miércoles, 15 de junio de 2011

Marrón

Es una obviedad manifiesta que el marrón es un color. Otra cosa bien distinta es "tener un marrón". Esto viene a cuento de una notícia que ha ocupado páginas y ha requerido de mucha tinta en lugares muy destacados. Las Juventudes Católicas de España, en un momento de franqueza y de vileza han considerado y han dicho que "el hecho de que una mujer sea violada es un marrón". Yo siempre consideré esto como un acto de cobardía sin paliativos provocado por algún degenerado al que sí se lo que se le tendría que hacer pero que no lo escribiré porque sería políticamente incorrecto.
Las juventudes católicas, marcando estilo harto conocido en su indumentaria, en sus gestos, en sus pensamientos, en sus formas y en sus pronunciamientos, han dado su particular respuesta a esta cuestión moral que ha impregnado la sangre y el tejido nervioso de la gente de bien provocando estupor. No he tenido la sensación de vivir un encendido debate en la sociedad después de esta afirmación. Alguna mano alzada, alguna voz y poco más. No se si me preocupa más lo que han dicho los niñatos que le allanan el camino a Benedicto o la poca reacción a lo que se ha dicho. Arrogancia infantil. Alienados por la doctrina católica que les ha arrancado todo rastro de identidad. Prolongación o sombra de una falsa doctrina religiosa. Hideputas con una existencia fantasmagórica y sin documentar.
He quedado impresionado después de saber que una mujer, después de haber sido violada, tiene un marrón. ¿Qué cabecita puede pensar esto y qué bocaza puede pronunciarlo públicamente en voz alta? Será que la religión católica es una secta dictatorial que tortura de forma selectiva y sistemática a gentes con encefalograma plano. Es una parte de la historia que quiero olvidar cuanto antes. No se lo que dirá el diccionario biográfico de la historia del monseñor jefe de la conferencia episcopal española al dar la callada por respuesta a este asunto que no es menor. Diga lo que diga ha mordido la manzana del árbol del bien y del mal por lo que debe ser apartado del resto de la humanidad. Si no es así, efectivamente, dios no existe. No hay sentimiento de culpa y esto desconcierta a las personas que no entienden este tipo de marrones. Se me antoja no se qué cuando observo que de las palabras satanás y sotana sólo las diferencia una vocal, una consonante y un acento. Son muy parecidas y fácilmente confundibles. A mi me pasa a menudo. Ahora mismo las estoy confundiendo.
Los sentimientos expresados por estos jóvenes de dios y el apoyo de la cúpula eclesiástica me motivan a seguir escribiendo y criticando a esa pandilla de decadentes e insensibles entre los que, inexplicablemente, hay mujeres. Se han retratado. Ya sabemos lo qué son. Corred la voz. Salud.