier día encontraremos un perímetro de seguridad con alambradas y minas antipersonas. El agente ha sido solidario y generoso. Hoy no me ha pegado por ir a casa. Gracias agente.
A mi alrededor hay muchas personas que gritan consignas prefabricadas contra los miserables que hay dentro del Congreso. Pero los trajeados no se enteran. He decidido que les escribiré lo que pienso en una papeleta en blanco cuando toque. Que tocará. Aquí si que se puede generalizar porque todos son iguales. Vaya. Desandamos camino y nos plantamos en plena post guerra como fórmula para salir de la crisis. Magnífica idea pues. Es un cumplido. No hay porqué dar las gracias. Tengo suerte y lo reconozco. Es una gran ventaja tener carrera y salud cuando te meten en una crisis. Ahora entiendo más que nunca aquello de que el lobo guarda las ovejas. No estoy para bromas. Un blog literario no debería usarse como campo de batalla para este tipo de guerras. A veces no hay otra salida. Disculpas.
Leo que los idiotas que representan las economías se reúnen este fin de semana en un balneario. Creo que van a consensuar un responso para la UE. Esto está bien. Y que le pongan música que la iluminación la ponemos nosotros que tenemos expertos y experiencia. Y dice el encargado de esto que la natalidad ha bajado y por eso se carga la ley del aborto. Otro de los encargados dice que hay mucho tonto-laba y se carga la ley de dependencia porque cuesta un pastón. Que el dinero está para sobresueldos y no para mindundis. Para despistar y para que la gente hable de otras cosas se deciden algunos indultos de asesinos. Son buenos estrategas. Pero la ciudadanía tiene memoria.
Uno llega a la conclusión de que el poder provoca ganas de joder y esto, a su vez, produce satisfacción. Porque de lo contrario no se entiende. Los grupos de presión no se ponen de acuerdo en elegir un representante o un líder. Pierden credibilidad. También están desubicados. Mucha palabra y poca acción productiva. Así, tampoco. Un compañero mío que se llama Justino ha aprovechado estas manifestaciones para ligarse a una moza que estudia periodismo. Escribe en el blog de la facultad. Justino terminará derecho este año. Cuando se han cansado de correr entran en un bar para tomar algo. Al final terminan hablando de sus cosas. Se combinan bien y son coincidentes. Toqueteos y alguna caricia. Enseguida se amansan y se olvidan que hace un rato chillaban porque estaban cabreados. Después cada uno sigue camino a su casa. Se citarán mañana enfrente de la casa de un político para un escrache. Salud.

martes, 21 de mayo de 2013

Caminar

Caminando solo
por la noche clandestina.
Atrevido en mis andares
por esas calles.
Pisando tristezas
para romperlas en pedazos.
Hasta que llegue la mañana.
Y la libertad del alba.
 
Con las primeras luces,
sentado en la arena.
Abro un libro de poesía
que habla del mar,
del viento y de la brisa,
de las mareas y las barcas.
Un mar incomprendido
porque habla por sus olas.
 
Victorias y derrotas,
sufrimientos y alegrías.
Compañeras de la luz.
Refugio de las tinieblas.
Miedos y valentías
escritas en verso y poesía.
 
Mar complicado.
Extravagante.
Género literario
que te moja y empapa.
Que desprende brisa
cuando lees en la playa.
Y te humedece los labios
de sal.
Ojos enrojecidos
con lágrimas de alegría.
Acantilados y playa.
Inquietud y sosiego
de una mañana.
 
Noche clandestina
de sombras y de muerte.
De sueños y pesadillas.
Rostro quieto e inquieto
y mirada astuta.
Si quieres saber más
pregúntale al mar
que te contesta con las olas.

Todos lo conocen
pero nadie sabe quién es.
Parece monótona
pero ha provocado naufragios.
Del mar habló Homero,
y de Ítaca y su viaje.
Se dicen tantas cosas
que nadie sabe
lo que es cierto o mentira.

Un abismo
que tú y yo amaestramos.
Lo pintamos de azul
en los ratos buenos.
Levantamos olas grandes
los días de tempestades.
Navegamos lugares lejanos
los días que nos quisimos. 

A veces se integra con la Isla
y otras, parece desaparecido.
Lo hemos navegado
pero no lo hemos conquistado.
Porque es libre.
Es el mar azul de Mayo. 
Desde el encinar primigenio
de la Sierra de Tramuntana
hasta la delgada línea
que forma, a lo lejos, el horizonte.

domingo, 19 de mayo de 2013

Las olas

Esta mañana amaneció sencilla y simple. Con matices, claro. El sol salió más temprano que otros días. El gallo de mi vecino -que ya todos conocéis- me dio aviso. Desde la iglesia del pueblo las campanas se encargaron de despertar al resto del vecindario. Hermoso día pues. Sencillo y simple. Como deben ser los amaneceres y los días de las personas sobre todo en primavera y otoño. 
Y con los primeros rayos de sol empezaron a llegar las primeras olas y las primeras barcas. Unas después de haber dormido toda la noche y las otras después de haber faenado toda la noche. En el muelle un impresionante trajinar de gentes que se afanan en lo suyo o simplemente esperan inquietos. Son cosas y ambientes que no te puedes perder por lo menos una vez en la vida. Como tantas cosas. Pero yo te lo cuento. Dentro del puerto el mar sigue en calma porque no le está permitido otra cosa. Fuera se mueve con libertad. Algunas de estas olas llegan a la orilla de la playa y se estiran tanto como pueden para desperezarse y quitarse el entumecimiento de la noche. Los pescadores son personajes de carne y hueso y con sentimientos. Saludo a todos los que llegan al bar para tomarse un café y quitarse el sueño acumulado.
Las maniobras que realizan las barcas para atracar a puerto parecen simples pero requieren de la pericia necesaria y de una paciencia atenta porque el mar no siempre colabora. Frotarse las manos con fuerza para entrar en calor que a estas horas la brisa es fresca. El aroma del café se mezcla con el olor a brisa de mar y pescado fresco. El resultado es un característico amanecer en el puerto. Sencillo y simple. Mis ojos están atentos a todo lo que acontece para memorizar y revivirlo en otro momento. Escribirlo y leerlo para vosotros. Cuando lo escriba dejará de pertenecerme para ser compartido con todos. El amanecer es luminoso porque es de primavera. Las olas siguen llegando a la playa a medida que van despertando. El trabajo sale sin prisas pero con esfuerzo. Yo también escribo sin prisas. Descalzo -como siempre-. La historia se escribe sola. Luego, siempre habrá alguien que la manipule para que parezca otra diferente. Ya sé cómo amanece el día y el sol y hoy he venido a contemplar cómo amanecen las olas. Ni siquiera es la verdad oculta de la historia. Es un amanecer sencillo y simple.
Acabo de tomar el café y de anotar algunas cuestiones que me han interesado porque son interesantes. Me ha emocionado ver cómo se despertaban las olas y acompañaban las barcas hasta el muelle y las gaviotas detrás. Cómo salía el sol del agua sin hacer ruido. Esa calma. Los hijos de los pescadores con sus libros y cuadernos camino del colegio. Esas gentes que aprenden un poco cada día de la vida y del mar. Aprenden que ni una cosa ni otra son fáciles y requieren esfuerzo. Se acercan algunos turistas con sus máquinas fotográficas para inmortalizar un amanecer de mar y de olas. De sol y de barcas. De gente marinera. Hablan en voz baja para no distraer ni molestar. Las olas lo saben y llegan de otra manera. Llegan con picardía para enamorar y lo consiguen. Nos vemos otro día en el puerto a primera hora de la mañana y tomamos café juntos. De una forma sencilla y simple. Os encantará. Salud. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Algún libro

Aprendí, cuando estudiaba primaria, que los ríos nacen en lo alto de las montañas y descienden sin remedio hasta el mar que los engulle. Cruzando pueblos, bosques, paseos, campos y ciudades. Pues, pensaba yo, igual que hace el río hace el libro. Nace con un minucioso proceso creativo del escritor y termina en las manos del lector que lo lee. A su paso encuentra un borrador, documentación precisa, pasar de la escritura manual al ordenador, la editorial, imprenta, corrección y la librería donde quedará expuesto. Un símil que puede funcionar para un buen entendimiento de esto que decimos. He leído y me lo creo que cada día alguien empieza a escribir un libro, alguien lo sigue escribiendo o alguien lo termina. Cada día entran manuscritos en las editoriales y en las imprentas. Cada día, en definitiva, alguien entra en una librería para comprar un libro y leerlo. La mente humana no para de crear -con mayor o menor acierto-. Pero la literatura, con o sin crisis, se crea, se imprime, se distribuye, se vende y se lee. No sabéis el alivio que supone para mi poder decir esto.
Como cualquier obra de arte el libro puede gustar mucho, poco o nada. Esta es una de las grandezas de la literatura y hace que se considere un arte. La importancia no radica en que las obras literarias gusten más o menos. La importancia está en que quien las escribe y quien las lee lo hagan desde la libertad de pensamiento. Se trata de huir del pensamiento único al que están ancladas muchas personas para su desgracia. La fama es un capricho que sólo puede tener un escritor. El lector no se puede permitir este lujo. Un lector nunca se hará famoso por leer libros. De todas formas no resulta fácil juntar letras para construir palabras. Y juntar palabras de tal manera que gusten de ser leídas en párrafos, páginas y libros completos. Dependerá de la creatividad del autor, de la pluma que utilice, del pulso que tenga y de la libertad que disponga mientras realiza todo esto. La intencionalidad y la pasión del primero en contraste con el interés y el estado de ánimo del segundo.  Del uno y del otro. Dice un escritor que su éxito radica en describir un mundo paralelo a la realidad del lector. De eso se trata pues. Es un punto de vista de lo que vemos y de lo que pensamos. A partir de aquí se trata de contrastar.
Y estamos en primavera y tenemos día del libro. Fiesta del libro. Semana del libro. Libro de temporada, libro clásico, ofertas. Libros caros por su papel y sus tapas que pasan a libros de bolsillo con tapa blanda o de bolsillo y a un precio razonable. Buen momento para hacer acopio para el verano y el otoño. El tiempo de las novedades es ahora em primavera. Porque el libro no pasa de moda. Me refiero a los libros  de verdad. De ninguna manera compraría las memorias de nadie que alguien ha escrito para su lucimiento y con la historia más inventada. Estos famosillos venidos a menos que publican su historia inventada en forma de memorias y que sólo algún despistado podría comprar en un momento de debilidad mental. Me refiero a los políticos.
Toca el libro de primavera que habla de días más largos y noches más cortas. De la luna, el firmamento y las estrellas. Del mar que se va calmando a medida que avanzan los días. De gente que callejea en manga corta y toma café en las terrazas. Que pasean cogidos de un paraguas o de la mano por si acaso se pone a llover o te pierdes. Que se ponen sombrero para protegerse del sol en vez del frío. Días casi planos de temperatura y llenos de color. Agradables y apetecibles. Este es el libro de primavera. El que se lleva ahora. La historia de amor bien contada y con final feliz. Que los que terminan mal son los de otoño o de invierno. Amores adolescentes, de juventud, de madurez y de edad adulta inteligente. De casi vacaciones. Libros desenfadados y de media sonrisa. Páginas justas y letra grande que pueda leerse en cualquier sitio incluso al anochecer acompañado de una copa de vino. Que funciona porque hay predisposición. Es la fase del río que cruza manso por en medio del pueblo y lo divide en dos. Sombreado por grandes árboles y con algunas aves cruzándolo a nado. Estos jubilados sentados en los bancos con la mirada fija y las manos temblorosas apoyadas en el bastón. Es el libro de primavera. El que toca leer ahora y el escritor lo sabe. Trama sencilla que puede leerse sentado en las escalinatas que suben y bajan. En el descanso del mediodía con bocata y refresco. El libro que se lee desde la comodidad porque se ha escrito desde la inteligencia. Este que el estudiante ya ha comprado para cambiarlo por el libro de texto en cuanto terminen las clases. El libro de regalar a cambio de una rosa.
En primavera la gente se inventa momentos de soledad y horas de libertad como excusa para tomarse su tiempo en el libro. De pasear con el libro en las manos y mirando a ninguna parte porque la mente está dentro del libro. Dejarse atrapar por un relato o por unas palabras. Esta frase para subrayar y este comentario al margen para recordar. El invierno ya es historia y el frío y las tormentas también. Días anodinos con frescor mañanero, calor al mediodía y un refrescar nocturno. Que placer cuando tienes ocasión de pasear con un libro en las manos. Sentarte en cualquier sitio que te apetezca, abrir el libro por el punto que nos hemos fabricado aposta para hojear (con hache) y ojear (sin hache). Escritos con lucidez que no pasan desapercibidos porque están pensados para la primavera. La prosa y la poesía de primavera está escrita para enamorar, que para otras cosas están las otras estaciones. Alejarse de los libros más vendidos para centrarse en los de autor con pasajes escritos para recordar nosotros. Este es el libro que leo porque estamos en primavera. Algún libro habrá que te complazca. Salud.

sábado, 4 de mayo de 2013

Cuatrocientas

Con la publicación de esta entrada hemos llegado a la número cuatrocientas. Es mucha letra escrita a lo largo de tres años que se cumplirán el día siete de Mayo. Esta entrada lleva velita incorporada para soplarla entre todos los que habitualmente se asoman a este blog a leer, a escribir y a esparcir cultura. Mil gracias a todos. Quedo agradecido.
 
 
Letras salidas de un alma desnuda y una mente despejada.
De una pluma firme y un pulso fuerte.
Letras salidas desde el pensamiento en libertad.
 
Tres años de camino andado sin miedo.
Sentimientos encontrados junto a las piedras del camino.
Sorteando tormentas, saltando charcos y empujado por el viento.
Entradas sosegadas escritas junto al río.
Otras escritas sentado sobre la arena de la playa.
Con los pies en remojo escuchando las olas.
Días despejados con la luz del sol.
 Noches de densa niebla o en la penumbra de la luna.
Siempre acompañado de las estrellas.

Cuatrocientas entradas publicadas.
Han ido saliendo como un abrazo que se da y no se reclama.
Como lágrimas cautivas en el ojo
 y como agua encerrada en el estanque.
Han salido penas y alegrías encerradas en el alma.

Camino complicado, empinado y difícil de andar.
Acompañado por relámpagos y por la música de los truenos.
Días de frío y calor. Y la mirada puesta en el día siguiente.
Con la brisa en la cara y el destino en el horizonte.
Escribiendo la historia desde lo alto del acantilado.
En mi refugio del bosque entre los árboles.
Contertuliando bien de mañana al lado de un café.
Mirando la puesta de sol junto a un olivo.
Embobado en un amanecer junto a una mata de romero.
 
La poesía no es de hoy, ni de ayer, ni de mañana.
La cultura y la literatura son atemporales.
Y cuando sólo queden las cenizas el viento soplará con fuerza.
Para avivar el fuego de las letras y las palabras.
 
Mar de oro, cielo azul, aire húmedo, pies descalzos.
Mente clara, pulso firme, papel blanco y ganas de escribir.
Tú al otro lado degustando letras sin parar.
Letras vivas de pasión salidas de la pluma.
Que susurran al oído nuestras historias de siempre.
Alimentadas desde el abismo de la vivencia y la reflexión.
 
Gritos desde la Isla que cruzan el mar.
Letras que llegan al otro lado del horizonte
 pasando por debajo del arcoíris.
A veces en barca y otras con el plumaje de alguna ave.
Letras que llaman a la puerta y alivian la soledad.
Que llenan vacíos y que muerden la indiferencia.
Que se acomodan en cualquier rincón donde llegue el aire.

A ti amigo que gustas de la lectura
va dedicada esta entrada cuatrocientas.
Salud.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Como siempre

"Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros. Del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro y vino a perder el juicio por todo aquello que leía en los libros". 
Esto escribía el poeta y escritor, el sociólogo y humanista, el artesano de las letras, el conocedor del ser humano, de sus ilusiones y sus desdichas.
Esto lo escribiría entre las paredes de su habitación. En su mesa de madera sin pulir. Sentado en su silla sin comodidad. Con la tenue luz de unas velas o la poca luz natural que entraría por unas ventanas dirigidas al oeste. Con hambre acumulada en su estómago y sueño acumulado en sus pestañas. Cansancio en todo su cuerpo y la cama sin hacer. Algo de lumbre en la chimenea. Un poco de vino a medio fermentar en una jarra y su vaso ennegrecido.
Una gran imaginación mientras va deslizando su pluma sobre un papel rústico. Con elegancia en sus trazados y en lo que la tinta deja escrito que de otra forma no se escribía en aquellos tiempos. Escritos divertidos, poéticos, intensos, breves, densos en humanidades y esas cosas tan variadas que tienen los escritos de Don Miguel. La estética siempre por delante. Escritura sosegada y tranquila de rumiar mucho para entenderla y digerirla mejor.
Y escribía otro poeta en otra ocasión que no cae la hoja del árbol en otoño porque se rinda. Lo hace porque ha terminado su ciclo vital. Cae para posarse junto a la taza de café mientras escribo en la terraza o en el porche. Tanto tiempo oliendo su aroma que termina por enamorarse y al final busca su contacto. Bien podría ser. La naturaleza anda por unos derroteros difíciles de entender. 
Le pidieron al escritor que escribiera algo. No se lo pensó dos veces. Abrió el cajón de su mesa y empezó a buscar letras con las que formar palabras. Luego las ordenó en el papel para que fueran leídas. El libro, al final, está hecho de letras, de sílabas, de palabras, de frases, de párrafos. Sin letras no hay libro y sin ideas, tampoco. Lo peor, como siempre, la indiferencia del lector. Hay que generar inquietud, reflexión, pensamiento crítico, duda. Esto que ya hizo el escritor antes de coger la pluma y escribir.
Han invitado al escritor a una presentación. A un acto de promoción. Sala acogedora y tan grande como uno quiera pensarla porque siempre se queda pequeña. Gente inquieta con el libro en la mano. Silencio deseoso de escuchar al escritor. Hojeando al azar y ojeando algún párrafo que impulse su lectura o provoque una pregunta. El escritor dijo pocas palabras. Era más del escuchar y conversar. Tenemos que empezar a entender el lenguaje de los silencios de un escritor. Si no entendemos nuestros silencios nunca entenderemos nuestras palabras, añadió. Qué no pagaría por estar en una cola esperando que Don Miguel me dedicara y firmara su Quijote. Con una foto de móvil incluida. 
Pero era otra presentación y mientras esperaba se me fue la imaginación. Todo en unas horas de un día cualquiera. Luego de todo el barullo se sentó en una butaca de comodidad y se puso a conversar con los rezagados de siempre.
Un vaso de agua para aclarar la voz. Que la palabra de uno tiene tanta importancia como la letra escrita. Cuantas veces habría contestado que él había nacido escritor y poeta. Que escribía por necesidad. Que ya no es como antes. Tiene sus años y lo próximo llegará cuando toque. No sabe de qué tratará. Algo saldrá si pienso bien y reflexiono lo adecuado. Se hizo tarde y apareció el desasosiego en el autor y en el lector. Los años acumulan saber, ganas y pereza, necesidad y cansancio. Haremos noche aquí y mañana, con la tranquilidad de la luz llegaremos a casa. Un pueblecito con encanto que le inspira. Todas las mañanas le despierta el silencio que se produce entre una ola y la otra, entre una brisa y un viento y el contacto de su perro cuando lame su mano. La costumbre es una rutina que no se puede perder. A su edad es vulnerable y se emociona cuando escribe. Incluso cuando piensa. Y piensa mientras camina y camina para mantenerse a salvo y se mantiene a salvo porque piensa, duda y escribe.
Luego vienen las tertulias de la mañana. Aprovecha para conversar y expresar opinión. Siempre con otros jubilados dispuestos a escuchar y opinar. El mismo camino que ellos recorren el perro lo hace tres o cuatro veces. Es inquieto porque es joven. Le habla al perro y éste le escucha y le sigue la corriente. La cultura nos pertenece a todos. El que no quiera compartirla que no escriba. Que no pinte. Que no haga cine. Que no escriba partituras. Y todas esas cosas que forman parte de la intelectualidad. 
Mayo. Primavera acomodada. Desmadre de la naturaleza. Todo acompaña y nada sobra. Literatura poderosa y elegante. Flores y algún día de lluvia para dar de beber al campo y al bosque y limpiar el aire. La imaginación del que escribe se mezcla con la imaginación del que lee. Algunos días se camina junto al mar. La brisa te da en los ojos y hace que lloren. Ese día las lágrimas saben a sal. Sé que en estos momentos no puedes verme. Tengo la pluma entre los dedos de la mano derecha y juego con ella. Estoy pensando. Ten paciencia. Me mueve la conciencia de saber que lo hago lo mejor posible. Aunque el resultado, a veces, no es el esperado.
Terminaré como empecé. "La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo". Cosas de Don Miguel y cosas mías. Salud.