jueves, 20 de septiembre de 2012

Aburrimiento

Amaneció antes que el sol. Nunca permitiría que fuera al contrario. Estiramientos deportivos profesionalizados y personalizados dentro de la cama antes de poner los pies en el suelo. Organización mental del día. Nada significativo. Nada de interés. Lo de siempre, como siempre. Un rato para despejar la mente y aclarar las ideas. Respirar aire limpio después de abrir las ventanas. Desintoxicarse de la noche aunque todavía es de noche. O es de día pero sin haber amanecido. Qué más da. Cuando salga el sol él le estará esperando. Como cada día.
Destino trabajo. Callejear los últimos metros para relajar músculos  y tensiones. Cuando entra en la oficina el conserje le saluda y le ofrece el parte meteorológico que la noche anterior memorizó del telediario. ¡Buenos días. Hoy tendremos temperaturas suaves similares a las de ayer. Nubes y claros. Dónde haya nubes habrá posibilidad de que llueva. Dónde haya claros lucirá el sol! Gracias. No hay como un buen parte meteorológico antes de empezar la jornada laboral. Es imprescindible sobre todo si no piensas abandonar la oficina en todo el día. Mas que un trabajo rutinario parece un tratado filosófico sobre el aburrimiento. La fosilización de las ideas para que perduren intactas para los tiempos eternamente. Después del conserje viene el momento secretaria. Señora amable y educada donde las haya. Eficaz en el trabajo. Señora que lleva años detrás del contrato fijo y que no ha perdido la esperanza. Una aspiración de siempre y de muchos. Sonrisa amplia y buenos días sonoros. Que no haya dudas. Café solo, largo, descafeinado y con un terrón de azúcar. 
Cuando cierra la puerta del despacho empieza la desazón. La experiencia de la soledad. Andar y desandar sobre la moqueta sin zapatos porque resulta relajante. Nunca imaginó un trabajo así. Leer rápido y mal lo que otros han leído rápido y mal. Cuanto más mejor. Es asesor de una editorial y ésta publicará lo que él diga. El resto se devolverá. Se comprarán los derechos a algunos no fuera que con el tiempo cogieran nombre. La editorial tiene que estar preparada y tener algo escrito del tal escritor que tiene prisa por publicar. De vez en cuando hay que parar. Se quita las gafas y masajea sus sienes. Un vaso de agua fresca. Acomodar la vejiga. Lavarse las manos. Estiramientos deportivos profesionales y personalizados. Adecuados al despacho. Vuelta a seguir. La gente lee por placer. Él antes era uno de ellos. Ahora lee por obligación. Es su trabajo. Un trabajo de responsabilidad. Una edición que no se vende bien son pérdidas y los mandamases te lo recuerdan a cada momento. Hay que leer más y mejor. Esto no se tiene que repetir. Las alegrías sólo vienen cuando hay que reeditar. ¡Buen trabajo! Con autores consagrados ya ni lees. Editas directamente porque más pronto que tarde estará todo vendido. Los noveles siempre son una incógnita. La suerte no siempre acompaña. No te sirven de nada todos los sentidos porque no te enteras por falta de tiempo.
Ha conseguido tener éxito porque tiene truco. El éxito le ha proporcionado despacho propio. Conserje con parte meteorológico y secretaria con sonrisa y café en busca de contrato fijo. Hay que mantenerlo. Tiene varias cuentas en una red social. Sigue a cualquiera que se ponga en el camino. Retwittea algunas cosas de los que sigue para mantenerlos al tanto. Algunas menciones y otros tantos favoritos. El trabajo consiste en poner frases sueltas y cogidas al azar de los manuscritos que tiene que leer y opinar. Copia y pulsa tweet. A esperar. Algunos programas informáticos le ayudan. Se trata de contabilizar favoritos, retweets, menciones y seguidores. Vuelve a copiar frases cortas de sus manuscritos y pulsa tweet. Hace un seguimiento diario y pormenorizado de todo. Mantiene viva la cuenta con varios manuscritos al mismo tiempo. Recuento final y a la reunión del consejo asesor de la editorial. Lo que recomienda se vende bien. Ha publicitado el libro antes -tweet a tweet- y sabe los resultados antes que los demás.
Termina su rutina acogedora y a casa. Hace tiempo que le ronda por la cabeza ir a trabajar a otro país. Conocer culturas, gentes, paisajes y demás. Los compañeros le alimentan la fantasía para que no se vaya. Un día cogió y se fue. Al principio se puso en contacto para decir que escribía por placer y necesidad y tenía éxito. Luego dejó de comunicarse y no se supo más. Nadie ha vuelto a saber nada más de él. Si lee esto que sepa que le recuerdo con cariño. Salud