martes, 11 de mayo de 2010

¡In memorian... Tolo!

Estos días se ha hablado mucho de tí y se han escrito demasiadas cosas en todos los medios de comunicación. Hoy, cuando firmo esto, ya no eres noticia y por tanto has pasado a la historia.
Cuando uno muere, o fué una grán persona o un cabrón hijo de puta. Tienes suerte porque te ha tocado lo primero.
Te presentaste como un amante del alpinismo. Como algo vocacional y a alguien le faltó tiempo para pedirte que subieras una "senyera" a ocho mil y pico. Te convertiste en trabajador a sueldo de algunos políticos y había que cumplir para seguir teniendo esponsor. Por eso y por mucho más ha pasado lo que ha pasado.
Se decía que a partir de los seis mil se perdía la amistad. Ha resultado ser cierto. A partir de esta altura sólo vale aquello de "sálvese quien pueda y maricón el último". Ahora todos han hablado de lo que paso pero nadie ha dicho lo que paso, aunque todos sabemos lo que pasó. Parece ser que el fatídico día unas 19 personas hicieron cumbre en el Annapurna juntamente con los anónimos: sus fotógrafos, cámaras, compañeros y sherpas. No puedo imaginarme lo que debe ser esto en domingo. Y de todos estos nadie pudo ayudarte a bajar. Hay que joderse. Dicen Oyarzabal, Pauner y compañía que ninguno de los sherpas que había en el campo 4 "tuvo cojones de subir a buscarte". Tranquilo. Él tampoco los tuvo y era el director de la expedición. Pero Juanito Oyarzabal ya lleva unos 24 ocho miles y va camino de batir récord. Como para cambiar su trayectoria profesional por tu vida.
En torno a esto, tus compañeros de subida (que no de bajada)han dicho que hicieron el cien por cien para salvarte la vida cuando dijiste aquello de "no puedo mas, venid a buscarme". Pues éstos, en un acto heroico por salvarte de una muerte segura, te dijeron por walkie: "Tolo, levántate y baja o te vas a morir". Y tú te mueres por no hacerles caso. Joder Tolo.
Cuando llegue la diada de les Illes Balears veremos si los políticos se acuerdan de tí y te otorgan algo a título póstumo, o no. Aunque sea el nombre de una calle o plaza que te lo mereces más que otros. El general Franco todavía tiene la suya. Manda huevos, pero es así.
En el Annapurna (Himalaya, Nepal), a 7.585 metros, descansa en paz Tolo Calafat.