miércoles, 20 de octubre de 2010

San Jose

Entre otras cosas es el nombre de una mina de no se qué y que está situada en pleno desierto en algún lugar de Chile y que hasta hace poco no salía en el google maps. Un día, 33 de los mineros que allí trabajan quedaron atrapados a setecientos metros de profundidad. Accidente fortuito pero previsible -según se desprende de las condiciones de trabajo-. Es igual. No tiene importancia. Estamos en pleno verano. Hay crisis. La gente está de vacaciones o casi. No nos vamos a amargar la vida por unos mineros más o menos. Hay muchos. Ni los políticos ni los medios de comunicación -que son los dos poderes capaces de corromper cualquier persona animal o cosa- no se hacen mucho eco de la noticia. Dadas las condiciones de la mina y las circunstancias del suceso, en unos días no se sabrá nada de ellos. Se les dará por desaparecidos y punto.
Una sonda perforada a través de los setecientos metros nos pone en contacto con ellos y parece que están bien. Hay buen ánimo y buen rollo entre ellos. Ganas de colaborar desde dentro para salir cuanto antes. Ahora sí hay noticia y la maquinaria de corromper y la de hacer dinero se ponen en marcha. Aparecen políticos, gente importante e influyente. Tenemos un teality real. Un grán hermano nunca antes imaginado. Treinta y tres tios encerrados en una mina. Un espacio reducido. Setecientos metros de profundidad nos separan. No se pueden nominar. Están obligados a convivir para sobrevivir. Lástima no tener la mina llena de cámaras y un plató televisivo presentado por la incombustible y tontadelbote Mercedes Milá. Hay que apechugar con lo poco que tenemos. Alguna videoconferencia. Un campamento de la esperanza llena de mujeres, niños y una querida. Un lugar de trabajo donde se afanan los rescatadores que perforan un agujero por donde sacar a los compañeros y que cada dos por tres tienen que parar para hacerle los honores y las gracias al político de turno, al famosillo que pasaba o al imbécil que va a decir una ocurrencia en directo.
En poco tiempo tenemos la foto de todos ellos, su vida, sus desgracias y cualquier otra banalidad reconvertida o reciclada en algo trascendental. Esto es una mina (y nunca mejor dicho) donde habitualmente se extrae mineral y ahora se va a proceder a extraer a algunos de sus trabajadores y sobre todo la extracción de noticias de su interior. Una vez fuera todo vale. La imagen, la primera frase de cada uno de ellos, la marca de las gafas de sol, el nombre del rescatador, el nombre de la cápsula y cualquier gilipacundio que se cruce. Hay nervios. Todos quieren la exclusiva de hoy y la de dentro de algunos días. Hay que llevar el caso a la grán pantalla y ya preparan el guión.
No se cómo va a terminar pero sí se cómo me gustaría que terminara. Todo como antes y nada de declaraciones, ni fotos, ni exclusivas. Anteponer la seguridad para que no vuelva a ocurrir algo semejante y punto. Yo me quedo con la grán noticia del acontecimiento. La verdadera noticia es que Mercedes Milá no estaba. Mecagondena. Hay que joderse. Es cuestión de tiempo que se corte las venas por no haber estado allí para contarlo. Salud.