jueves, 9 de diciembre de 2010

des-Controladores

Ahora resultará que los inviernos son para quedarse en casa y los puentes tambien. Lluvia, nieve, frío, problemas en las carreteras, trenes abarrotados de gente para viajar a un precio incómodo, estaciones marítimas con letrero de "no hay billetes", aglomaraciones en las grandes ciudades y descontrol en los aeropuertos. Con este panorama a la vista resulta legítimo pensar con quedarse en casa. Libro, labores, chimenea, programa de radio o televisión, conexiones internáuticas con amigos, familiares o allegados. Las fiestas de navidad están cerca y habrá gastos. Pues será que ahora toca ahorrar un poco.
No deja de ser un sueño que en mi caso se ha hecho realidad, aunque la realidad era otra y bien distinta. La histeria, la impotencia, el cabreo y más cosas estaban en el aeropuerto. Esta vez no era un problema de demora de un vuelo. El problema eran los tres cuartos de hora de demora para entrar en un baño para orinar o a otra cosa. Largas colas en los mostradores para no facturar, largas colas en los mostradores para reclamar, largas colas para un café o un bocata o una bebida, lasgas colas en las cintas para recuperar un equipaje facturado, etc. Móvil en mano haciendo llamadas para nada al borde del pitido que precede a la frase "batería baja" y con la vista en los paneles donde la palabra más utilizada era la de "cancelado".
¿Y eso? Pues nada importante. Simplemente que unos funcionarios públicos -que de repente los han ascendido a militares- han consumido sus horas de trabajo de todo el año -dicen ellos- y que se marchan a casa. A, bueno. Pues nada. Otros están cansados, ansiosos, depresivos o cualquier otra patología médica de circunstancia. Además cobran poco, descansan poco, ven poco a su familia y todas esas chorradas que hemos escuchado en cualquier medio. Recuerdo que un médico que trasplanta un corazón cobra diez veces menos y un tedax que se juega la vida desactivando una bomba tambien. Han sido generosos todo el año. Incluso han salvado la temporada turística en agosto. Han sido solidarios porque han estado en sus puestos de trabajo aunque no han trabajado. ¿Y de qué coño se queja la gente, pues? Pensamos que son nuestros esclavos y esto no está bien porque la esclavitud está abolida. Ellos tambien quieren viajar en invierno y en los puentes.
Hemos visto sus nóminas en televisión y publicadas en los medios escritos. Insisten en que cobran poco pero ninguno saca su nómina o su declaración de la renta. ¿Porqué será? Algunos dicen que trabajan atiborrados de ansiolíticos. Es una peculiar forma de hacer régimen pero no es la mejor forma de controlar el tráfico aéreo. Que lo despidan. Otra manifestó, lloriqueando delante de las cámaras, que trabajaba a punta de pistola. Nada demostrado. Ni una denuncia en los juzgados. Nada creible pues. De lo único que tenemos evidencias es del caos y descontrol que este colectivo de funcionarios públicos -ahora militares- han provocado en la gente que por unos días perdieron su libertad. Ellos, ahora, se quejan de que no son libres y que han perdido derechos. Algunos los perdieron antes de forma ilegal y se han tenido que apretar los huevos porque no había otra.
El mensaje vino en el peor momento, en la peor circunstancia y de la peor menara posible de tal forma que nadie lo entendió. Bueno, perdón, algunos sí lo entendieron incluso estando en Lanzarote sin poder salir. Este aeropuerto se ha convertido en maldito. Todo lo malo ocurre allí. Ahora toca descabrearse y echar mano de abogados avispados y familiares. Los primeros para que nos procuren recuperar los dineros invertidos y perdidos, las maletas perdidas, los daños y demás cosas perdidas. Los segundos tienen la obligación de procurarnos recuperar la normalidad personal, la tranquilidad, el sosiego y las rutinas citidianas.
Unos piden explicaciones, otros darán explicaciones y otros ya están pidiendo disculpas. Algunos investigarán lo que pasó y porqué pasó y al final la justicia impartirá justicia aunque, a buen seguro, no nos gustará a todos la justicia impartida, las explicaciones dadas y las excusas. Que no vuelva a pasar. Que detrás de toda esta insensatez hay historias personales que te pueden llegar a poner la carne de gallina y los pelos de punta.
Los que han montado este pollo son unos cobardes; pues que les jodan. Salud.