miércoles, 16 de noviembre de 2011

Igualdad

Hace tiempo que se ha puesto de moda hablar de igualdad. Incluso hay un ministerio de igualdad. Resulta moderno hablar de este tema y queda bien hacerlo en público. Pero en la vida privada la cosa cambia. No gusta y la gente despotrica. Las mujeres no quieren igualdad. Manifiestan que no son iguales sino diferentes. Que sus aportaciones no son iguales ni las mismas que las de los hombres, sino diferentes. Son iguales ante la ley y en todo lo que les corresponda pero no porque sean mujeres sino porque la ley así lo dice y punto. En el fondo nadie quiere la tal igualdad que tanto se pregona en público.
El rico no quiere igualdad con el pobre y fomenta la distancia tanto como puede. El patrón no quiere la igualdad con sus asalariados y bien que se esfuerza para que esto no ocurra. ¡Igualdad de qué! Los catalanes no quieren igualdad de sus estatutos y en sus territorios con los madrileños ni con los vascos ni con los gallegos ni con los andaluces. Son diferentes y quieren seguir siéndolo y así lo han manifestado en repetidas ocasiones. Todas las comunidades buscan en su historia algún hecho diferenciador que los haga distintos.
En la vida cotidiana, en el barrio, en el trabajo y dónde sea la gente cree que es más y mejor que los otros y por tanto no hablan de igualdad. Yo soy más rico, mi trabajo es mejor, cobro más, mi casa es más grande y mi coche es de una gama más alta. Son hechos diferenciadores de la clase social. Cuando alguien pretende cambiar esto recibe críticas de todos los lados posibles. Este grupito de personas disconformes con el sistema que se manifiestan y acampan en cualquier sitio que les de la gana tampoco quieren ser iguales que otros. Meten presión a los políticos y a los mercados. Ni unos ni otros se dan por aludidos y pasan. ¡Democracia real, ya! ¿Qué no tenemos democracia en España? Entonces de qué puñetas estamos hablando. Otros, para marcar distancias y evitar la igualdad, se instalan en la mala leche, en la cobardía y en el Alzheimer subvencionado para ir diciendo que son un grupito minoritario de la extrema izquierda. Sólo son ganas de insultar. También hay contestación desde la intelectualidad de la mano de Zygmunt Baugman. Es un libre pensador que tiene el honor de poseer una entrada en este blog y que cree, desde el análisis reposado, que se trata de un movimiento emocional e instintivo pero que detrás no hay un pensamiento y mucho menos una ideología clara y tampoco una hoja de ruta y que, por tanto, de seguir así, quedará difuminado en el tiempo hasta desaparecer.
No somos iguales. Que nadie lo pretenda y que nadie lo quiera imponer. Hay que pensar más y hablar lo justo para no llegar a la tontería. Salud.