lunes, 26 de septiembre de 2011

Liberados

Hay cosas que deben verse bajo la perspectiva del sentido común y no desde una óptica política de derechas o de izquierdas. Que existan sindicatos está bien pero que funcionen tal cual están las cosas no lo veo inteligente. En estos momentos carecen de toda credibilidad y están bajo sospecha. Un sindicato está porque hay trabajadores por cuenta ajena que necesitan que alguien vele por su seguridad jurídica. Este sindicato debe sustentarse con las aportaciones de sus afiliados y no con las del estado. No se puede funcionar así por lo que habrá que reinventar el sindicalismo.
Un sindicato que se precie -que los hay, aunque en España no, de momento- debe autofinanciarse a través de las cuotas de sus afiliados. Me explico; yo estoy afiliado a un sindicato profesional que vela por mis intereses, que se mantiene porque los afiliados abonamos unas cuotas y se preocupa de que el patrón no pisotee mis derechos que es a lo que va cualquier empresario por tendencia natural. Si algún día me quedo sin trabajo será el mismo sindicato el que me pague un subsidio de desempleo y, por la cuenta que le tiene, me buscará otro trabajo adecuado a mis posibilidades profesionales y al que yo no podré renunciar. Es posible que me lo encuentre con cierta rapidez para ahorrarse un sueldo. El estado, en todo este proceso, no debe de intervenir para nada. Ni oficina de empleo, ni paro, ni nada. El sindicato, por tanto, tiene la doble función de velar por mis derechos adquiridos en los convenios y actuar como empresa de trabajo al buscarme una ocupación adecuada si perdiera la que tengo. Si hay sindicalistas que deban ocuparse a tiempo completo cobrarán de las cuotas de los afiliados y no se llamarán liberados sino trabajadores sindicales. Este es el sindicalismo de verdad y nunca podrá haber malos entendidos entre las actuaciones del estado y las de los sindicatos ni podrá decirse que hay cierta connivencia entre ellos. Transparencia total.
Los sindicatos deberían liderar esta opción en un acto de responsabilidad, de no dependencia, de dignidad y de transparencia en su gestión. Mientras reciban dinero del estado y de los empresarios siempre estarán bajo sospecha. Es así aunque algunos no quieran verlo de esta manera. Ahora parece que hay cierta cordura en este tema complicado y el gobierno ha dicho que no paga a más liberados ni cede locales y que en breve quitará subvenciones. Esto tenía que haber salido del mismo sindicalismo, pero no ha sido así. Lástima porque les hemos visto las intenciones.
El trabajador tiene la opción de sindicarse y pagar una cuota mensual o no hacerlo y pagar a un abogado en caso de conflicto. En el segundo supuesto el trabajador debe tener claro que no percibirá ninguna ayuda en caso de perder el empleo y que tendrá que buscarse la vida por sí mismo. Cada uno debe ser libre para optar a lo que más le convenga o le parezca oportuno. Así las cosas todos salimos ganando. El estado ahorrando y los sindicatos aprovechando la crisis para ponerse las pilas y practicar un sindicalismo de verdad que ya está implantado en otros países y que funciona pefectamente bien. Los tiempos cambian y algunas cosas también. El sindicalismo español tiene una oportunidad única de reconvertirse en una cosa seria y con competencias bien definidas y sobre todo, transparencia en su gestión. Salud.