lunes, 11 de julio de 2011

Repaso

Doy por bueno que las bicicletas son para el verano. La frase, ahora, se ha vuelto inconclusa y sigue con: y las clases de repaso también. Que este verano algunos chavales y no tan chavales se lo pasen bien está por ver. Algunos padres justifican su egoísmo y su cobardía exculpando sus conductas casi delictivas. Los maestros  y profesores tienen muchas vacaciones. Sólo piensan en ellos y nosotros, mientras,  que tenemos que trabajar, a ver qué hacemos con los hijos. Pues los hijos, queridísimos padres, que disfruten de la vida que tiempo tendrán de pasarlo mal. Que monten en bicicleta, que vayan a la playa o a la piscina, que jueguen con sus maquinitas, que se entretengan con algún deporte, que lean tebeos, cuentos o libros de cierta seriedad, que se junten a la sombra de un árbol y que hablen de sus cosas, que se ensucien y todas esas cosas que tienen la obligación de hacer siempre que no sea delictivo porque están de vacaciones. Los padres post modernos del siglo veintiuno creen que esto es perder el tiempo y los mandan a clases de repaso. Lo moralmente criticable es que lo piensen, que lo pongan en práctica y que algunos maestros se presten a ello. Así nos va.
Desde primeras horas de la mañana andan sin control por las calles del pueblo o barriada, mochila al hombro que les delata, porque su cerebro sigue dormido y tardará en despertar. Han desayunado porque mantienen intacto el reflejo de la deglución. Y ahora arréglate rápido que me tengo que ir a trabajar y no quiero que tú llegues tarde. Esto no es verdad porque todavía faltan dos horas. Quienes no pueden llegar tarde al trabajo son ellos, los padres, que transfieren la responsabilidades al hijo que, habiéndolo aprobado todo, tiene que comerse una mañana de repaso porque mientras el maestro me lo guarda. Esta es la estupidez y crueldad que acompaña al ser humano adulto cuando no tiene recursos para educar a su hijo en tiempo vacacional. Esto es una crítica pero, como soy de izquierdas, también aporto ideas, propuestas o posibles soluciones en lugar de pedir la dimisión de los padres. Propongo que en invierno, los padres vayan a cursillos a modo de repaso de cómo entretener y educar a sus hijos en verano indistintamente de las notas que se hayan procurado con su esfuerzo. ¡A qué jode! Me considero un damnificado de estas prácticas sádicas y dolorosas en sí mismas. Todavía mantengo intacto mi odio y mi cabreo con los profesores que me dieron clases de repaso cuando era niño y que en lugar de proporcionarme un mejor futuro me robaron la ilusión por el verano y por las vacaciones.
Todos estamos cogidos por esa tela de araña que son las costumbres y no somos originales ni tenemos voluntad para cambiar. También tendrían que reeditar el manual de buenas costumbres en las que se detallaban actitudes y recursos para padres con apuros y se ofertaban soluciones variopintas incluso técnicas de pasárselo bien para niños y adolescentes sin tener que ir a clases de repaso. ¡Verano real, ya! ¡Movimiento niños indignados con las clases de repaso! Algunos padres y algunos maestros no dormirán esta noche. Salud.