miércoles, 27 de abril de 2011

Humor

He leído que Nietzsche ha escrito que la potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar. Joder Nietzsche, me acabas de hundir. Ahora mismo estoy muy triste mientras me repongo de esto. Si hubiera escrito dosis de ingenio me hubiera podido salvar de esta. Lo del humor es un golpe bajo. Estoy triste y abatido y quién me conoce sabe de que va la cosa. No recuerdo haberme reído nunca a carcajadas ni haber contado chistes con gracia. A lo sumo, sonrío. No sé si esto será bueno o malo. Pero es tal como lo cuento. No soy nadie porque me falta potencia intelectual. Rectifica, por lo que más quieras, Nietzsche.
Más adelante leo un añadido que pone que la madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño. Vale pues. No todo está perdido. Gracias por este salvavidas. Esto sí va conmigo. De todas formas siempre nos quedará el ingenio para distinguirnos de otros bípedos que se insultan en el hemiciclo, vuelan en bussines y pintan bisontes en las paredes de los baños del congreso.
A propósito de esto y sin saber, de momento, si es producto del ingenio, la intelectualidad, el humor o la seriedad, otro compatriota ha escrito algo del que destaco este pequeño pasaje, "ya me gustaría a mí poder comprobar que el dinero no da la felicidad. El marido, que presumía de ser muy generoso, le preguntó a su señora si quería un vestido de Gucci o un diamante. El divorcio, respondió ella. Él nunca soñó gastarse tanto dinero".
Ahora nos queda definir humor y buscar un resquicio legal para que la gente crea que tengo. Digo en mi defensa que me gusta practicar la ironía y esto implica dosis de humor. Es negro, ácido, corrosivo y lo que quieras pero, humor al fin y al cabo. Soy del cinismo y esto también implica altas dosis de humor. Me han adulado diciendo que a menudo saco a pasear el ingenio y esto implica, también, algunas dosis de humor por parte de quién lo dice. Soy capaz de cabrearme y meterme con quien haga falta y esto demuestra, por lo menos, mal humor, que es la otra cara de la moneda. Sé, porque me lo han dicho, que cuando me leen o me escuchan, a menudo, esbozan una ligera sonrisa. Si sonríen es que hay humor. Concluyendo amigo Nietzsche, creo que tengo humor. No mucho, pero suficiente. Por tanto, llegados a este punto y por una simple regla de tres -y eso que soy de letras- si tengo humor también tengo potencia intelectual. Soy sentimental aunque esto me suponga un desgaste psíquico. Creo que también tengo lucidez. Pongo dramatismo, paseo ironía, derrocho sentido común y asumo mi rol con dignidad. Me faltan los abuelos y yo asumo su papel como queda demostrado y porque me toca. Todavía me quedan ideales y estoy civilizado. He evolucionado lo suficiente para no dedicarme a la política. No pertenecer a la clase uniformada ni ser un ensotanado. Incluso admito la crítica. Amigo y admirado Nietzsche cuidado con lo que escribes o ya no estarás en la lista de mis libros de cabecera.  Salud.