miércoles, 28 de julio de 2010

Menorca

Un buen rato despues de despuntar el alba, con viento de 8 nudos, mar arbolada y olas de 7 metros, no corta el mar ni vuela la carraca NuroNova. Viaja en amarillo, sí. Pero en las condiciones antes descritas, viajas en pálido y vomitándo sin parar. Empiezas con un buen dopaje, un grán bocata, pones rumbo a Ciutadella y ¡a vomitar!. Llegas a la isla del viento, bajas del barco en volandas y despues de una amonestación -o se baja o la devolvemos a Alcudia-, y te bajas cagando leches. Taxi y al hotel hasta salir del coma. Despues todo es bonito, alegre, diver y todas esas cosas. Baño en la piscina, tumbona para reponer fuerzas, libro alternado con música, comedor, salida a tomar algo, no tomamos nada porque no nos gustan los baretos, etc. Paseos por ciutadella, compras de rebajas, comida en el Café Balear -por favor- y poco más porque el tiempo apremia. El ambiente ni por asomo al de Formentera. Mil veces el de Menorca.
Tengo que reconocer que en Formentera son bastante detallistas. Un ejemplo que me llamo la atención. El hospitalito de Formentera está justo al lado del cementerio. Todo un detalle para facilitar el traslado. Lo puedes hacer a hombros y no te cansas. En Menorca no, pero bueno.
La vuelta parecida pero sin comparación. A punto de ponerse el sol, ya en el ocaso. Mar de fondo. Un buen dopaje, un buen bocata, una buena butaca en la popa del barco, respaldo hacia atrás a tope y coger un sueño profundo. Pasas lo mismo que en la ida pero como duermes no te enteras y cuando llegas a puerto te despiertas como una rosa con el convencimiento de haber viajado con calma chicha y sol y moscas. A esto se le dice viajar en amarillo, o mejor, viajar en bronceado pero con la bolsa de mareo en la mano por si acaso.
Las vacaciones se terminan y el lunes empiezo a currar y a seguir practicándo el inglés de garrafón. Tengo las coordenadas de mi trabajo metidas en el Gps para poder llegar sin traumas. Salud.