sábado, 30 de junio de 2012

El galardón

Todavía no hemos salido de un recorte y ya entramos en otro. Se anuncia uno. Se aplica. Estamos a ver venir cómo funciona y aparece alguien como portavoz de otro alguien y nos anuncia otro recorte. Esta crisis que perdura y que no se ve el final. Aparece un brote verde. Alguien lo pisa sin querer, o no y a esperar que salga el siguiente. Ya empieza a ser aburrido. Se ve luz al final del tunes -han dicho-. Yo sigo a oscuras. Sólo veo que cada vez recortan de más sitios. La gente ya no sabe cómo tomarse esta situación insultante. Así están las cosas. Un pueblo sin ilusiones. Cabreo diario y malestar continuo en todos los ámbitos. Malos modos. Palabras fuera de tono. Crispación. Esta es la parte visible de la crisis y para eso no necesitamos luz. Se palpa. El día a día nos desconcierta y nos provoca una apatía que roza la resignación de la fatalidad. Una verdadera tragedia para muchas personas y muchas familias. Me llama la atención el comportamiento de servicio público de las redes sociales que te mantienen informado de casi todo.
En un foro especializado hay un agregado que lanza una pregunta al aire en espera de respuestas varias y contrapuestas para fomentar la discusión constructiva y razonada. Se pregunta si es bueno rebajar la cuantía económica de algunos premios, galardones o reconocimientos literarios. Se pregunta si el hecho de recortar la cuantía económica el galardón en cuestión quedará devaluado e incluso -va más allá- si cabe la posibilidad de que literatos noveles y consagrados se desmotiven y no se presenten. Recibe cantidad de contestaciones para todos los gustos. Yo también opino porque soy asiduo de este tipo de foros. Mi posicionamiento es contrario a la dotación económica. Cuando uno escribe es para publicar. Vender la obra y vivir de lo que se recaude. Mejor o peor pero debería de ser así. Si el libro es bueno y hay una buena operación de márketing a su alrededor, se venderá bien y habrá ganancia para todos los involucrados. Es una opinión que -en el foro- se respeta igual que cualquier otra. En este tipo de debates no se aprecia crispación. Hay razonamiento y comprensión. Todas las opiniones valen lo mismo.
Me explico con un ejemplo. Pongamos por caso que me publican un libro. Se vende bien. Significa que gusta. Se promociona lo justo y necesario. Empieza a funcionar el boca a boca y las redes sociales además de los foros a tales efectos. Se convierte en líder de ventas. Se traduce a varios idiomas y se publica en otros países. Me convierto en el escritor del momento. Gira. Entrevistas en los medios de comunicación. Tertulias. Hablar una y otra vez del libro. Acotar la vida privada antes que se desborde el asunto. Bien. Esto va bien. Una mañana me despiertan con una llamada de no se dónde y me dicen que me han dado el Cervantes. Susto. Caguetas. No me lo creo. Joder con los bromistas. Haga el favor de no molestar. ¡Es verdad! Me pongo de los nervios. El teléfono no para. Etcétera, etcétera y etcétera. Pregunta: ¿alguien cree que me daría ascos recoger el premio porque quien sea que tenga potestad para hacerlo ha decidido quitar la cuantía económica que habitualmente acompañaba a este prestigioso premio de las letras españolas? Pues si alguien lo piensa se ha equivocado. Que lo sepa. Podemos hacer la prueba cuando queráis. Cuando uno escribe porque le gusta hacerlo sólo piensa en ser leído. Aspiras a tener seguidores y lectores satisfechos. Igual que un actor teatral aspira a que la gente vaya al teatro a verle actuar. La idea principal de lo que quiero transmitir es que prima el reconocimiento en sí mismo al dinero que puedan darte, o no.
Siguiendo con los recortes. Una entrevista a un prestigioso economista que siempre ha estado a las puertas del Nobel. Dice Bourges que lo de la crisis se ha amplificado a propósito por los gobernantes mundiales. Una especie de conjura o complot. Una invención. Se habrían puesto de acuerdo, pues, en mantener la situación de crisis el tiempo suficiente que les lleve a ellos recortar todo lo posible para evitar una burbuja. Afirma que las cosas habían salido de sus cauces normales y esto resultaba insostenible. Sueldos, precios, subvenciones a casi todo, créditos a todo el mundo, crecimiento exagerado, etc. Había que poner freno a todo esto. Conclusión; montamos una crisis. Acojonamos al personal. Rebajamos todo lo posible porque luego nunca podrá ser recuperado. El pueblo se molesta pero traga porque si no no salimos. Nos acostumbramos a que muchas cosas ya no entran o no sirven o no se volveran a dar. Lo que no puede suprimirse se congela. Con el tiempo se devalua. Las cosas, poco a poco, vuelven a cauces que se suponen normales. Lógicos Dentro de los límites aceptables. Cuando esto se haya conseguido nos sacarán de la crisis. Ellos mandan y nosotros tragamos. Esto es cíclico lo que lo hace más verídico. Por si es verdad ya he decidido a quién no volveré a votar. Que se voten entre ellos. A mi que me dejen en paz. Estoy de vacaciones. Salud.