miércoles, 23 de marzo de 2011

Dictadores

En un discurso ofrecido a través de la radio el coronel citó al ejército nacional del generalísimo cuando entró en Madrid con la ayuda de la ciudad. Vino a decir que él haría lo mismo y que esperaba la colaboración de la ciudadanía. Parece ser que esta es la norma entre los dictadores. Organizan un ejército de despojos humanos tipo aventureros, agitadores, psicópatas, criminales y mercenarios que actúan para dar rienda suelta a sus peores instintos asesinos, con completa impunidad amparados por el tal dictador de turno. Un diez en historia de España, coronel. Lo que no le han dicho sus asesores es que la dictadura española terminó con la muerte del generalísimo. Este trozo de historia acojona. Ya lo se.
En lo más oculto y oscuro rincón de la memoria histórica colectiva de los españoles figura el recuerdo del dictador generalísimo que la iglesia paseaba bajo palio. Él paso a mejor vida y nosotros también con su muerte. Pues todos contentos. Medio centenar de imbéciles nostálgicos se someten a una vejatoria sodomización cada veinte de Noviembre para lamerse las heridas. Con el tiempo, el generalísimo ha ido perdiendo estatuas, reconocimientos, calles, plazas, condecoraciones, y demás ensalzamientos. Ahora se le conoce como "Paco" y de seguir así sólo quedará una pequeña referencia histórica como que un soldado raso dirigió el destino de España de forma dictatorial. El coronel, igual que nuestro generalísimo, es incapaz de dar la vida por su pueblo, mas bien parece decidido a quitarles la vida y el bienestar a sus conciudadanos en beneficio propio. A esto se le llama escudos humanos. Esto de vivir permanentemente acojonado, en estado de máxima alerta y cambiando de hábitos y de residencia cada dos por tres te hace extraviar el entendimiento y la mente se vuelve oscura y opaca a las ideas que te conduce a la autodestrucción. Un dictador elude, sistemáticamente, sus responsabilidades para con su pueblo porque no es el representante natural de ese pueblo, sino su opresor. Son estrafalarios y sin conciencia de estado. Las emociones que sienten no les llegan del pueblo sino de sus pequeños atributos que guardan celosamente en la bolsa escrotal. No manifiestan respeto hacia nadie porque no son inteligentes. Ignoran el pasado, se desinteresan por el presente y lo único que les preocupa del futuro es el enriquecimiento personal y el de sus allegados embrutecidos por su ego. Desprenden un hedor insoportable que hace que estén envueltos de moscas cojoneras -esto último es un eufemismo- y se arrastran como gusanos generando repugnancia.
Este es el perfil de un dictador, sea coronel o generalísimo. Todos son iguales y hacen lo mismo. Lo mas relevante es que a todos les llega su momento de gloria que empieza justo el instante después de su último estertor. Salud.