jueves, 16 de junio de 2011

Biografías

Entiendo muy bien a qué viene tanto revuelo a propósito de la publicación de un número excesivo de tomos del diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia. Por lo leído hasta ahora se observa la incultura demostrada por los ponentes. Es una obra que colecciona mentiras difamaciones, incorrecciones y no contenta a nadie o casi nadie. En los tiempos en que vivimos podemos leer la biografía de una persona escrita por varios ponentes y desde distintos puntos de vista lo que nos facilita el poder contrastar lo que dicen y además no necesitamos espacio para los tomos. Simplemente un clic en el ordenador y ya está. No se cómo van a vender la obra. Seguramente aparecerá un vendedor en nuestra puerta ofreciendo el producto y pagándo en cómodos plazos como antes. Incluso nos podrán mandar un tomo cada mes con lo que tendremos que esperar para consultar algunas biografías. Quizás podremos acudir a una librería y decir aquello de "me la envuelvan que me la llevo". O solicitarla por teléfono y te la mandan a casa contra reembolso como se ha hecho toda la vida. No se quién pueda adquirir tal cúmulo de letras encuadernadas ni dónde guardarlas porque no caben en cualquier sitio.
Lo peor del invento es que los tomos tienen caspa de los pelos o calvicies de las cabezas no pensantes de la caverna mediática derechona de este pais. Alguien ha dicho que lo mejor es destruir lo hecho y finiquitar la academia mandando al paro a los ponentes. Es una buena idea. Como no se puede rechazar la historia yo me inclino más por lo dicho antes -excepto lo de finiquitar la academia- y luego contratar a gente inteligente, preparada, que no se deje presionar por nada ni por nadie y que dejen las entradas abiertas a cualquier opinión que pueda enriquecer los contenidos. Los profesionales tienen que documentarse, contrastar la información recibida, no ser estómagos agradecidos y saber trabajar de forma aséptica.
De momento se perciben críticas fundadas. Se aprecia engaño premeditado. Poca biografía y mucha inventíva partidísta. Rasgos generacionales hechos a medida. Postulados estéticos con trasfondo de mentira malévola. Entradas con muchos aditivos, colorantes y conservantes para dar apariencia de algo que no es ni fue. Toda la obra en sí es un puro engaño. Que nadie la compre ni la consulte. Que cambien a los académicos y que revisen la obra. Después, ya veremos. Salud.