miércoles, 4 de julio de 2012

Realidad virtual

Resulta sorprendente, como menos, lo más importante en este momento es el fútbol. Estando en la situación en que estamos. Viviendo lo que vivimos. Con la que está cayendo. Y cualquier otra frase que quede bien aquí. Gracias Wert. Por lo menos me doy cuenta de que no estamos tan mal. Por lo menos en términos deportivos. Sólo nos queda ir a trabajar con la camiseta de la selección. ¡Qué chulada! Pero lo bueno pasa rápido y lo malo parece que tarda un poco más. Serán apreciaciones mías. No les deis importancia. Tenemos un presidente que no nos lo merecemos. Interpretádlo como os de la gana. Unos jugadores fantásticos. Un entrenador con título nobiliario. Y una afición que es la envidia del mundo entero. Todo esto está bien y, por un momento, me alegra el estado de ánimo. Pero las aguas volverán a su cauce habitual y todos sabemos cual es. Sólo han pasado cuarenta y ocho horas y ya me estoy acostumbrando a ser un puto funcionario de mierda que cobra cada mes porque hay gente que cotiza. Vale pues. Muchas gracias a todos los gilipollas que están convencidos de que me pagan el sueldo a sabiendas de que soy pura escoria que acude a su puesto de trabajo, no para trabajar, sino para tomar cafelitos y otras menudencias.
Cuando este malestar que sufro día a día aparece es cuando me acuerdo del fútbol. He leído que Mark Twain cuando se cabreaba ponía a parir a los banqueros. Decía que eran malas personas que te prestaban un paraguas cuando hacía sol y te lo reclamaban cuando empezaba a llover. Que bien Sr. Twain. Me ha leído el pensamiento. Veo que no han cambiado mucho las cosas. Ahora pasa lo mismo pero tienes que pagar para poder mojarte. Incluso los gobernantes nos rompen una pierna de una patada y luego nos subvencionan unas muletas. Gracias. A mi personalmente tanto el fútbol como los banqueros me la traen al pairo. Floja. Me repanchinflan los segundos gratamente. No discuto el fenómeno sociológico que supone el fútbol y su proyección en las masas. Faltaría más. Un dato curioso. Hay una generación de niños que cuando hablan de fútbol sólo entienden que hay un equipo ganador. Imbatible. La única selección que siempre puede ganar dónde quiera, cuando quiera y cómo quiera. No han conocido otra cosa. También desconocen el trabajo de un banquero. Bueno, esto nos pasa a todos. No hablan de ellos porque en sus casas hay dinero. En los bancos sólo entran los pobres a pedir. La crisis no va con ellos. Juegan y entrenan a todas horas para poder ganar mucho dinero jugando al fútbol y codearse con los banqueros para comer o para jugar al golf. Penita me dan. Habrá que poner remedio.
Centro la atención en estos niños porque bajo el punto de vista sociológico son para estudio, tesis y nota. Resulta que la leche no sale de las vacas sino de un envase que se vende en el super. Este envase se recicla en el contenedor amarillo. Estos niños desconocen la realidad. Cuando la maestra les dice que pinten un pollo lo hacen de una forma extraña. Pintan al pollo muerto. Desplumado. Colgado de una pata boca abajo en un tenderete de la carnicería del super. La profesora sufrió un trastorno que la mantiene de baja. La sustituta ha pedido permiso a la dirección para visitar una granja. Los niños alucinando. Resulta que las gallinas cacarean por el corral. Los gallos mantienen la jerarquía natural. Las gallinas, incluso, ponen huevos. Lo nunca visto. ¿Qué hombres y mujeres serán de mayores? La educación no reglada. La que cada familia imparte en su casa. La que no consta en los proyectos curriculares. Ésta tiene que ser estudiada a fondo y recompuesta de alguna manera. No es bueno que un niño se entere de que la leche la producen las vacas en una colonia de verano donde sus padres lo han aparcado porque no saben qué hacer con él. Lo dicho. Estas tonterías no me van a quitar el sueño. Siempre me quedará la tele y la selección remojándose en la Cibeles. Salud.