viernes, 11 de mayo de 2012

La caseta

¡Oye! ¿Me podrías atender enseguida? Es que tengo prisa. Miro la historia clínica y pone que le duele un pie porque se ha caído. ¿A qué tanta prisa? Es que si no llego a tiempo me cierran y tengo que pasar la noche fuera. ¿Pero tú dónde vives? En la calle de San Jerónimo. ¿Y esto está lejos? En el cementerio. A las ocho cierran las puertas. Es que soy un indigente y comparto una caseta con otros dos compañeros. Mira, lo que tu llamas caseta es, en realidad, un panteón. Un lugar de enterramiento de varias personas. Bueno. Pone "familia Ponce-Estarellas". Y digo yo que en la caseta habrá alguien enterrado. Tres. Pero hay sitio para otros tres que nosotros ocupamos temporalmente. Esto tiene que imponer algo y dar un pelín de repelús. ¿No? No hemos pensado en ello. Nunca nos hemos molestado. Ya me imagino. Joder con la caseta-panteón de la calle de San Jerónimo.
Hablamos un rato más y leo detenidamente su historial clínico. En el apartado de diagnósticos alguien ha anotado "distocia social". Viene a ser lo mismo que decir que es un problema para la sociedad. ¿Un problema para quién de la sociedad? Para la sociedad de consumo, tal vez. Porque éste no consume. Para el capitalismo y la ortodoxia de la derecha. Para los mercados seguro que también es un problema. Insiste en que quede claro que es un indigente. Vale. Pero tu indigencia no te quita dignidad como persona. Por sus maneras se aprecia enseguida que es un sin techo de calle, cartón y mochila con cuatro cosas. Por un momento creo que las agencias de calificación nos tendrían que rebajar la nota por permitir tener gente que vive así. El sistema le ha quitado el trabajo y la casa. Por tanto no tiene dinero ni lugar habitual de residencia ni pertenencias ni nada de nada. Lo puesto. Todo el entramado propagandístico de las grandes empresas y multinacionales no le llega. Se la trae floja porque no tiene dinero para consumir y tampoco le hace falta para vivir así. Esto jode al sistema que, a su vez, es el que le ha dejado así. No ingresa nada al estado porque no tiene nada. No paga impuestos directos ni indirectos. Tampoco le pueden retener nada de sus rentas de capital porque no existen tales rentas. Todo lo que consume lo pilla de los contenedores de la basura o de alguna alma caritativa -que todavía las hay-. Por todo esto, el ayuntamiento ha dado orden de extinguirlos porque dan mala imagen.
El capitalismo, el sistema, la sociedad de consumo, los mercados, el gobierno o cómo coño se le quiera llamar a todo esto, le han empobrecido de tal manera que ya no interesa ni como persona. Cuanto más pobres menos consumo y cuanto menos consumo menos riqueza para los ricos que no venden sus productos y se empobrecen. Este círculo vicioso tiene que molestar mogollón a ciertas mentes poderosas. ¡Toma pescadilla que se muerde la cola! Y lo peor de todo esto es que cada vez hay más. Son Quijotes del siglo veintiuno. Humillados, rechazados, menospreciados y maltratados. Pero cada mañana se levantan de su caseta y patean las calles en busca de algo para subsistir un día más. Son unos inadaptados. ¡Qué paradoja! Seguramente son los mejor preparados para adaptarse a cualquier circunstancia. Son verdaderos expertos en supervivencia al margen del sistema. Les sobra el gobierno central, el autonómico, el ayuntamiento, hacienda, las multinacionales, etc. Son capaces de vivir sin banda ancha de Internet, sin smartphone, sin tarifa plana, sin puntos para conseguir regalos, etc. Ahora entiendo que quieran extinguirlos o anularlos. Están a la altura del bono basura. Cuantos más hay, más tiembla el sistema y el sistema tiembla cada día más porque éstos no paran de crecer y hay indigentes de calle y cartón por todas partes. Algunos, por lo menos, tienen caseta para dormir.
Si recibieran una pequeña ayuda y se les diera, a cambio, la posibilidad de llevar a cabo alguna actividad para la comunidad, pues se engrasaría un poquito el sistema. No estaría mal. Creo, incluso, que se ejerce una violencia de género sobre ellos. Pero he descubierto que si miramos para otro lado no nos damos cuenta. Estos indigentes son personas y lo seguirán siendo a pesar de algunos. ¿Dónde están los moralistas? Todos estos que se muestran indiferentes y que cuelgan en sus muros del Facebook estas frases tan bonitas y tan cursilonas y que incluso los domingos por la mañana y si hace buen tiempo montan una performance en algún sitio concurrido contra el maltrato animal. Observo que el cinismo de le especie humana no ha tocado fondo ni mucho menos. Importa más el sufrimiento de un toro de lidia, de un perro abandonado o de un gallo de pelea porque es éticamente reprochable. El sufrimiento de un indigente no interesa a nadie. Nadie miraría la performance de esto. Simplemente molestan a nuestras conciencias y dan mala imagen por lo que hay que extinguirlos. Ha llegado el momento de templar formas y dejarse de esnobismos para agradar al dirigente y reírle las tonterías al de turno para seguirle la corriente. No es pobreza cultural porque el indigente en cuestión ha estudiado carrera pero no ha tenido oportunidad. Es simple abandono de sus funciones de la clase dirigente que tienen esclerosadas las neuronas y el cerebro y viven en el universo de los fósiles.
Vamos a tomarnos en serio el problema de estas personas a las que les hemos diagnosticado una "distocia social". Ya parecemos obispos cuando hablamos. Ahora sólo hace falta decir que esto tiene cura y que es tan simple como buscarse un trabajo bien remunerado y procurar que te hagan fijo. Que pidan un crédito al banco para comprarse una casa y un coche y un smartphone, etc. De esta manera hacienda volverá a tenerlos bajo control y ellos se harán dependientes del sistema. Vale. Pues no se cómo no se me había ocurrido antes. Tengo que pensar más y escribir menos que se va todo el talento por la tinta y la caseta sin arreglar. Salud.