lunes, 2 de julio de 2012

Paamboli y cosas

Hace unos días -pìense el lector que soy mallorquín- estuve en el café teatro de "Sa Botiga". Hace unos días significa que no se cuando fué pero que no hace mucho. Aclarado pues.  Hace unos días, decía, fuí rescatado -me gusta porque suena a europeo- para asistir a una representación cultural. Quizás fue teatral. Podría haber sido un monólogo. Es posible que tuviera tintes de Clown. Creo que fue una mezcla de todo. La trama nada complicada para poder entretener aún más. Un repaso sobre lo que hay de verdad o mentira sobre la obra de Don Miguel de Cervantes sobre Quijano. Sa Botiga, en sí misma, es un grán reservado. Algo familiar. Llamas, reservas y vas. Cena previa de "paamboli y cosas" y luego la obra. O lo que se tercie. Estoy hablando de cultura, claro. A este tipo de lugares no se puede ir con prisas ni estrés. Te despojas de todo esto y en la previa -momento anterior a la representación- (momento paamboli), se habla. De cultura si es posible. No se puede hablar de trabajo ni de política, ni de corrupción, ni de la iglesia y su hoja dominical, ni de los problemas que tienen los banqueros para llegar a fin de mes. Nada de lo que estamos acostumbrados a hablar cada día y a todas horas. Termino este párrafo para comunicar alto y claro que la cena estuvo buena.
La escena es sobria. Sin decorados. El decorado lo pone cada cual en su mente que es cómo mejor queda. Un atrezzo de crisis. Luz, la necesaria. Autor-actor único sobre el escenario. No hay lugar para el despiste. Aquí se viene a ver, escuchar y pensar para después conversar sobre el tema en cuestión. Esto es pura cultura teatral y lo demás pamplinas y bobadas. Negrura alrededor. Sin detalles. La mente afilada para la ocasión y liberada de ataduras. El autor-actor, en este caso, justo en la línea del virtusismo con grandes destrezas en el arte de la representación de lo posiblemente absurdo. Esto último sólo sirve si tenemos en cuenta que quizás la obra de Don Miguel es absurda. Un título sencillo como "las tomas falsas del Quijote". Varios momentos representados con maesatría e ingenio como no podía ser de otra manera. Representación vanguardista que nuestros antepasados no hubieran entendido jamás. Es así.
Me quedo con dos momentos. El momento Dulcinea es uno. Lo explico para quién todavía no ha ido a verla o no piensa hacerlo. Si vas a ir...no sigas leyendo. Está claro que Don Miguel puso esmero en presentar a un Quijano al que -como diría un adolescente tuneado con cosas- se le va la olla. Hasta el punto que confunde a un monaguillo vestido con sotana azul y roquete blanco con encajes con una bella moza. Bien moza y bien fermosa de la que queda prendado. Las cosas no siempre son lo que parecen. Bien cierto que es. El adolescente de antes y que va tuneado de cosas diría que está colado por ella. Pero ella no es ella, sino él -el monaguillo-. Por culpa de esta tontería, por agradar y para enamorarla, monta la que monta. Se busca un escudero fiel y a recorrer caminos para deshacer entuertos. Si el mejor amigo del hombre es el perro porque no habla, Sancho es el mejor escudero posible porque le consiente todo. Queda claro pues que el enamoramiento del loco más cuerdo de la história de la literatura española es un error. Confundir a un monaguillo engalanado para la ocasión con una bella moza tiene su morbo y te arranca una sonrisa o una risa, depende de cada cual.
Reconozco que no tiene que ser fácil salir a escena con el cártel de autor-actor. Solo. Acompañado de uno mismo. Un poco de "off" y nada más. Que no se me mal interprete. Cuando digo y nada mas me refiero nada menos que prodigando ingenio y buen hacer sobre las tablas -piense el lector que soy mallorquín-. El otro momento al que me refería es la argumentación del cura-párroco  que confiesa ser el causante único de la quema de libros. Habla sin tapujos ni mal entendidos. No los quemó porque fueran libros de caballerías. No los quemó porque fueran los causantes de la locura de Quijano. Los quemó porque eran libros. Y punto pelota como diría el adolescente tuneado de cosas. Eran libros y ellos contienen el saber. Cuando uno lee aprende. Si aprende se pone a pensar. Si piensa cae en la tentación de cuestionarse las cosas que pasan. Deja de ser manejable y eso es peligroso. El pueblo cuanto más tonto más fácil es de ser moldeado.
Me falto un último momento que no está en la obra. He intercedido para que aparezca en una próxima refundición. Algo así como el final de la obra. Voz en off de Don Miguel defendiéndose de las acusaciones que se vierten contra él y su obra. El autor-actor escucha atentamente la argumentación del escritor con un lenguaje no verbal típico de un buen Clown. Cervantes viene a decir que era la única obra posible. Convencerá o no al público. Lo cierto es que tiene derecho a réplica. A expresarse. A convencer o a disculparse. Qué más da. Todos somos Cervantes en algo y todos somos Quijanos en algo. Bien, pues ya sabes. Ahora que pienso, si no la ves no podrás opinar. ¿A qué esperas? Salud.