viernes, 19 de agosto de 2011

Otro mojito.

El servicio de buses es cómodo y rápido. Además tienen aire acondicionado. Entre paradas que tocan, paradas porque hay coches en doble fila, paradas porque hay camiones que cargan y descargan, pasos de cebra, bicis de cuatro ruedas y seis pasajeros, calesas y un sin fín de cosas más, el trayecto se eterniza más que esta crisis.
En una de las paradas hay un grupo de turistas alemanes de Merkeland pero que pasan unos días en el chiringuito que Alemania tiene aquí. Van subiendo hasta que el chófer grita ¡Estop! con la mano levantada como si fuera a cantar el cara al sol. Primer susto. Hay un alemán grandote y obeso que lleva la camisa en una mano, el dinero en la otra y una toalla grande anudada al cuello a modo de capa. El chófer ya no vuelve a abrir la boca para decir ni una palabra mas. Empieza a comunicarse con el alemán a través del lenguaje de los signos. Yo lo desconozco pero algo se deja entender. Realmente es diver. El chófer viene a decirle al súbdito de Doña Ángela que si no se pone la camisa no subirá al bus a no ser que lo haga pisando su cadáver y ya puestos quiero entender que le da pistas sobre dónde puede ponerse la toalla capa cuando se la haya quitado del cuello. El alemán esta al corriente -como debe ser- y también le contesta por signos. Intuyo que le da recuerdos a toda su familia especialmente a su mama y que, si le queda tiempo, se vaya a tomar por el ojete interglúteo y que procure que no le hagan daño. El lenguaje de los signos es prodigioso. Tengo que aprenderlo. No te enteras pero entretiene mogollón.
Toca hacer de guiri un rato. Esto significa patearte todas las calles un par de veces a pesar del mucho sol y de las pocas sombras. Entrar en todas las tiendas que puedas para aprovechar el aire acondicionado. Tocar todo el género posible en el menor tiempo de que seas capaz -sobre todo el que pone "no tocar"- Mi no entiende. Sorry. Y cara de gilipollas. Hay que preguntar por todas las tallas que no estén a la vista. Te pruebas todo sin ánimo de comprar nada y que se note. Ya de paso dejas el sudor en las camisas. Dejas todo patas arriba y la dependienta detrás tuyo volviendo a doblar prendas y colocarlas en su sitio. Cabreas al personal mientras tu te relajas. Es lo que tiene hacer turismo de guiri cuando no llevas ni un euro en el bolsillo porque te has dejado la cartera en el hotel. Cuando lleves la cartera no podrás volver a estos sitios porque cuando entres te dirán que esta "closed".
Un poco de playa para refrescarse. La de "adeodato", ya sabes, "dato a deo lo que es de deo y...el final ya lo conoceis porque esta en la biblia. A ser posible una zona nudista. De estas que la gente enseña culete de gluteos caidos y atributos masculinos deserectados y pendulantes. Tal cual vinieron al mundo. Estas playas tienen vistas que entretienen sobre todo cuando te metes dentro del agua y miras hacia la playa. Cada vez que se agachan para colocar la toalla los ves desde atrás. Es como ver a Chicu -el perro de la otra entrada- salvando las distancias y los centímetros. Aparece la deformación profesional y te ves tentado de acercarte y explorarles las hemorroides. Pero no lo haces. Hay que respetar las vacaciones y el descanso de los demás aunque sean de Merkelandia. Las mujeres lucen el chichi rasurado  y tetas planchadas hasta el ombligo. Las que hacen top-less las tienen de otra forma. Respingonas. Sin planchar. Y así dejas pasar el tiempo hasta que se te arruga la piel. Toda la piel.
Por la noche cena italiana de autor. Elaborada con esmero y buena presentación. Camarera-dueña italiana que parece que entiende el mallorquín, o no, pero que es italiana y se deja entender en menorquín. Situada en el antíguo paseo del Borne, desde hoy "la plaza de los mojitos" . Es el Nueve-Siete-Uno. Los mejores mojitos del archipiélago. Es lo único que te refresca después de pillar una casi insolación. Si tomas uno resulta ser un buen jarabe balsámico que te quita la tos y te abre los bronquios. Lo he comprobado. Con dos se te suelta la lengua y no la puedes parar. Hablas y hablas pensando que te escuchan. Pero no. Nadie. Ni puto caso. Pero tú no te enteras. También lo he comprobado.
Es lo que tiene esta bebida refrescante. Seguro que son los cubitos o la hierbabuena. No puede ser otra cosa.  Los militares lo llaman "efectos colaterales". Vale porque estás de vacaciones y cuando termines cogerás el bus que te deja en la puerta del hotel. Pero como la noche es joven y quieres poner a prueba al mojitero mayor de la Isla...pides el tercero. Supongo que entra bien. Supongo que sigues hablando sin parar. Supongo que nadie te escucha. Por suponer podeis suponer lo que querais porque no seré yo quien os lleve la contraria. Simplemente no recuerdo nada. Bueno, si. Que nos pasamos de parada y tuvimos que bajarnos y coger otro bus. Que disfruteis de unas agradables vacaciones, que yo lo procuraré. Salud.